Capítulo 30: Tres extraños magos

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Cumplir las órdenes del maestro Alvian fue una misión más complicada de lo que uno podría pensar. En cuanto el maestro entró de nuevo al aula y me dejó solo  fui consciente de nuevo del efecto del tónico. Todo a mi alrededor era de un blanco absoluto. Era como estar en la Nada. Así que para salir de los pasillo me golpeé cientos de veces contra las paredes y puertas, maldiciendo por lo bajo e intentando hacer el menor ruido posible.  Pero por pura intuición logré salir de Aulas. Y allí la cosa cambió.

Todo cuanto había a mi alrededor brillaba con aquella extraña luz. Apenas me bastó una mirada para distinguir la débil energía de las piedras calentadas por él sol, la tierra tíbia y los mareantes pajarillos que revoloteaban de un lado para otro. De esa guisa empecé a andar hacía Alojamientos, aunque a decir verdad tenía el camino tan memorizado que podría haberlo hecho a oscuras.  Ver el entorno de aquella manera era muy emocionante. Aquello era la prueba irrefutable de que todo a mi alrededor estaba vivo, desde el más alto de los árboles hasta el insecto más diminuto. Por eso caminé con tranquilidad, observando con calma todo mi alrededor. Pronto empecé a distinguir el perfil de las cosas, y el paisaje pareció mucho más claro y nítido de lo que nunca hubiera podido imaginar. Al observar el Coliseo desde la pequeña colina observé el Coliseo y me quedé boquiabierto, quedando parado durante varios largos minutos observando la escena.  Los alumnos que estaban entrenando se encontraban practicando la magia. Sabía cómo veían ellos aquella energía; pero para mí era muy distinto. Los azotes de energía se movían de un lado para otro, disolviéndose en varios azotes o concentrándose en grandes grandes cantidades en pequeñas zonas. Y al darme cuenta de aquello decidí probar una cosa. Esperé hasta quedarme solo en el camino y entonces intenté levantar una barrera. Hasta ese momento apenas lo había logrado una o dos veces, y ambas barreras habían sido muy intermitentes y débiles. Sin embargo, aquella vez fue como mover un dedo, o tan sencillo como respirar. Con prácticamente solo desearlo  apareció ante mi una barrera tan densa que casi parecía estar hecha de piedra. La deshice rápidamente para no llamar la atención y seguí avanzando. Pero mi curiosidad era demasiado elevada, así que trás unos cuantos pasos intenté crear un azote de calor.

El resultado fue devastador. Ni siquiera llegué a ver los resultados de mi magia; de pronto estaba tirado en el suelo, con los pulmones vacíos y el corazón desbocado. Por suerte nadie me vio, por lo que me levanté lo mejor que pude y esta vez sí, me dirigí a Alojamientos sin detenerme ni un segundo más. No había que ser un genio para entender el uso militar del tónico de enfoque.

Un vez llegado al edificio decidí hacer caso al maestro y antes de subir a mi habitación decidí tomarme un baño. Intentaría describir lo que sentí al flotar en el agua con aquella extraña visión a mi alrededor, pero reconozco que ni siquiera se por donde empezar.

Mientras tomaba el baño pensé en las palabras de Alvian. ¿Por qué parecía tan asustado al verme?¿Que había visto? Lo cierto era que empezaba a sentirme muy frustrado. Desde que había llegado a la Academia todo eran acertijos confusos e imposibles de resolver. Knox, Owen, los Khayam, aquél mago del anillo que nos perseguía… Incluso Kachess se estaba convirtiendo en alguien indescifrable.

A medida que pasaba el tiempo poco a poco mi visión iba volviendo a su estado original, y para cuando subía las escaleras para ir a mi habitación ya podía volver a ver de forma normal. Lo cual a decir verdad era un poco desilusionante, ya que después de haber vivido aquella visión el mundo me parecía mucho más gris y muerto que antes. Además el efecto del tónico no había ni siquiera llegado a la hora, pero no tenía ni idea si aquello era a causa del baño o el efecto normal del tónico. En cualquier caso decidí aprovechar el tiempo, así que cogí pluma y papel y me puse a escribir una respuesta para la carta de Johan. Dyson seguía bajo la vigilancia de lord Korver en Residencias, así que pude escribir con total tranquilidad.
En la carta le conté todo sobre la Generación Dorada y el intento de asesinato de Nolan, mis clases con lord Korver y Gilchrist y un poco sobre mis clases y el día a día en general. Omití por completo a Je’Lad y mi improbable inclusión en el Círculo, pero dediqué varias líneas al extraño comportamiento de Kachess, los problemas de Marion y Marion y lo mucho que Lillian me había estado ayudando a distraerme por las noches. En la parte de la Generación Dorada intenté en un primer momento de incluir el máximo detalle sobre las casas y nombres que se suponían ser tan importantes, pero pronto me dí cuenta de que la mitad los había olvidado, y la otra mitad los había mezclado o ni siquiera había llegado a escuchar sus nombres, por lo que al final apenas escribí de cualquier otro que no fuera Etzio Kosta o Tyreke Belard.

Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora