Una nueva rutina

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Puro estaba sentado en la barra de la teteria, viendo el día tranquilo que poco a poco comenzaba a terminar. Repasaba recetas mentales, hacia cuentas, cálculos; estaba ansioso. Todo se estaba yendo tan rápido desde ese día, que están seguro que afectaría de algún modo su vida; quería llevarlo por ahora en secreto, así se pensaría qué hacer sin las presiones de los demás.

Pero, ¿cómo...?

- Jordi - bajándose del banquillo en el que estaba para recibir a su primo, guardando su libreta en un cajón.

- Puro, hola. Eh... ¿Está mi tío?

- Claro. Ya mismo le hablo... - entrando en la cocina y volviendo con su papá.

Jordi le explicó a su tío que su padre estaba por irse de nuevo de viaje, está vez a Portugal, y se quedaría ahí por lo menos medio año y él quería ya acabar el Insti para aplicar para alguna universidad e iniciar una vida lo más independiente posible.

- Por lo que quería ver sí me puedo quedar con vosotros... Ayudaría aquí y en la casa...

- ¡Pero por supuesto! - aseguró Puro de inmediato abrazando a su primo, pero este esperaba la respuesta de su tío.

- ¡Claro hombre! - dándole una palmada en la espalda - ¿necesitas ayuda con tus cosas?

- No. Padre puede dejarlas mañana aquí. De todas maneras, quiere comer una última ve con vosotros antes de irse.

- Vale. Entonces prepararé algo - afirmó don Justo.

Puro despedido a su primo y volvió  por su libreta, cuando estaba acercándose a la puerta de su edificio, una silueta estaba ahí; recién había tocado el telefonillo y llevado sus manos a los bolsillos traseros de su vaquero, ese que casi volvía loco a Puro por dejar ver el redorado trasero de quién lo portaba. Aclaró su garganta y preguntó:

- ¿Busca a alguien? - imitando la voz del viejo portero. Ocultando su libreta.

- Sí... - volteando y viendo a Puro -, busco a mi novio. ¿Sabe sí está?

- Pues no lo sé... - coqueteó Puro -, de pende de para qué lo quiere...

- Ah - respondió Fer acercándose peligrosamente a su novio -, pues... para besarlo... - acercándose a los labios de Puro que los recibió de buena manera -. ¿Subimos?

- Creo que ya no podremos venir aquí... - cerrando la puerta de su edificio -, que mañana Jordi se muda y seguro estará todo el día en la casa.

- Está bien - jalándolo a un punto muerto de la entrada del edificio, donde no el conserje podía ver nada. Tomándolo de la cintura y quitando su cabello castaño, que había crecido y ahora le caía más allá de la nariz en ondas suaves y esponjadas -, mientras pueda verte - compartiendo sus labios con Puro.

Pasaron de paseos a encerrarse en la habitación de Fer besándose por horas; riéndose de ello, impartiéndose sus labios, que quedaban rojos e hinchados al finalizar el día. Como ese martes por la tarde, tumbados en la cama de Fer, con las mochilas tiradas a un lado de la cama.

- Deberíamos... - aceptando un beso -, comenzar con... - riéndose por el beso que no se contuvo de darle a Fer... -, con los deberes... - saboreando sus labios...

- ¿De verdad quieres hacerlo? - hablando rápido y bajito para no dejar a Puro a la espera de otro beso con los ojos cerrados y la boca abierta, juntando la suya cuando acabó de preguntar, tomando sus mejillas.

- No. Creo que no... - riéndose, repasando de nuevo sus labios. Sintiendo su mentón. Su tuviera que decir una cosa que le guste de besarse con Fer, era justo eso: sentir su mentón, su cuello, rozar con sus manos sus mejillas.

Las manos de ambos frotaban los brazos desnudos del otro no pasaban de ello; con los ojos cerrados, era algo de lo que no pasaban; se tiraban en la cama y comenzaban, dejando un pequeño espacio entre ellos. Hasta esa tarde, cuando Puro puso su mano en la curva que se hacía en la cintura de Fer por estar acostado, consiguió que el moreno se decidiera y viera a Puro que había conseguido que se pusiera rojo por completo.

- Disculpa - quitando la mano de ahí.

- No - aseveró Fer poniéndola de nuevo ahí -, está bien - volviendo a besar a Puro, quién siguió moviendo su mano hasta levantar por completo su playera, dejando ver el elástico de los bóxers de Fer y sentir como su piel se erizaba con su mano recorrerla. Le temblaba mano a Puro, jamás había sentido otra piel y esta era suave y tibia.

Fer se limitó a disfrutarlo y pasado un tiempo, su mano cambió también de lugar; salvo que este estaba más abajo de donde estaba la de Puro: su trasero, decidió sentirlo, se sentía carnoso incluso por encima de su vaquero, redondeado y tierno de algún modo. Los besos se aceleraban dado las acciones de las manos de ambos, que impulsaron a Fer a acercar de un tirón el cuerpo de Puro al suyo, sintiendo su cintura, su espalda, queriendo fundirse en él; revolviendo su cabello, levantando su camisa, algo que sintió como indicativo para Puro de la sacara por completo. El moreno se quedó asombrado por verlo tan de cerca, era más curvo de lo que había imaginado por las noches en su cama.

Le temblaron las manos, era como corromper un lugar sagrado; su piel estaba blanca, su respiración hacia que todo su pecho se moviera agitado y por fin lo hizo: sintió su pecho, lo recorrió lento, admirándolo, queriendo no olvidarlo, su vientre lo sintió con ambas manos que se separaron a la cintura; estaba maravillado viéndolo. Lo besó cerca de su clavícula derecha; repasó su cintura sin pudor alguno mientras volvió a besarlo. Sus movimientos eran intensos.

- Eres muy guapo - soltó por fin Fer al verlo a los ojos.

- Anda...

- Que sí... - acercándose para volver a besarlo.

"¡Chicos, bajad! La comida yaestá en la mesa" ordenó su madre tocando sólo la puerta. Porque,  si bien no sabía bien lo que hacían, sabía que a su hijo siempre le había incomodado que entrara sin permiso.

- Venga, vamos - quitándose de encima de Puro. Pero este lo tomó una última vez para besarlo y sentir su espalda una última vez.

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