Capítulo 8:

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Volví a casa cargado con dos bolsas llenas de botellines de cerveza. No me fijé en cuantos compró Even, pero se que fueron suficientes como para que las dos bolsas tuvieran bultitos a los lados. Even solo me dijo " te han hecho 2×1 así que compré de más para ser justos con el precio"

¿Quien soy yo para negárselo?

Entré en casa y me encontré todo sumido en un profundo silencio. A esta hora normalmente hay mucha actividad en casa, es la hora de la comida y Eskild es el que cocina, entonces no es normal no escuchar a Linn gritándole como loca a mi compañero que se le está quemando algo,  por eso estaba extrañado.

-¿Hola?-Pregunté. No esperaba la respuesta de nadie ni tampoco que saliera de la casa un psicópata con un cuchillo.

-¡Buh!

-¡Eskild!-Le grité tremendamente enfadado.

Quise recriminarle que es un impresentable, que se me podían haber caído las bolsas y que si se hubiera roto aunque fuera un botellín le pagaría él a Even todas y cada una de las cervezas pero tuvo la suerte de que apareciera Linn en unas condiciones favorecedoras para Eskild como para que olvidara toda nuestra conversación.

-¡Pero tápate por Dios, Linn!-Repliqué mientras me cubría los ojos con las manos.-¡Vives con dos hombres! ¿Como te paseas así tan ancha por la casa?

Que somos los dos homosexuales, vaya, pero tampoco es plan de que se pasee desnuda por la casa como si viviera ella sola.

-¿Lo ves Eskild?-Chilló. Estaba llorando y se ahogaba en su propio llanto.-¡No le atraigo a nadie! ¡Soy horrenda!

Ahora me sentía mal. Si fuera otro la cogería de las manos y la arrastraría hasta su habitación donde le haría gritar hasta que se quedara sin voz porque es de todo, pesada, cotilla, maruja, tímida, pero cualquier cosa menos horrenda.

Y eso es lo que le tendría que decir ahora, eso lo haría si fuera otra persona, Magnus por ejemplo que está coladito por ella o eso es lo que desde mi punto de vista parece.

-No...no te enfades, bombón.-Me destapé los ojos y me encontré con Eskild cediéndole su camiseta blanca de Jesucristo para que no pasara frío, luego la abrazó.

-Por eso nadie me ha dado aún mi primer beso...¡Porque soy fea!-Lloraba y lloraba cada vez con más intensidad. Eskild me miró buscando ayuda.

Y esque mi indecisión me estaba jugando una mala pasada. Yo siempre he sido el peor para ligar, para los consejos en el grupo pero sobretodo con las chicas y si ahora tenía que juntar mis dos peores cualidades saldría algo parecido a un churro.

Me acerqué a ellos y sin decir nada rodeé la cintura de mi compañera, la acerqué a mí y la abracé como si fuera tan delicada como un bebé y tan frágil como un jarrón de cristal. Al ser más alto que ella aproveché para apoyar la barbilla sobre su cabeza dándole acceso para que escondiera su rostro enrojecido entre mi barbilla y la faringe. Miré a Eskild quien no dejaba de hacer gestos, al principio no le entendí, parecía que estuviera cogiendo un cubo o algo parecido.

Después de varios intentos y bastante paciencia por su parte conseguí entenderle. Separé un poco a Linn y puse mis manos sobre sus mejillas.

-Eres de todo menos horrenda, que se te quite esa gilipollez de la cabeza, ¿Vale?-La miré a los ojos y me encontré con su mirada perdida.-Mirame.-Le pedí y ella sumisa lo hizo.-Prometeme que no volverá a pasar esto.-Dudó por un momento pero finalmente asintió. De las cenizas de su llanto apareció una hermosa sonrisa, resurgida del dolor y de una dura lucha.

-¿Alguien te dijo que eras fea?-Intervino Eskild. Acarició el pelo de nuestra compañera. Negó con la cabeza.-¿Sabes que cuando mientes arrugas la nariz? Si quieres ser una mentirosa profesional como Isak y como yo tienes que controlarlo.

Raging //Evak, SkamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora