Capítulo 2: Estés dónde estés.

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POV Rose

Han pasado cinco meses desde que Dimitri me dejó, he pasado largos días y noches llorando, maldiciendo, preguntándome ¿qué hice mal? ¿en qué fallé? ¿realmente nunca me amó? Sin encontrar ninguna respuesta. Al principio no reaccioné como se esperaría, no grité ni derrumbé paredes ni desquité mi furia con todo aquel que me salía al paso. Mi dolor lo guardé para mí, me lo tragué y puse en mi rostro una sonrisa falsa, no quería que nadie supiera lo mucho que me había afectado la ida de mi mentor, mucho menos deseaba que me vieran derrotada, exteriorizar cómo el sufrimiento me consumía no era lo que solía hacer. El papel de víctima jamás me sentó bien, yo era la que luchaba y vencía siempre.

Esta lucha, sin embargo, me hubiera sido imposible de soportar sin mis amigos. Ellos fueron mi motor y mi sostén en todo momento. Las únicas personas a quienes les conté la verdad fueron a Lissa y a Christian, y eso porque entraron a mi habitación justo en la madrugada de mi cumpleaños. Ellos esperaban encontrarme dormida, despertarme, cantarme el happy birthday y comer junto conmigo delicioso pastel pero sólo hallaron a la Rose que sólo dejaba salir por las noches, mientras todos estaban perdidos en su propio mundo, la Rose que había quedado después del desprecio del hombre que amaba, una Rose anegada en llanto, con los ojos rojos, la mirada perdida y destruida por dentro.

No me quedó más remedio que decirles absolutamente todo. Lissa se molestó conmigo por no haber confiado en ella pero sólo duró un segundo antes de tirarse a mi lado en la cama para consolarme y tratar de unir con sus hermosas palabras y sus abrazos los pedazos inconexos que quedaban de mi alma. Christian permaneció algo distante en ese instante pero jamás volvió a verme del mismo modo. Sus ojos se volvieron fieros, dagas punzantes y envenenadas para todo aquel que se atreviera a mirarme mal o a comentar algo de mí que no le pareciera, me cuidaba y procuraba como si fuera su propia hermana y no la de su novia, jamás volvió a ser borde conmigo e incluso me daba muestras de cariño cuando las necesitaba.

La gran sorpresa, o no tanto, me la dio cierto usuario de Espíritu que supo desde el principio lo que me pasaba, odio que pueda leer las auras. Adrián se acercó a mí lentamente, no me incordiaba con frases insinuantes o molestas ni intentaba ir más allá, simplemente estaba ahí, siempre, cuando más lo necesitaba y también cuando menos lo hacía. Pese a saberlo de antemano, jamás mencionó ni preguntó nada sobre el tema hasta que yo misma me armé de valor y dejé salir todo lo que había ocurrido, de eso apenas unos días.

Ninguno de mis tres chicos favoritos me juzgó ni me dijo jamás las típicas frases que tanto odiaría escuchar, "supéralo" "mereces a alguien mejor" "ya lo olvidarás". Ellos entendían, me conocían y comprendían a la perfección que lo amaba de verdad, profunda y demoledoramente, él era mi primer amor y realmente creía que sería el último.

Había pintado planes en mi cabeza, ideado cosas que podría hacer para recuperarlo. Quizás al graduarme debiera ir a buscarlo, probablemente a Rusia, y entonces lo encontraría, tal vez ya siendo una verdadera Guardiana y sin ningún obstáculo de por medio él viera las cosas diferente y se diera cuenta que nada nos impedía estar juntos como siempre soñamos. Entonces y sólo entonces todo mejoraría y podría volver a ser quien siempre debí ser, Roza, su Roza. Claro que jamás, en ninguna de esas visiones mías, pude imaginar lo que ahora parecía ser la única verdad, el verdadero futuro. Frente a mí tenía una carta con su letra, su firma y las peores palabras que haya leído.


Lady Tasha Ozera y el Guardián Dimitri Belikov,

tienen el enorme placer de invitarlo a usted

Lo aprendí de tiWhere stories live. Discover now