7: El karma es una perra.

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Estaba meada por un elefante, eso seguro. Mierda. Esto no me podía estar sucediendo. Si había creído que tener a Taylor y a su hermano de vecinos era lo peor que me podía pasar, estaba jodidamente equivocada. Doble mierda. Ellos vivían bajo el mismo techo que mi padre, ellos eran los hijos de su mujer, ellos eran mis hermanastros. Triple mierda.

Creo que en algún momento Cole notó que había empezado a hiperventilar porque me tomó del brazo y me arrastró a la habitación. Yo solo quería salir de allí. Él se sentó muy pacientemente en el borde de la cama mientras comencé a caminar de punta a punta la nueva habitación que ya no me gustaba tanto. Las paredes se me venían encima y solo quería gritar como loca.

—Respira, Samantha Clare, respira antes de que cometas una locura. —Dijo Cole antes de que pudiera hacer algo.

Tomé una larga bocanada de oxígeno para mis muy necesitados pulmones. Sólo debía calmarme. Seguramente debía ser una alucinación mía, esto no estaba ocurriendo. Volví a respirar, logrando que mi ritmo cardíaco disminuyera y que mi cabeza dejara de dar tantas vueltas. Respirar, respirar, respirar, respirar. Sólo en eso debía concentrarme en ese momento.

—Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda. —Comencé a murmurar una vez que me senté al borde de la cama.

—Tranquila, Sam, Tranquila. —Cole pasó el brazo por mi hombro.

— ¡¿Me pides que esté tranquila?! ¡¿Cómo diablos puedo estar tranquila cuando mi enemiga, por una razón que no conozco, y su hermano, por el cual tengo sentimientos, van a vivir bajo el mismo techo que yo por dos meses?! —Tomé una larga bocanada de aire— En serio, yo creí que la peor parte sería reencontrarme con mi padre pero creo que esto supera todas las expectativas.

—El karma es una perra, lo sé, pero ahora debes ser una sonriente Sam o por lo menos una no tan alterada —Cole levantó la mano para frenarme, estaba a punto de demostrarle que podía tener la boca más sucia que un marinero—. A Taylor la vences con indiferencia, ella no tiene que saber que esto te toma por sorpresa.

— ¡ME TOMÓ POR SORPRESA! —Me queje.

— ¡Shh! No hagas un escándalo o los atraerás aquí y lo último que necesitas es que te vean en este estado, querida —Cole tenía razón, lo odiaba, pero tenía razón—. Sólo respira un poco más y tómate con calma las cosas.

—No me pidas eso. —Murmuré con los dientes apretados.

—Bueno, respira hasta que te sientas lo suficientemente relajada para entablar una conversación conmigo —Levantó el dedo para apuntar algo que acaba de decir, lo sabía—. Nótese que no utilicé la palabra tranquila.

—Vaya, que considerado de tu parte —Puse los ojos en blanco—. Muchas gracias Cole.

—De nada. —Dijo con su sonrisa más brillante.

Lo odiaba por sacarme una sonrisa en aquel instante, sólo él podía conseguir que me relajara ante tanto caos. Sonreí levemente antes de obligarlo a que me abrazara con fuerza. Si Cole estaba conmigo, podía enfrentar lo que sea. Ambos podíamos ganar la tercera guerra mundial con los ojos vendados.

En los minutos, no sé cuantos fueron, que estuve entre los brazos de mi amigo, todo comenzó a tomar sentido. Había pasado gran parte de mi vida ignorando a Taylor y sus agresiones, no podía cambiar mi estrategia ahora. Sí, sería más difícil porque serían veinticuatro horas durante siete días a la semana, pero iría un paso a la vez. En cuando a Liam, él no tenía porque saber sobre mis sentimientos y con Cole cerca podía disimularlo bien.

Podría con esto. Sería atravesar mi propio infierno, pero podría con esto.

Me aparté de los brazos de mi amigo con una nueva determinación de la cual aferrarme para hacerme cargo de esta situación. Me puse de pie para buscar algo más, algo que me terminaría de dar la fuerza. Me había acompañado en mis peores momentos, lo único a lo cual me aferre aquel día que papá se fue. El único objeto que me permito conservar de aquel hombre me había dejado hace muchos años.

Conviviendo con el enemigo. [Conviviendo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora