Especial de Navidad ~Lágrimas, sonrisas, regalos y muérdagos~

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~Lágrimas, sonrisas, regalos y muérdagos~

Las calles de Inglaterra habían sido colmadas de nieve, en donde cualquiera colocaba la vista montonales de nieve blanca aparecían; la nevada del día anterior sin duda había dejado grandes bloqueos en la carretera, sin embargo, a pesar del tremendo frio y la avalancha de personas Katherine y Sebastian habían ido a comprar los regalos de Navidad, que sería justamente al día siguiente. Con un muy malhumor Katherine esquivaba a la multitud, era un pésimo día para ir al centro de Londres, y aun así se había dejado arrastrar por el demonio a su lado, quien sonreía galantemente.

—¿Por qué hemos venido hoy? —se quejó casi gruñéndole al pelinegro, tratando de matarlo con la mirada—. Esta infestado de gente, pudimos haber venido mañana, no es como si ellos no pudiesen esperar por un regalo —y con ellos se refería a los sirvientes de la mansión, a su primo y a su adorada Nana. Sebastian asintió dándole la razón ya que contradecirla en momentos como ese seria una gran equivocación.

—Lo sé, pero eso le quitaría el espíritu de la Navidad, la tradición dice que-

—Sé a la perfección lo que es la tradición, no me trates como una ignorante —y sin más se adelanto a entrar a una de las tiendas marcadas en su lista. El demonio se quedó confundido ante su actitud, era la primera vez que veía a Katherine tan inquieta y malhumorada sin razón alguna. Desde hace unos días se había molestado de todo lo que el demonio hiciera, sus peleas se volvieron constantes; sin duda Sebastian no comprendía que estaba sucediendo. Incluso se sorprendió de que no sospechara nada, es decir, Sebastian la había convencido para ir por los regalos de Navidad justo un día antes, poniendo como excusa el espíritu Navideño, ¿desde cuando a un demonio inmortal le importaba cosas tan triviales como eso?, obviamente era un plan que tenía junto con los sirvientes.


Hace dos días habían acordado en celebrar la Navidad en la mansión, querían celebrarla de manera tradicional inglesa, a petición de la mayoría; ya que sería la primera Navidad que pasarían con Kathe, pues, los años anteriores la chica estaba en viajes de negocios en esas fechas, por lo que ignoraba la Navidad y lo tomaba como un día cualquiera.

—Debe ser grande, y hermosa para agradecerle a la señorita lo que ha hecho por nosotros —exclamó Adeline sonriendo ilusionada, a lo que Lacie la apoyo sin dudar.

—Con muchos regalos, cosas que le gusten pero que también utilice —aportó Thomas acomodándose los lentes, tratando de pensar en algún regalo perfecto.

—Por favor señor Sebastian ayúdenos a que esta sea la mejor Navidad de la señorita Katherine —tuvieron que rogarle al demonio para recibir su ayuda, ya que, al ser un inmortal perfeccionista todo saldría como lo planearon.

Aunque de cierta forma Sebastian ya tenía en mente celebrar algo para esa fecha, y gracias a los sirvientes tendría a quien echarle la culpa si las cosas salían mal (por supuesto, solo en dada la emergencia). Sebastian había dicho que haría cada quien, mientras que él distraía a Katherine, pensó que sería sencillo, pero con el humor de su joven ama comenzaba a arrepentirse de hacer tal trabajo.

Nada le gustaba y comenzaba a irritarse cada vez que Sebastian la obligada a entrar a muchas tiendas con pretextos tontos, Katherine incluso llego a pensar que el demonio se estaba vengando por cada cosa mala que le había hecho en el pasado, antes de convivir y llevarse mejor. No es que fuesen muchas, solo que a veces la castaña excedía el limite.

Mientras tanto la mansión era todo un desastre; cada uno de los encargados se las había arreglado para arruinar su trabajo encomendado, Adeline tenía la tarea de adornar la fachada de la mansión, para que luciera hermosa, sin embargo, todo el adorno termino lleno de nieve, ya que no la había quitado con anterioridad. Thomas era el encargado de adornar la parte de adentro, pero al ser tan grande la mansión no podía terminar; Lacie por su parte insistió en poner el adorno del árbol de Navidad, que Sebastian en persona había ido a cortar a los bosques de quien sabe donde, un hermoso y gran pino; que quedó quemado ya que las luces hicieron corto circuito. Fue un milagro que la mansión no se incendiara.

Un Contrato, Una Promesa... y EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora