Capítulo 24.1: Amigos con derecho.

18.1K 2.2K 452
                                    

Kyle

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Kyle.

Lo conocí en un bar.

Estaba buscando compañía femenina por lo que me sorprendí cuando lo vi a él intentando coquetear conmigo.

Al principio lo rechacé. No era gay.

Pero él siguió insistiendo. Me compró una bebida y me invitó a bailar. Acepté bailar con él para compensar la copa que me había comprado.

Enseguida conectamos. Lo que menos esperaba era sentirme atraído hacia él. Me dije que por probar con chicos no perdería nada, y Zack era demasiado atractivo, dulce y amable como para decirle que no.

Cuando lo invité a mi casa pensaba que solo sería algo de una noche y ya. Nunca más volvería a saber de él. Por eso volví a sorprenderme cuando lo vi en la pelea contra Elliot al día siguiente.

Me vio entre el público. Claro, yo estaba delante de todo. Me sonrió y no pude hacer más que lo propio.

Y esa noche de nuevo lo invité a mis sábanas. Era innegable lo compatibles que éramos allí.

Pero yo le dejé bien claro que no quería nada serio con él, no solo por el hecho de que era un chico, yo nunca quería nada serio con nadie. Zack aceptó mis términos a regañadientes.

Yo notaba que le estaba empezando a gustar y decidí ignorarlo. Así como también ignoraba los sentimientos que estaban empezando a crecer en mí. Desde esa primera vez con él, no he estado con nadie más. Ninguna chica era como él, ninguna me tocaba como él, nadie me acariciaba como Zack.

Todo esto nos lleva a este mismo momento en el que estoy en su cama.

Es la primera vez que estoy allí. Es pequeña por lo que tenemos que estar acurrucados. Y eso no me molesta para nada.

Sus brazos me aferran contra su pecho desnudo. Me doy la vuelta esperando encontrarlo dormido, sin embargo observo como me mira directamente a los ojos. Los suyos son verdes azulados y cada vez que los miro estoy más seguro de que es mi parte favorita de él.

—¿Por qué me miras? —Murmuro, aunque no sé por qué. Estamos solos en su casa.

—¿Por qué murmuras? —Él también lo hace. Yo me río—. Me encanta ese sonido.

Tardo en entender su comentario y cuando por fin me percato, mis mejillas se tiñen de rojo.

Ambos sabemos que esta relación es solo física, así como también somos conscientes de que no podemos fingir más.

Zack se acerca despacio a mis labios. Hay algo curioso de nosotros y es que nunca nos besamos en los labios. Ni una sola vez desde que nos conocimos. Y sé que Zack se muere por hacerlo, pero si lo dejo no estoy seguro de que, si me gustan sus labios, no empiece a sentir cosas por él. Si es que no las siento ya.

Corro la cara cuando está lo suficientemente cerca.

—Un beso no te matará.

Qué equivocado está. Sus besos probablemente me consumirían.

—Me tengo que ir. —Intento levantarme pero no me lo permite.

—Un segundo round y eres libre.

Me arrastra hasta que quedo debajo de él. Indefenso y a su disposición.

Lleva mis manos al cabecero de mi cama y las ata. Siento como la tela roza las cicatrices de viejas ataduras. Suspiro ante tal contacto.

Zack se posiciona entre mis piernas y comienza a acariciarme. En todas partes con toda la suavidad y el deseo del que es capaz de sentir. Su mirada hambrienta recorre mi cuerpo que ya tantas veces hizo suyo. Solo con su mirada siento que me enciendo.

—Tengo una pelea el sábado. Es la revancha contra tu amigo Elliot —Pongo los ojos en blanco. Eso ha cortado todo el momento—, ¿vendrás a verme, verdad?

Deposita un beso en mi nariz. Y me parece que la cosa más tierna que nadie jamás me haya hecho. Casi me dan ganas de llorar.

—Solo si continúas. —Suspiro cuando su nariz roza mi cuello.

Besa en todas partes excepto en mi boca. La que tanto anhela.

Muerde mi mejilla izquierda y luego intenta avanzar hacia mis labios. Desvío la cara, ya que no puedo usar las manos.

—¿Por qué no quieres besarme?

—Ya hemos hablado de esto, Zack. —Y lo hicimos, muchas veces.

—Pero nunca has sido sincero.

Eso fue un golpe bajo.

—Eres peligroso, Zack. Peligroso para mi corazón. —Esta vez estoy siendo completamente honesto y se nota.

Lo escucho ahogar un gemido, sus ojos se abren de par en par.

—No puedes decir eso y esperar que no me enamore de ti.

Quiero hablar de nuevo pero su dedo índice delinea mi labio inferior y me quedo sin aire.

—No estoy ciego, Kyle. Por mucho que digas que no quieres sentimientos en esta relación, tú mismo has empezado a tenerlos. Y eres cien por ciento correspondido.

Suelto un largo suspiro. No sé si es de alivio, frustración o de qué; pero sus palabras provocaron un cambio en mí.

—Me gustas mucho, Kyle. —Besa la comisura de mi boca. Tiro de las ataduras instintivamente y me remuevo debajo suyo.

Me rindo. Como siempre lo he hecho con Zack. Parece que siempre obtendrá lo que quiere. O quizás es que lo que él quiere es lo que yo deseo también.

Él parece notar mi seguridad. Esta vez no voy a correr la cara y lo sabe.

No me imaginaba que sus labios serían tan dulces y suaves, justo como todo de él. Se mueven con delicadeza pero con pasión. Por fin el momento que tanto ha esperado, tiene miedo de que lo rechace pero no puede reprimir sus ansias por mi boca.

Separo mis labios para él, es otra cosa en la que me rindo. Le dejo ganar la batalla contra mi lengua, dejo que mordisquee mis labios, me rindo a sus besos.

No lo dejo de besar ni un segundo. Ni cuando entra en mí ni cuando se mueve y ni siquiera cuando termina.

No sé cuánto tiempo estamos así, y cuando nos separamos observo sus labios, ahora rojos, y siento que quiero más. No estoy seguro de tener suficiente de él.

Cuando hablo mi voz suena ronca.

—Tengo miedo de enamorarme de ti. —Confieso. Me extraña cuando siento lágrimas calientes resbalar por mis mejillas.

—Ya lo estás, cariño.

Blue. Where stories live. Discover now