16: Enfermizo

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Merche

Apoya la cámara en el suelo y respiro agitada. Un psicópata tiene a mi bebé entre sus brazos. ¿Qué hacer? No tengo oportunidad de nada, temiendo por el bienestar de mi hija. Solo puedo mantenerme callada mientras él sonríe.

―No le hagas nada ―suplico en un tono leve.

―¿Me crees capaz de tal aberración? Es mi nieta, es sangre de mi sangre, nunca le haría daño. ―Toca su manito mientras habla y la mira, detenidamente, luego alza la vista―. Ah, no, cierto, sí lo soy. Aunque obvio, el hijo de la chiquita nunca tendría mi aprobación, en cambio, tú... ―Se levanta y camina hasta mí con Danaya en sus manos, se pone en frente―. Tú si tienes mi aprobación, porque todo lo que haga Eiden, yo estaré siempre de acuerdo, y la verdad... ―Me mira de arriba abajo y se muerde el labio inferior―. Tiene buen gusto.

Trago saliva.

―No sé de qué hablas, pero devuélveme a mi bebé ―exclamo determinada.

Se ríe.

―Hablo de Tobías, estoy seguro de que viste la cicatriz que Malya tiene en el estómago, tienes al culpable delante de ti.

Me estremezco.

―Ma... mataste a su hijo. ―¡Cielos! Ahora entiendo qué quería decir. Yo también haría cualquier cosa si le pasara algo a Danaya, ya no me sentiría yo misma―. ¿Tobías?

―Exacto. ―Asiente―. Tobías, seis meses y ¡pum!, murió. ―Hace una carcajada.

―Desgraciado ―exclamo con odio―. No tienes perdón de nada, asesinaste a un bebé. ―Y si no actúo rápido, quién sabe qué le pueda hacer a Danaya.

―¿Por qué lloras por tu sobrino? Al menos Malya no murió desangrada en aquel bosque. ―Vuelve a reír―. Pero volvamos a lo importante, no me dijiste si te gustó mi collage.

―Maldito enfermo.

―Sí, tiene un toque enfermizo. ―Asiente, tergiversando lo que expresé―. Dejé el último espacio para tu casamiento con Eiden, quiero fotos de la noche de bodas. ―Continúa alegre mientras yo lo miro con asco―. ¿Por qué discutieron? Está muy mal eso, arréglalo.

―Ese no es tu problema, y no me digas lo que tengo que hacer o no.

―¡Ah, sí, lo oí! Tú no crees en el matrimonio, pero yo decido igual. ―Amplía su sonrisa.

Hago una sonrisa molesta.

―¿Por qué? ¿Me vas a poner un arma? Te recuerdo que Eiden no estará muy contento de verte por ahí. ―Esta conversación no está llegando a ningún lado, tengo que averiguar cómo salir de aquí con Danaya, lo más pronto posible. Vuelvo a mi rostro frío―. ¿Qué quieres, R? ¿Para qué nos secuestraste?

―Me descubrieron y me tengo que cuidar el pellejo. T sabe dónde estoy, le van a sacar la información a la fuerza y van a venir por mí. Necesitaba un rehén y buena compañía. ―Se relame los labios, mirándome―. Creo que hoy voy a cumplir lo que le dije a tu hermana antes de que casi me matara.

Levanto una ceja.

―¿Qué estupidez ese esa?

―Nada serio, voy a tener sexo contigo. ―Se ríe.

Frunzo el ceño.

―Eres un asqueroso.

―Y tú una prostituta. ―Camina hasta una cuna que está al lado del asiento en el que estaba sentado y apoya a Danaya allí, para luego sacar un cuchillo de su bolsillo―. Es hora que te comportes como lo que eres. ―Se acerca, tocándome con el cuchillo el hombro, lentamente―. También necesito fotos de este momento. ―Agarra mi brazo y me avienta sobre una colchoneta, para luego subirse sobre mí―. Al fin voy a sentir lo que se siente estar dentro de la mujer de mi favorito. ―Me aprisiona los brazos, es muy fuerte.

Perversa Oscuridad: Enfrentadas [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora