THREE DAYS TO GO.

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Soñé con recuerdos esa noche, era una extrañaba mezcla entre realidad y fantasía en donde mi cabeza jugaba con mi memoria, llevándome de nuevo a aquel recital de baile del cuál jamás salí por completo, porque estaba frente al escenario la mejor persona que pude haberme topado en mi camino, produciendo finos y fuertes movimientos con su cuerpo. Hoseok terminó de bailar, pero siguió creando hermosos pasos en mí día tras día en una sinfonía completamente mía, estar con él era el mejor baile de mi vida.

- ¿Puedo saber cuál es tu nombre? - me preguntó el bailarín a mi espalda, con su traje negro y sus claros ojos, mientras yo caminaba para salir de aquel viejo teatro.

Me di la vuelta, encarándolo nuevamente. Era increíblemente guapo, lucía lleno de luz y vida, un tanto misterioso con aquella sonrisa torcida.

- No. - le contesté, guiñándole descaradamente el ojo. Sonrío complacido, e intento dar un paso hacia mí.

- ¿Te veré otra vez?

- Tal vez, Hoseok...

Mis ojos se abrieron lentamente, el cuarto estaba repleto de luz, podía escuchar el sonido de los coches en la calle, las voces en la radio del vecino de arriba, la pausada respiración de mi novio y me sentía de nuevo con vida, un día más.

Alcé mi mano hasta poder verla completamente estirada, casi tocando el techo, o eso me gustaba crear, un rayo de sol estaba en la palma de mi mano, dejándome jugar con ella unos minutos más.

Me sentía en paz, en momentos así, cuando podía jurar que podría vivir eternamente... y venía el inevitable miedo de morir, ¿qué sería de mí, porqué ya no podría jugar con la luz, y escuchar los mismos sonidos cada mañana?

- Buenos días. - susurró Hoseok aún adormilado a mí lado, volteé a verlo y me encontré con la primera sonrisa de mi día. Sus ojos me observaban atentamente, haciéndome bajar la mano y acariciarle la mejilla.

- Buenos días, Hobi. - respondí, hablando bajo, sintiendo su suave piel...

Después de varios minutos tumbados en la cama, decidimos desayunar algo, antes de que tomara mi dosis diaria de pastillas contra los efectos secundarios del cáncer, y así comenzar mis mañanas de la misma forma.

El olor a Hot Cakes y malteada de chocolate reinó la cocina, Hoseok se encargaba de cocinar mientras yo ponía la pequeña mesa en orden, puse todos los tipos de mermelada, miel, y chocolates que teníamos, listos para ser devorados esa mañana. 

Para ser honesto, comía lo que se me daba la gana en ese tiempo, disfrutaría de todos los sabores que el mundo culinario podría ofrecerme, ya que no quería irme con ganas de nada, quería probar todo sin un rastro de culpa, la vida era demasiado corta para eso.

- Estaba pensando que podríamos salir a comprar algo de ropa de invierno, las noches ya empiezan a sentirse frías... - me dijo mi novio desde el otro lado de la mesa después de terminar de tomar su sorbo de malteada. - ¿Piensas pasar las fiestas enfermo? - asentí, y el solo ignoró mi respuesta. - No en mi guardia, señorito.

- No veo el caso de comprar tanta ropa que al final se quedará.... - noté como su cuerpo se tensaba, así que decidí cambiar de tema. - De acuerdo, aún así quiero comprarle algo bonito a tu mamá, su cumpleaños se acerca.

- Tienes razón, ¿qué podría ser? Vi que tenían... - el timbre sonó desconcertándonos a ambos. ¿Quién sería a esa hora?

Me levanté y casi corrí hacia la entrada, en donde al otro lado de la puerta se encontraban Namjoon y Jin, ambos sosteniendo unas bolsas en sus manos.

We lost the sea.Where stories live. Discover now