10. Insomnio

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Nos acercamos a una de las mesas donde había comida y cosas para tomar. Él miró esporádicamente la mesa y soltó un frustrado suspiro.


— ¿Qué sucede? —le pregunté.

—Puedes creer que no tengan nada que no provenga de algún pobre animal —dijo

— ¿Estas seguro? —dije y giré a ver la mesa.

Él tenía razón, allí había de todo, pero nada no proveniente de algún animal.


—Son todos unos cerdos —dijo mirando a la gente —Presumiendo su dinero y poder, y riendo con una copa de martini entre los dedos.

— ¿No te gusta esta gente?

—Para serte sincero, no. Pero toda mi vida he vivido entre ellos, y aun así no los tolero.


—Te entiendo, esta gente es demasiado irritante —le dije. Se giró a verme.

— ¿Vienes seguido verdad? —preguntó.

—Si —dije asintiendo.

—Es la primera vez que vengo a un lugar como este. Y te aseguro que hubiese preferido quedarme en casa, mirando una película y comiendo helado.

Miré a nuestros padres y hablaban animadamente.

— ¿Crees que hagan algún negocio? —le pregunté.

—Quien sabe —dijo y los miró también — ¿Ese es tu padre?

—Sí, él es mi padre —dije en un suspiro.

—No te pareces mucho a él —me dijo. Giré a verlo.

—No, me parezco más a mi...


Me miró esperando a que terminara de hablar. Sentí un pequeño nudo en el pecho, algo que me impedía poder hablar de ella.

— ¿A tu madre? —preguntó. Salí de mis pensamientos y lo miré.

—Sí, sí a ella —dije rápidamente. Miré hacia uno de los ventanales y la noche se veía bella. Sería bueno salir un poco —Oye, ¿salimos de aquí?


— ¿A dónde? —me preguntó confundido por mi repentino interés de salir de allí.


—Conozco este lugar, he venido antes. Tiene un muy bello jardín, podemos salir a caminar —le dije. Miró a su alrededor y volvió a mirarme.

—Está bien, vamos —me dijo.

Apoyé una mis manos en su espalda y lo dirigí levemente hacia fuera. Salimos y la leve brisa goleó nuestros rostros. No hacía calor, ni frío. La noche en verdad era perfecta. Comenzamos a caminar, por lo que parecía un laberinto de enredaderas.


—Wow, esto es increíble —dijo mirando a su alrededor.

—El jardinero que hizo esto se merece una consideración —acoté —Juguemos a las veinte preguntas.

—Que sean cinco —dijo divertido.

— ¿Cinco? ¿Nada más cinco?

—Nada más —sonrió.

—Está bien, acepto tus condiciones. Comenzaré yo —acomodé mi garganta — ¿Te agrada haberte encontrado conmigo esta noche?


Rio por lo bajo y me miró de reojo.

Arriesgada Adicción • JongKey  [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora