Dylan Kay sabe lo que fue crecer sin ningún tipo de afecto en su vida, pero aún consciente de ese hecho, él sabe cómo pasarla bien, pues con "temporal" como su palabra favorita, él no tiene que preocuparse por nadie más que por sus hermanos del club...
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Dylan
Nunca en mi vida he estado aquí, pero ya odio el lugar. Solo lo he visto en películas y ni en mil años me imaginé metido en un sitio como este. El cuarto de interrogación del Departamento de Policía de Delta, está levemente iluminado, y el olor a humedad y a cigarrillos, me tiene de mal humor. Todo me tiene enojado, me siento hundido, y estoy tan desesperado por buscar a mi mujer, pero el imbécil frente a mí no para de hacerme malditas preguntas.
—Según nuestros informes, usted arregló una motocicleta Chopper para el occiso de nombre Jayson Burg, alias Jay, quien es un miembro de los Demonios Celtas MC. ¿Eso es correcto?
—Sí —mascullo.
—¿Eran amigos?
—Como el infierno que no —escupo—. Jay era solo otro cliente, un idiota que no tenía jodida paciencia.
Desde el otro lado de la mesa, él me mira atentamente. —¿Y esa fue la causa de su riña con él?
Resoplo. —Yo no empecé nada.
—Por supuesto que no. —espeta con sarcasmo—. Todos se hacen las víctimas, pero mi trabajo es desenmascararlos. Así que dígame, ¿en dónde estaba el viernes en la noche, señor Kay?
Tenso mi mandíbula al escuchar cómo me llama el detective Larson. El hombre es alto, de constitución fuerte, de algunos cuarenta y tantos años, y sé lo que se propone. Meterme en la cárcel por asesinato, pero conmigo está jodido.
Así que me recuesto en la dura silla de metal y calmadamente, le respondo: —En donde no te importa.
Él me mira por largos segundos con gesto helado y actitud superior. —¿Crees que me intimidas? —Larson pone sus manos sobre la mesa y se inclina—. Eres escoria y he tratado con delincuentes más peligrosos que tú, así que no me vengas con tu actitud de motorista intocable porque eso no funcionará conmigo, cariño —termina en tono burlón y con la mirada lo mando al puto infierno—. ¡Ahora contesta la maldita pregunta! ¿En dónde estabas el viernes a las diez y cuarenta y dos de la noche?
Trago duro al recordar en donde estaba a esa hora. Haciendo el amor con Lorelle, en nuestro propio mundo, perdidos en la cabaña. Mi pecho duele condenadamente mucho, pero no se lo dejo ver a él ni a nadie. Estoy completamente encerrado en mí mismo.
Respiro hondo y le respondo al patán: —Estuve en la cabaña que tengo cerca del bosque Green Woods.
El hombre se endereza y ríe con suficiencia. —Qué gran y maravillosa casualidad. El cadáver de Jay fue encontrado en el bosque Green Woods, específicamente, en el área de acampar. Es por eso que una pareja de excursionistas se encontraron con la macabra escena.
—Esa área queda cerca del mirador. Mi cabaña queda al otro maldito lado y mucho más alejada...
—Pudiste salir de tu dichosa cabaña en medio de la nada e irte en tu camioneta Chevrolet Silverado —me corta—. Dime, ¿lo apuñalaste allí hasta que se desangró y luego dejaste el cuerpo lejos para no levantar sospechas? ¿Así fue, señor Kay? Por favor, ilumíneme.
