18: Cuando la paz se acaba.

4.8K 231 2
                                    

Me había pasado veinticuatro horas encerrada en mi habitación con la escusa de que no necesitaba salir, que me dolía la cabeza y que prefería quedarme acostada. Carol lo había aceptado, me llevó comida a mi habitación y todo. La culpa me carcomía por dentro pero cuando escuchaba la voz de Taylor por la casa, se me pasaba. Estaba perseguida. La emoción de las palabras que había dicho Liam se había pasado y la mirada de amenaza que la chica me había dado venía a torturarme. ¿Por qué diablos me tenía que pasar esto?

Había sobrevivido casi un mes sin problemas y justo, unos días antes de las fiestas, Taylor tenía que declararme la guerra porque su hermano se fijó en mí. Una de cal y otra de arena. Suspiré un poco frustrada por lo cobarde que estaba siendo, ni siquiera me había tomado un momento para buscar a Liam para hablar del asunto de él gustando de mí; y vaya que ese era un asunto. De todas formas, parecía ser un día tranquilo porque no se escuchaban movimientos en la casa.

Tal vez si llamara a Cole... Miré el libro que había comenzado a leer en medio de mi reclusión que me había impuesto, su protagonista era una guerrera que buscaba la independencia de su país en un mundo donde los hombres eran los que dominaban. La trama me había atrapado tanto que no quería largarla, definitivamente eso había hecho más llevadero mis momentos de soledad. Podía elegirla por sobre llamar a Cole, le había mandado un mensaje advirtiéndole que tenía noticias que darle. Nunca que vas a pensar en salir de tu habitación.

En medio de mi debate interno, un golpe en la puerta me hizo sobresaltar. No me dio oportunidad de hablar, ni siquiera estaba preparada para ver a Michael entrar. Lo que más me sorprendió fue verlo entrar con una bandeja de desayuno para dos, dos tazas con muchas tostadas, queso, dulce y un vaso de jugo como el que tomaba cada vez que desayunaba. Tenía una sonrisa en sus labios cuando notó la sorpresa en mi rostro. Esto era todo nuevo para mí, estaba volviendo a tener cinco años.

—Buenos días, Samantha. —Con una agilidad que envidiaba, Michael logró cerrar la puerta con un pie sin tirar nada en la bandeja. Definitivamente en eso no nos parecíamos.

—Hola... —Murmuré, dejando a un lado el libro que me estaba haciendo dudar entre seguir siendo una ermitaña o salir para relacionarme con otras personas. A pesar de saber que una me haría la vida imposible.

—Me dijo Carol que te sentiste mal todo el día de ayer... —Asentí, no quería hablar de eso porque terminaría diciéndole que había mentido para que nadie me molestara— Entonces, decidí que hoy desayunaría contigo para asegurarme de que todo estaba en orden.

—Ya me siento mejor, si eso es lo que quieres saber —Me crucé de piernas, sentándome en el centro de la cama, para que Michael tuviera lugar donde apoyar la bandeja y sentarse sin problemas.

—Me alegra oírlo...

El silencio comenzó a incomodarme mientras lo observaba asegurarse de que nada se volcaría. En silencio, comenzó a preparar una de las tostadas mientras me dejaba adaptarme. Era todo tan raro. Sentía que estábamos forzando una situación de la cual podríamos escapar y, al mismo tiempo, mi corazón se hinchó al comprender que estaba intentando mejorar las cosas entre nosotros. Has el intento, Sam, déjalo entrar un poco.

—Recuerdo cuando me llevabas el desayuno en la cama —Extendí el brazo para agarrar el vaso con jugo que me había traído—. Mamá se enojaba porque siempre terminábamos ensuciando todo cuando ella no limpiaba nada...

—Tu madre sólo se quejaba porque nunca eran sus ideas las que te gustaban —Michael sonrió de lado mientras bebía su café—. Era algo así como una competencia por ver quién lograba captar tu atención, cosa que no era nada fácil.

Conviviendo con el enemigo. [Conviviendo #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora