41: ADN

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Eiden

Estoy tan mareado, la loca de Stella me ha drogado por segunda vez. Si vuelve a inyectarme esa cosa de nuevo, siento que vomitaré. Mis manos ya no están atadas a la cama, sino a una silla, y la verdad, ni recuerdo cómo es que llegué aquí. ¿Estoy en el comedor? Miro a un lado y otro.

―Maldita loca. ―La veo borrosa mientras se acerca y entrecierro los ojos, intentando adivinar lo que quiere hacer―. ¿Se te salió un tornillo, cierto?

Oigo su risa y noto su dedo en mi torso. Recordando que la camisa está abierta y se me eriza la piel.

―Algunos quizás. ―Siento deslizarse el cuchillo en mi rostro y cierro los ojos para luego volverlos a abrir, a ver si mi visión mejora. Percibo su acercamiento y le muevo la cara―. ¿Así tratas a tu mujer? Qué malo. ―Se ríe.

―No eres mi mujer. ―Cabeceo, mareado―. Solo tengo una y está...

Realmente no tengo idea de dónde está.

Me tira del cabello y levanta una botella.

―¿Sabes qué es esto? ―Oigo su tono molesto.

―Algo para vomitar, supongo.

―Viagra ―me susurra al oído―. Con esto vamos a ver si tu "amiguito" esta vez se mueve. ―Se ríe de nuevo.

Eso me recuerda, la desgraciada me estuvo toqueteando el miembro otra vez, y obvio, no se me iba a parar, así que se frustró, yéndose de la habitación. Sin embargo, sigo sin acordarme como llegué a esta silla.

―Maldita depravada, suéltame. ―Forcejeo y siento como mis muñecas se lastiman con las sogas que están muy ajustadas.

―No, cariño. ―Se sienta sobre mí y hasta podría jurar que se ha refregado, pero como me encuentro tan aturdido, no estoy seguro, aunque es probable, esto es denigrante―. Tú y yo tenemos que hacer muchas cosas juntos. ―Me besa e intento alejarme, pero la droga es tan potente, que mi cuerpo no me responde, la turbia se lo pensó bien―. Te quedarás aquí conmigo, para siempre. ―Me agarra la cara y me mete la botella de viagra en la boca, esparciendo el líquido por mi garganta, sin dejarme escupirlo―. Trágatelo todo. ―Me tapa la boca mientras me resisto.

Maldita violadora, ni muerto me quedo aquí por más tiempo, tengo que encontrar una forma de liberarme y de que deje de inyectarme cosas a su antojo.

Me toquetea un buen rato y luego se levanta de sobre mí para retirarse. Mira el reloj, para asegurar el tiempo que tarde en hacer efecto ese medicamento, y al fin veo cómo sale por la puerta.

Mi visión empieza a mejorar.

Observo la mesa, hay un montón de objetos y está todo desordenado. Obviamente, ha perdido la cabeza esta mujer. Como sea, lo que necesito es alcanzar el cuchillo. Intento moverme con la silla y acercarme a la mesa. Estiro la cabeza, agarrando el cuchillo, lo tomo. ¡Bingo! Hago fuerza y me he lastimado, pero logro sacarme la primera soga. Más fácil la otra mano, ya que ahora la tengo suelta. Una vez que me libero, me tambaleo y me sostengo del mueble.

Drogado hasta los poros estoy.

Tanteo mis bolsillos y no puedo creer lo que estoy viendo. ¡Sigo teniendo el celular! Oh, gracias, Dios, que volviste a Stella idiota. Está tan loca, que no se ha dado cuenta de nada.

La muerte de su padre debe ser la razón, eran muy unidos.

Cuestión que marco el número de Edgard, me entero que sí llegó a mi casa y agarró a Danaya. Le digo dónde estoy, obviamente, en la casa del Señor J, y me avisa que dirige hasta aquí. Miro todo el tiempo el reloj, esperando que Stella no decida volver. Para mi suerte, no lo hace y oigo un tiro silencioso en la puerta principal, ya que estoy cerca lo noto, yendo hasta allí. Veo a mi hermano y me saca, subiéndonos al coche.

Perversa Oscuridad: Enfrentadas [#3]Where stories live. Discover now