Capítulo 23: Carol.

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Elliot

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Elliot.

El sonido de llamada de un celular me despierta de mis sueños. Estoy seguro de que lleva sonando varios minutos.

Intento moverme pero me encuentro aprisionado entre los brazos y las piernas del modelo. Estoy literalmente envuelto. Poco a poco los recuerdos del día anterior llegan a mí.

Mi padre lo ha aceptado. Me ha aceptado. Sonrío. El hecho de saber que la persona más importante para mí no me ha rechazado hace que sea feliz de manera indescriptible.

Aspiro el aroma de Nathan, mezclado con el mío. Me doy cuenta de que no quiero moverme, quiero despertarme así todos los días, aunque me este aplastando entre sus brazos.

Me remuevo e intento salir.

—Quieto. —Dice la voz ronca de Nathan.

Me doy la vuelta y ahora mi espalda queda contra su pecho. Alcanzo mi celular de la mesita de noche. Observo la hora y los cientos de mensajes de Kendra.

Claramente me quedé dormido y no he ido al colegio. De todas formas no quería ir y tener que soportar al imbécil de Kyle. El hermano de este me aprieta más contra su cuerpo.

Cuando finalmente puedo escapar de sus abrazos, me levanto y decido ir a bañarme, luego tendría tiempo para despertar a Nathan.

Salgo de la habitación y entro en la puerta de enfrente. Me desvisto y entro en la ducha. Dejo que el agua se lleve todas las preocupaciones del día anterior, lavo mi cabello y observo como el agua se tiñe de azul a mis pies.

Estoy tan ensimismado que me doy cuenta que no estoy solo cuando se corre la cortina, dejando paso al modelo.

Grito de manera poco masculina e intento cubrirme, no solo el cuerpo sino también mis ojos. Quiero verlo pero no debería, ¿verdad?

—No sé si te has dado cuenta que está ocupado. —Digo ahora dado vuelta, inevitablemente mostrándole mis nalgas.

—Lo sé. —Se ríe y lo siento acercarse por detrás.

Sus manos acarician desde mis hombros hasta mi cadera, masajeando lentamente, yo suspiro.

—Date la vuelta. —Niego rápidamente, a lo que él añade—: ¿De verdad quieres darme la espalda?

Sus manos aprietan mi trasero y yo pego un salto. Me doy la vuelta instintivamente.

Mis ojos reparan en su cabello alborotado, su rubor en las mejillas y sus labios entreabiertos. Tiene un brillo en los ojos inescrutable, y mira más abajo de mi ombligo. Muerde su labio inferior. De repente siento calor en todas partes y el agua no parece funcionar para calmarlo.

—Eres... —Sube su mirada hasta la mía— hermoso.

El que se muerde el labio esta vez, soy yo.

Blue. Where stories live. Discover now