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No fue necesario que Reachell volteara a ver la escena; en la voz nerviosa de Zarek y la voz decepcionada de la chica era evidente que el momento era incómodo y tenso, así que sin decir nada se alejó de ahí dejando a ambos solos.

Zarek ni siquiera se percató de su movimiento, estaba demasiado sorprendido viendo a Adalia, quien lo observaba dolida y consternada. Él sintió que se le destrozaba el alma sólo con esa mirada. Tuvo que contener las ganas de abrazarla y besarla, de decirle cuanto la quería y la extrañaba. Pero no podía, ya no. Y eso lo hacía sentir mucho peor.

Dio un suspiro y caminó hacia ella un poco inseguro, imaginó que se alejaría pero por suerte no fue así, Adalia se quedó justo ahí. Inmóvil.

—¿Qué haces aquí? —Le preguntó tratando de sonar firme.

La chica no apartó la mirada de él en ningún momento. Todo en Adalia se veía seguro y decisivo. Excepto su mirada, en ella no había nada más que tristeza que él mismo había provocado. Con sólo tenerla frente a él le fue inevitable sentir culpa y arrepentimiento. Le había mentido tantas veces en los últimos días que podría considerarse que fue un completo patán. La hizo sufrir, él lo sabía, también fue causante de sus lágrimas, que dejara de comer durante días y que se haya deprimido cuando él la terminó.

Zarek siempre había sido hábil descifrando los pensamientos y sentimientos de Adalia, ella lo sabía y era por eso que en aquel momento se esforzaba en ocultar todo su sentir, pero ambos sabían que era imposible.

—Yo debería hacer esa pregunta —respondió con seguridad.

Era cierto que a Adalia se le dificultaba entablar alguna conversación con personas que no fueran sus padres, pero fue Zarek quien se acercó por primera vez a ella, fue él su primer amigo y novio; logró darle la confianza para hablarle sin ponerse nerviosa, algo que le costó algún tiempo.

Aquel chico pelirrojo tal vez había sido la primera persona con la que Adalia se había sentido cómoda y con la suficiente seguridad para hablar sin ponerse nerviosa.

—Vine con mi her... amiga —se corrigió rápidamente.

—Oh —dijo indiferente—. Dijiste que te ibas a Italia.

—Y es así —respondió de inmediato sin poder evitar el nerviosismo en su voz. Sabía que estaría pensando que le estaba mintiendo y que Reachell no era su "amiga", pero no podía ser honesto con ella, no ahora—. Ella me invitó a pasar las vacaciones aquí, es todo. Luego regresaré.

—Yo también lo hice, te invité y dijiste que no podías por algunos asuntos.

—Adalia... yo... —Dio un suspiró de frustración y se sujetó el cabello con fuerza. Cuánto deseaba explicarle todo; como el por qué terminó con ella, la verdadera razón por la que estaba ahí, quién era Reachell y su comportamiento raro en los últimos días que estuvo a su lado— Lo lamento. De verdad.

Zarek sabía que no arreglaría nada diciendo eso, pero, ¿qué más podría decirle? Ser honesto no era una opción.

—Está bien, no quiero que expliques algo que tú no quieras. Buenas noches, Zarek.

Se dio la vuelta para ir con sus padres, quienes no se habían dado cuenta de la escena, ya que estaban discutiendo sobre algunos cereales y de cuál deberían llevar.

El chico de inmediato la sujetó del brazo, ni siquiera lo había pensado cuando ya sentía su mano tocando su suave piel. Había sido un movimiento involuntario, como si de pronto alguien lo estuviera controlando.

Ella se giró con el ceño fruncido dispuesta decirle que ya no dijera nada, puesto que sentía el corazón hacérsele pedazos con cada segundo que pasaba cerca de Zarek.

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora