24: El lobo con piel de cordero.

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Con Cole habíamos desarrollado un código para alertarnos cuando las arpías se nos acercaran. Dependiendo el grado de la alerta, Cole sabría que aconsejarme para no salirme de mis casillas y lograr ponerme a todo el mundo en contra, cómo Taylor y Amelia estaban planeando hacer que me ocurriera. No era bueno estar pendiente de cada uno de sus movimientos pero era lo que me salvaría de terminar asesinada por parte de Amelia o expulsada de la casa por meterme con la princesa Taylor.

El primer ataque había sido un mi habitación, donde no tenía como mostrarle al resto que me habían manchado una de mis remeras favoritas. Sí, la habían llenado de pintura por todos lados. Estuve a punto de ir a arrancarle los pelos por eso. Cole la había caratulado de alerta verde, código Arpía Junior, por el grado de importancia. Si bien se trataba de una de mis prendas predilectas, no estaba en riesgo ni mi integridad física ni mi integridad moral. Era el punto más bajo.

Después de un par de golpes como esos, como desordenarme las cosas o cambiarme de lugar algunos objetos, incluso robarme la crema de enjuague, por más infantil que fuese, las cosas fueron en aumento. La alerta amarilla llegó esta mañana, cuando encontré uno de los libros que mi padre había puesto en el librero de mi habitación con marcas de labial por todos sus lados. El micro infarto que me dio en cuanto vi eso fue tal que agradecí que Cole hubiese estado a mi lado. Con los libros no, señores, nadie podía meterse con ellos.

—Yo sé que es un código Arpía Senior, pero tienes que mostrar que eres adulta —Estaba seguro que mi amigo estaba notando el humo salir por mis orejar—. Vamos, Samantha, respira profundo —Intenté hacer caso a lo que Cole me estaba pidiendo—. Eso es, así... Inhalo... Exhalo... Así me gusta...

—La voy a descuartizar —Dije mientras dejaba ir el último aliento—. La voy a convertir en pedacitos y se la voy a dar de comer a los leones del zoológico... No, mejor no... Los pobres leones no tienen la culpa...

—Sam...

Pero Cole no pudo decir nada más porque en ese momento Liam y Paul entraron en la habitación por la puerta del baño. Ambos amigos venían riendo de alguna idiotez que Paul estaba diciendo. Por Dios, que lindo que estaba. El cabello de Liam estaba revuelto, como si recién se hubiese estado pasando la mano por él muchas veces, y sus ojos brillaban con intensidad cuando se cruzaron con los míos. Una sonrisa instantánea apareció en mis labios cuando lo vi acercase con rapidez. Por favor, que esto nunca termine.

—Nada de exhibiciones publicas de afecto, por favor —Cole puso los ojos en blanco en cuanto vio a Liam rodearme la cintura con sus brazos—. Yo se que llevan casi una semana de puro romance, pero dejen de molestarnos. Con Paul nos negamos a ser testigos de sus malditos besos.

—En serio, Liam, deberías controlarte un poco —Paul se paró al lado de Cole, secundando lo que mi amigo estaba diciendo—. No debes corromper el alma de Samantha con tu oscuridad...

—Por el amor de Dios, Paul, deja ya cincuenta sombras —Liam puso los ojos en blanco mientras Cole y yo nos reíamos—. Te está afectando en gran medida toda esa movida.

—Puff... No sabes de lo que hablas —Paul resultó bastante ofendido por los dicho de su amigo—. Puedes decirle lo que venimos a decirle e irnos a arreglar todo para mañana.

— ¿Me incluye? —Los ojos de Cole relucían por la curiosidad, lo que me hizo reír— No sé que te causa gracia, somos un paquete. Si no me incluyen, no irás. No lo permitiré.

—Basta, Cole. Deja que hablen.

—Con Paul hemos sido invitados a una fiesta en la playa para año nuevo, es decir, hoy a la noche —Una sonrisa se dibujó en el rostro de mi amigo. No, por favor, no—. Y quería que vinieras conmigo...

Conviviendo con el enemigo. [Conviviendo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora