Dylan Kay sabe lo que fue crecer sin ningún tipo de afecto en su vida, pero aún consciente de ese hecho, él sabe cómo pasarla bien, pues con "temporal" como su palabra favorita, él no tiene que preocuparse por nadie más que por sus hermanos del club...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lorelle Liberty
—¿Segura de que estarás bien aquí? Puedo quedarme contigo, Lorelle —ofrece, después de su confortable abrazo.
—Estaré bien, Ellie —le miento—. Ha sido una larga noche y solo necesito dormir y descansar. Además, tendrás una semana dura en la editorial y no puedes perder días de trabajo, ya has hecho suficiente con prestarme dinero y recogerme en el aeropuerto de madrugada. Lo siento por eso, te pagaré...
Ella se indigna: —¡Nada de eso! No me pagarás nada porque los favores a las amigas no se cobran. Eres como la hermana que nunca tuve, y si yo no estoy allí para ti, ¿entonces quién?
—Gracias, Ellie —susurro afectada por sus palabras—. Y también eres como una hermana para mí.
Ella me sonríe con calidez, pero aun así me siento mal por aceptar tanto dinero.
Ellie suspira pesadamente. —Te conozco, y olvida lo del dinero, por favor, y si no fuera porque tengo nueve manuscritos esperándome en mi escritorio, me quedaría aquí contigo, pero también sé que necesitas espacio para superar lo que te pasó y para terminar de escribir tu libro.
Trago para tratar de aliviar el nudo que quiere formarse en mi garganta al pensar en lo ocurrido y muevo mi cabeza asintiendo. —Y me pondré a ello tan pronto como duerma un poco. Ya tengo todo lo que necesito, café, mis notas, mi mini grabadora y mi laptop. —Trato de sonreír, pero más bien salió como una mueca. Estoy sufriendo por dentro.
—Tienes una mente privilegiada y eres rápida escribiendo. No me cabe la menor duda de que lo terminarás en menos del tiempo indicado. —Ellie toma mi brazo—. Pero no dejes que nada te distraiga ni te haga sufrir, Lorelle. No lo merece —masculla, y ahora está enojada porque mientras me ayudaba a empacar mis cosas en mi apartamento, le conté todo—. Ese hombre, Dylan Kay, ¡es un canalla! —explota—. ¿Cómo pudo engañarte de esa manera?
Suspiro con cansancio y me alejo hacia la ventana de cristal. Son casi las seis de la mañana y los rayos del sol se asoman por el horizonte.
—También me hago la misma pregunta, Ellie —me abrazo a mi misma—. No entiendo como todo pasó del cielo al infierno en un segundo.
—Yo lo entiendo perfectamente —dice con voz fría, mientras se acerca a mi lado—. A pesar de que me hayas dicho que esos motoristas son diferentes, no me fio de ninguno de ellos, y con lo que te pasó anoche me queda más que confirmado. Seguro que el señor Kay vendrá a buscarte para darte mil excusas, pero estoy preparada para recibirlo y mandarlo a donde pertenece, al infierno. Ese motero mentiroso no sabe con quién se está metiendo.
Mi corazón se calienta ante la actitud protectora de mi amiga. Ellie White es una chica dulce y no es que sea agresiva como Nicolás, pero tiene su carácter.
Me giro hacia ella. —Dylan es muy insistente y no se irá hasta saber en dónde estoy. Por favor, Ellie, por nada del mundo se lo digas. Ni a él ni a Nico —le ruego.
