Capítulo 24

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El día en que conocí a Castiel mi mundo brilló un poco más, y a pesar de su hostil personalidad rápidamente logró meterse en mi mente. Ya no pasaba las tardes sentada sola en mi sofá preguntándome que estarían haciendo mis padres sin mí y compadesiendome de mí misma, sino que perdía horas enteras pensando en él, en sus malditos ojos grises y en como derribar sus muros, cada vez que pensaba en él me encontraba a mí misma sonriendo, sonriendo de una manera real, no una sonrisa fingida de aquellas que hoy en día se han vuelto tan comunes, era de verdad.

Maldito pelirrojo teñido.

Bufé mirando al techo para luego ver el reloj que colgaba en la pared de la cocina, Viktor se había ido hace media hora y yo en quince minutos tendría que estar en la cafetería.

Me puse el uniforme y guardé el delantal en un pequeño bolso que llevaba conmigo al trabajo, salí de casa y caminé atravesando el parque. Estaba un poco asustada, me preocupaba toparme otra vez con Castiel.

ㅡ¡Hey, Sucrette! ㅡsaludó Amy detrás de la caja registradora, le sonreí de vuelta y me acerqué poniéndome el delantal.

Y así empezó otro rutinario día, de todas formas no me podía quejar.

Cuando mi turno acabó solo quería volver a casa, darme un baño y ver algo en el televisor mientras comía chocolate. En eso estaba pensando mientras caminaba por el parque y algo llamó mi atención.

ㅡ¿Demonio? ㅡdí un paso hacia el perro. Éste levantó las orejas y me miró. Era Demonio, o al menos se parecía un montón.

ㅡ¿Demonio eres tú? ㅡpregunté acercándome más, dejé el bolso a un lado y me senté en el suelo mirándolo. Hace un año que no lo veía.

El perro se acercó moviendo la cola. Era Demonio, estaba segura.

ㅡ¡Hola! ㅡdije sonriendo y palmando el suelo a mi lado para que se sentara. Él lo hizo.

ㅡBuen chico... ㅡacaricié su el espacio entre sus orejas y alcé la mirada buscando a Castiel, sin embargo, no vi nada.

¿Por qué Demonio estaba en el parque solo? Castiel no vivía lejos pero tampoco lo suficientemente cerca para dejar a Demonio suelto. Castiel no dejaría a Demonio solo en el parque, en ningún lado, Castiel no dejaría a Demonio y punto.

A mí sí, pero a Demonio no.

ㅡ¿Qué estás haciendo aquí chico? ㅡl
Lo mire aún acariciandolo, él movía la cola. Era increíble que aún me recordara, siempre le caí bien.

Me quedé un rato sentada con él, jugando y entreteniendolo, cuando me di cuenta ya había pasado una hora y no se veía rastro de Castiel por ningún lado.

Suspiro, no podía dejarlo aquí solo, pronto iba a anochecer y podría perderse, pero la idea de ir a meterme a casa de Castiel tampoco me emocionaba. No era mi asunto...Demonio pasó su lengua por mi mano y me miró aún moviendo la cola. Bien, no podría dejarlo aquí.

Me puse de pie y tomé mi bolso.

ㅡBien, Demonio...dejame llevarte a casa ㅡNo llevaba correa así que esperaba que no se alterara y me siguiera tranquilo.

Hice todo el camino hacia la casa de Castiel, aún me lo sabía de memoria a pesar de que habían pasado muchos meses desde la última vez, Demonio me seguía tranquilo.

Al llegar me quedé parada frente a ella un par de minutos, preparándome a mí misma para lo peor, para verlo, o en el peor de los casos quizás ver a aquella arpía. Me acerqué y toqué el timbre, una, dos, tres veces pero nadie salía. Al parecer no había nadie.

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora