Capítulo 1: Quédate conmigo.

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Disclaimer: Tanto los personajes como la historia en la que se basa este fic pertenecen a Richelle Mead.

lamento la tardanza pero creí que debía darle su momento a cada historia en vez de hacerlas al mismo tiempo, espero esta sea de tu agrado.



POV Rose

El ambiente en la academia estaba lleno de tensión, tristeza y dolor. Hace sólo unos días estábamos disfrutando de los entrenamientos habituales para que todo se fuera al retrete por el ataque strigoi. Tuvimos demasiadas pérdidas aunque pudieron haber sido muchas más, de alguna manera horrible pero a la vez esperanzadora, contábamos el ataque y el rescate del día siguiente como una victoria para dhampir y moroi. La recién tatuada marca en mi cuello me recordaba la enorme suerte que tuvimos.

Salí del salón donde se llevó a cabo la ceremonia en la que nos pusieron sobre la piel la zvezda e hice lo primero que se me ocurrió, buscar a Dimitri. Después de que casi lo perdí en las cuevas, durante el rescate, no hemos tenido mucho tiempo para hablar. Él ha ido de reunión en reunión.

Recuerdo nuestra noche en la cabaña como si estuviera sucediendo ahora mismo. Sus caricias, sus besos sobre mi piel desnuda, su cuerpo amoldándose al mío. Todo fue tan perfecto. También recuerdo con mucha felicidad la promesa de estar juntos que me hizo justo después del ataque a la academia. No podía imaginar ser más feliz, bueno tal vez lo sería si no hubiéramos perdido a tanta gente.

No veía a Dimitri por ningún lado pero sí encontré a la persona que sabría dónde lo podría hallar. Me acerqué a ella y me recibió con una cariñosa sonrisa.

-Alberta.-

-Rose, hola, ¿todo está en orden?-

-Sí, sólo me preguntaba si ¿has visto a Dimitri?-

Su semblante se entristeció un poco.

-Sí, está en la pista de aterrizaje. ¿Quieres despedirte de él? Todos lo extrañaremos, ha sido un magnífico mentor y Guardián.-

Mi mente se shockeo de plano, no entendía de lo que hablaba.

-¿Despedirme? ¿Por qué habría de despedirme de él?-

Alberta me miró con sorpresa y compasión.

-¿Cómo?¿No lo sabes?-

Negué con la cabeza.

-Bueno, es una gran noticia en realidad. El Guardián Belikov ha aceptado la oferta de Lady Ozera y se marcha hoy mismo con ella. Un gran paso tanto en su carrera como en su vida personal aunque, sin duda, nos hará mucha falta, sobre todo ahora con las cosas tan...-

No escuché el resto. Dimitri se iba, me dejaría, no entendía nada. Corrí hasta la piista de aterrizaje con la esperanza de conseguir alcanzarlo antes de que cometiera la locura que estaba por cometer, por suerte sabía correr muy bien.

Llegué justo cuando estaba por subirse al helicóptero.

-¡Dimitri!-

Él se giró a verme pero permaneció estático, sus ojos me vieron con el amor de siempre pero sólo por unos segundos antes de enfriarse y formar parte de la máscara de Guardián que Dimitri solía usar. Se acercó hasta quedar frente a mí.

-Srita. Hathaway, usted no debe estar aquí, le aconsejo que mejor regrese a...-

-¿Por qué, Dimitri? ¿Por qué estás haciendo esto?-

Mi voz salió estrangulada pero la suya no se suavizó ni un poco.

-Lo lamento pero mis razones no son asunto suyo.-

-¿Qué? ¿Olvidaste todo lo que pasamos? ¿Lo que hicimos? ¿Las promesas que realizamos?-

-No, no lo olvidé, sólo me di cuenta que fue un error.-

El llanto hizo su aparición y me lancé a golpear su pecho con furia.

-No, yo no soy un maldito error. Esto que estás haciendo sí lo es.-

-Rose, basta.-

Tomó fuerte mis muñecas para evitar que siguiera golpeándolo y me miró fijamente.

-Entiende, lamento todo lo que dije e hice. No debí ilusionarte, estuvo mal y lo sé.-

-No es cierto, Dimitri yo te amo.-

Su agarre cedió un poco pero no lo suficiente como para lograr liberarme.

-Sé que tú también me amas.-

Me soltó de golpe, se alejó unos pasos y me habló con voz aún más dura.

-Pues te equivocas, sí, llegué a pensar que te amaba pero fue sólo enamoramiento, algo pasajero. La verdad es que después del ataque me di cuenta que no quería pasar el resto de mi vida a tu lado.-

Cada una de sus palabras eran puñaladas para mi corazón, podía sentir cómo cada parte de mi alma iba siendo destrozada conforme más hablaba.

-Sé que esto es duro para ti pero eres joven y fuerte, tienes un futuro brillante, me superarás pronto.-

Dio media vuelta dispuesto a subir al helicóptero, yo hice mi última súplica.

-Dimitri, por favor, quédate conmigo.-

-Si lo hiciera, estaría arruinando nuestras vidas. Adiós, Roza.-

Caí de rodillas, todo me daba vueltas, una parte de mí había sido arrancada de raíz. Me sentía vacía, sola y vulnerable. El mundo como lo conocía se había destruido en el momento en que se fue sin siquiera mirar atrás y todo lo que me había dejado, en su lugar, era dolor.


Lo aprendí de tiWhere stories live. Discover now