Primera plana

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14 de septiembre, el reloj posando las 6:15 Am,

—Rin... Rin... Rin...-

suena el despertador dando cierre a un sueño profundo que no se admitía soltar a Claus, el despertador tuvo que hacer un segundo intento,

—Rin... Rin... Rin...-,

Claus se gira en sus sabanas, enrollándose como una oruga, con los ojos cerrados intenta atinarle al reloj despertador.

¿Por qué no utilizaba su móvil? Puesto a que le preocupaba ciertas cosas que veía en las noticias sobre las ondas y otros términos que no entendió o recordaba pero sabía que lo emitía y recibía este, le parecía más adecuado usar su reloj despertador. Después de un intento fallido, orientándose con su recuerdo comienza a deslizar su mano sobre el piso de su habitación, hasta que entro en contacto con su mesa de noche, tanteando subió poco a poco, y ya llegando arriba en torpes intentos de apagar ese sonido irritante que le carcomía lo oídos, derribo la lámpara haciendo un estruendo.

Enfadado por el incesante despertador, abre un ojo, lo deja semi-abierto, mirando todo con siluetas sin definir nada, coloca la mano en su reloj, y al fin logra apaciguar el sonido, se da vuelta, desenvuelve su cuerpo de aquella capa de tela, se extiende de brazos y piernas, mientras mira fijamente al infinito de su cobertizo como la madera de pino da giros cambiando su tonalidad de un marrón oscuro pardo pasando a uno levemente más aclarecido.

Suelta un estruendoso bostezo, mientras arruga sus ojos, y tensa su cuerpo. Toma fuerzas y se levanta, posa sus pies en la caoba dando sus primeros pasos al baño, parecían los de un bebé que aprendía a caminar, flojos sin firmeza, luego enderezando su espalda parecía cuando bebía demás y se abalanza sobre lo que está frente a él, tanteando la pared y guiándose con la pared como si hubiese perdido la vista.

Se mira al espejo y observa su cara desgastada, cansada con grandes sacos oscuros bajo sus ojos, todo despeinado, se cepillaba con la mayor paciencia posible, no estaba apresurado por salir al trabajo, se da una larga ducha y se retira a vestirse, camina por el pasillo y queda frente a la puerta, él no quería salir, él sabía lo que estaba allí posado abajo, tal vez tirando en las escaleras, o en un arbusto tal ves hasta en la alfombra. Se inclinó a su izquierda y fue a la cocina encendió la cafetera mientras buscaba en sus alacenas, algo que le apeteciera en ese momento, se sienta en la mesa con su desayuno y una taza de café en la mano, contemplando la entrada de su morada, él no quería verlo, no quería aceptarlo pero si lo veía allí sería cierto sería una confirmación, no... No puede ser cierto, su mente divagaba estaba naufragando en sus lagunas mentales.

—Tal vez, no pasó hoy, o aún no a pasado- dijo en murmullos para el mismo,

pero él aún sin pruebas, sin saber si era cierto o no, sabía que si estaba allí acostado en la puerta o las escaleras. El niño del periódico siempre pasaba temprano, más que nadie, muy amable y siempre con una sonrisa, lanzando hojas en dirección hacia todas las casas del pueblo. Su mente era un agujero negro, estaba estático mirando la puerta, esperando como algo que no fuese el levantase su cuerpo, caminara hacia la puerta la abriera y leyera el periódico.

El sonido de su móvil rompió el silencio de su casa, sacando a Claus de el trance en donde el mismo se había puesto,

—¿Si, hola?- dijo Claus dandole un sorbo a su taza,

—Ah... Hola Claus, espero no haberte despertado- dice el shérif, con pena ante Claus por llamarlo tan temprano,

—Oh... No tranquilo shérif, estaba despierto hace rato ya, yo trabajo temprano-dijo Claus con gesto amable pero hipócrita, ya sabia por qué lo llamaba el shérif,

—Está bien Claus, ya veo que no soy el único, era para ver si podías desviarte un momento a la comisaría esta tarde, me gustaría hablar contigo- dice el shérif mientras se escucha en la bocina del móvil, como juega con su pluma,

—No tengo ningún plan para esta tarde shérif, cuando salga de el correo prometo dirigirme a la comisaría- responde Claus, tratando de ser servicial,

—Ok, estupendo, entonces nos vemos esta tarde, buen día Claus-dice el shérif despidiéndose,

—Buen día shérif- Claus se despide colgando su teléfono.

Le da un gran sorbo a su taza, soltándola en el lava vajilla, una mordida a su pan, y se encamina a la puerta, su corazón se acelera, cada paso a ella es una presión sobre el,

—no estará, no estará, no...-

pensaba Claus mientras sacaba sus llaves de entre su bolsillo y abre su puerta lentamente, "no pasó, no ocurrió nada, seguro la veré en el correo hoy, con su gran sonrisa, y su inconfundible sarcasmo" pensaba Claus es su mente nublada por la negación, él sabía que ella no iba a llegar a trabajar, pero estaba ciego por sus pensamiento, con temor mira sus pies y allí estaba posando arriba de la alfombra que decía, "Dulce hogar", era el periódico, con su mano temblorosa lo levanta, y lo pone a su vista, él sabía lo que estaba allí, estaba seguro que eso estaba allí, pero no lo aceptaba, levanta su mirada y lee el encabezado, " Trágico accidente automovilístico en Heaven Woods, termina con la vida de dos jóvenes",

Si había pasado, lo estaba leyendo, Lisa estaba muerta, ese extraño llamado aquella noche, pero no fue un accidente, "esa niña" ¿quien era esa niña?, pensaba Claus, con millones de dudas y lagunas mentales en su cabeza. Levantó su mirada y soltó el periódico, no le interesaba leer nada más, ni la sección de deporte que le gustaba leer todas las mañanas, no le interesaba saber si los Red Sox, había ganado o perdido, o si ya habían encontrado al canino desaparecido. Bajo las escaleras casi cayéndose en el pasto y recuperando su equilibrio, comienza su trayendo a el trabajo, le esperaba un largo día.

Ella LunaWhere stories live. Discover now