El serio hermano de Puro

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Puro volvía del Insti solo, Fer había quedado con los chicos. Pasó a su buzón y tomó las cartas que habían recién dejado. En su mayoría eran facturas de la teteria y otras cosas, pero la última, tenía un matasellos diferente y él era el destinatario y el remitente una prestigiosa escuela culinaria parisina.

Cerró la puerta.

Dio mil vueltas por el salón, la miraba y la miraba. Tenía que abrirla. Intento hacerlo con la mente, a fuerza de verla por minutos; golpeando la esquina del sobre contra su frente; pensó en tirarla por la ventana e ignorar que había llegado, pero por fin lo hizo, rápido y sin más. En ella estaba escrito lo que ya sabía; sus recetas eran la perfección milimetrada y que ellas, le habían hecho merecedor de un lugar y una beca para estudiar ahí.

Ay madre. Se tiró en el sofá sintiendo su frente, lo habían aceptado. Su cuerpo se deslizaba por el sofá de lo ligero que se había vuelto al ver su alma irse por la ventana.

Lo habían aceptado.

Se quedó callado por unos minutos.

- Carajo - expresó tan pronto entenderlo -, pero es que... ¡Ahhh! - gritó lleno de frustración. ¿Qué le iba a decir a todos? Mordió su labio.

La puerta se abrió, alertándolo.  Guardó la carta de nuevo en el sobre y luego en el compartimiento  secreto de la mesilla del salón y se puso de pie.

- Puro, hola. ¿Qué tal? - revisando su móvil.

- Très bien - espabilando. Acomodando sus ropas.

- Uy. ¿Por qué hablas en portugués?

A ese comentario no le presto importancia más allá que un leve silbido sin aire, sus nervios seguían latentes.

- ¿Te pasa algo? - acercándose a él, prestándole toda la atención ahora.

- Nada. Es que... seguro tengo un poco de hambre, ¿comemos con padre?

- He quedado con Cecilia... - entrando en la habitación de invitados en la que dormía.

- Oh. Ya tienen nombre... - dijo bajito.

- Siempre lo ha tenido - se defendió ruborizándose su primo -, ¿tú?

- Quedé con Nando para comer... - recordando que también tenía que cambiarse.

-:-

Madrid era abrumadora para alguien que recién la veía. Por eso llegó demasiado tarde al lugar de encuentro. Ajetreado por haberse pasado tres estaciones y volver andando, no sin antes haberse equivocado de línea. En Málaga, recién había sólo una y nadie se perdía. Encontró el centro comercial y entró, liado de nuevo por encontrar la zona de comida. Sacó su móvil y estuvo a punto de llamar...

- ¿Te cortaste el cabello? - preguntó Fer y sin oportunidad de dejarle responder continuó -: no importa. Te ves igual de guapo...

A punto estuvo de darle un beso cuando, el castaño le dio un golpe en el pecho separándolo de él.

- ¡Quita maricón! - empujándolo -... No puedo creer que así sea Madrid... - alejándose encabritado, maldiciendo a su hermano. ¿Por qué no pudo pasarse por la estación?

Fer lo hizo en sentido contrario al que el castaño lo había hecho, extrañado por tal comportamiento que lo desconcertó tanto que chocó con alguien, que hizo que su mirada se postrara en la primera melena castaña desordenada que encontró.

- ¡Puro! - acercándose a toda prisa a él, sintiendo su cabellera, sus mejillas, confundiéndose demasiado.

- Nando, ¿qué pasa? - sonriéndole. Su rostro le causaba una ternura así que tomándolo por sorpresa le dio un breve beso en la boca.

Te voy a enamorar Where stories live. Discover now