Capítulo 32 ~¿Sebastian es Capaz de Amar?~

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~¿Sebastian es Capaz de Amar?~

Las gotas de lluvia golpeaban las ventanas, la tormenta había iniciado unas horas antes y parecía que no cesaría en toda la noche. Por supuesto me encontraba secó en la pequeña casa de Madame, cuidándola en lo que su madre llegaba; algo que ya se había hecho costumbre. Sentí como jalaban de mi manga encontrándome con la pequeña Madame, suspiré con fastidio.

— ¿Qué quieres? — le pregunté alejando su mano.

— ¡Mira Sebastian! — exclamó parándose de puntitas y extendiendo los brazos para que pudiese ver lo que tenía en sus manos, era un examen que tenía una pésima calificación — ¡Aprobé! ¡Mamá no se enojará conmigo! — le quité el examen viéndolo detenidamente, su calificación: 7.2.

— ¿Estás orgullosa de esto? — le señalé el papel; ella afirmo inocentemente.

— Por supuesto que sí, mamá dice no importa que calificación saqué, sino que haya dado mi mejor esfuerzo — mencionó sonriendo con la única manera que podía hacerlo, con el corazón.

— Sigo sin comprender como tú madre te dice esas cosas cuando ella fue excelente en la escuela — dije, ya me había cansado de estar parado así que me senté en uno de los sillones de la pequeña sala — Supongo que por eso consiguió un buen empleo en W&W —

— ¡Sí! Mamá es muy lista e inteligente, cuando crezca quiero ser como ella — gritó saltando en el sillón en donde me encontraba, estaba alegre y eso en parte me molestaba — Además ya que mamá es bonita papá regresara a casa y seremos una familia otra vez — la vi algo sorprendido, ella aun saltaba de felicidad mientras seguía soñando con tener una familia normal.

Según Madame, su padre se había ido a trabajar lejos, pero la verdad era otra que ella desconocía; lo sabía porque pude escuchar a su madre decirlo, cada noche Katherine Anderson lloraba por el abandono de su esposo dejándola con toda la carga de cuidar a Madame. Extrañamente no parecía que le importara ser madre soltera, pero se deprimía por no poder darle una familia normal a Madame.

Era algo que no podía comprender.

— ¡Bien! — exclamó sacándome de mis pensamientos y bajándose del sillón — Dejaré el examen en la cocina para que cuando llegué mamá lo pegué en el refrigerador — corrió como cualquier niña de siete años lo haría (boba en infantil), dejando el papel en la cocina.

— ¿Por qué pegaría eso en el refrigerador? — la cuestione sin entenderlo.

— Mamá dice que es para motivarme — contestó sonriendo. No le entendí — Dice que lo pone ahí para decirme que he hecho un gran esfuerzo y que puedo hacerlo mejor, a eso se refiere con motivarme, obviamente debías saberlo — no contesté, no pensaba ponerme en evidencia con una niña de siete años.

Algo llamó nuestra atención, era un sonido de la puerta de la cocina que daba al patio; sin mucho sigilo nos dispusimos a abrirla para ver que había detrás de ella. Vaya sorpresa que nos encontramos.

Una hermosa criatura con un pelaje café en el lomo que contrastaba con las manchas bancas de su pecho, sus ojos eran perfectos, hechos para lucirse y apreciarse, daban la impresión de ver el océano mismo, su caminar felino y delicado se abrió paso de inmediato, sin pedir autorización; típico en esas preciosas criaturas.

— ¡Un gato! — gritó Madame, al principio creí que era de alegría, pero cuando comenzó a estornudar supe que no era por eso — ¡Sebastian! ¡Soy alérgica a los gatos! — suspire sumamente molesto tomando a la hermosa criatura entre mis brazos. Madame se alejó lo más que pudo, pero aun podía verla.

Un Contrato, Una Promesa... y EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora