Neal

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El sonido del timbre me despierta. Es poco menos de mediodía y me doy cuenta de que sigo en el suelo, sentado junto a Angela, y he dormido bastantes horas de golpe.

Me levanto y comienzo a bajar las escaleras. Allí encuentro a Roger, que parece atónito y tiene la puerta de la entrada abierta.

- ¿Quién es? –pregunto, y comienzo a caminar hacia él-. ¿Emily? –exclamo sorprendido al ver allí a mi prima, a la que no veía desde hacía meses.

- Hola, Neal –me dice, tan tímida como siempre-. Yo... he oído lo de tío Alfred.

- Pasa –le indica Roger-. Ahí fuera podrías estar en peligro.

Emily hace lo que Roger le indica y se sienta en el sillón. Roger cierra la puerta y nos sentamos a su lado, mientras Sylvie, Mark y madre bajan las escaleras y hacen lo mismo. Angela descansa, ahora en la habitación de Sylvie, ya que esta utiliza la mía ahora. Presentamos a Emily y le contamos todo lo que ha pasado sobre el tema de Alfred, Angela y Will.

- Vaya... -murmura Emily-. Es decir, ¿que el plan es entregar a Mark sin que Will se dé cuenta? Es todo una locura, chicos –dice confusa-. Ese Will parece inteligente.

Veo como madre me mira y me hace un gesto para que vaya con ella. Hago lo que me dice y al llegar a la cocina me mira con enfado.

- Quiero que se vaya –protesta, y no me da tiempo a contradecirla-. No confío en esa chica. Es la sobrina de tu padre, no es de fiar.

- No todos son como padre, yo confío en ella. Es mi prima, siempre nos hemos llevado bien –respondo molesto.

Madre me mira con rencor y me advierte sobre que cualquier cosa que pase con ella será culpa mía. La ignoro, ya que estoy seguro de que Emily no sería capaz de hacernos nada.

Cuando vuelvo a la sala de estar noto que todos están desconcertados. Mark y Roger hablan con Emily, madre no está y Sylvie me espera al otro lado del sillón.

Me siento a su lado e intento sonreír para tranquilizarla.

- Lo siento –digo con un suspiro-. No quería que pasase nada de esto.

- No pasa nada –me responde Sylvie y pasa sus dedos por mi rostro-. Estamos juntos, eso es lo que importa.

- Lo sé, pero siempre me he esforzado en hacerlo todo perfecto, en ser el mejor. Y contigo no puedo serlo, Sylvie, y me duele.

Sylvie me mira expectante, con sus ojos azules clavados en los míos.

- Yo no quiero al mejor –dice con un intento de sonrisa-. Te quiero a ti.

Sus palabras causan en mí algo que nunca había sentido de esa manera, y me doy cuenta instantáneamente de que lo que siento por Sylvie no podré sentirlo nunca con ninguna otra persona.

Le doy un beso leve y dulce para que mis ojos no salpiquen las lágrimas que amenazan con salir.

- Cuando todo esto haya acabado –le respondo-. Estaremos juntos para siempre. Saldremos de este libro, si quieres, y estaremos juntos. Te lo prometo.

Sylvie sonríe y le sale ese hoyuelo en la comisura de los labios que tanto me gusta, pero mis pensamientos son interrumpidos por un grito que proviene de las habitaciones. Corro escaleras arriba seguido por todos e irrumpo en la habitación, temiendo lo peor. Lo que encuentro allí es a Angela, que está vomitando en mi cama.

- Angela –me adelanto y me pongo a su lado-. ¿Qué pasa?

Angela me mira con los ojos llenos de lágrimas y apoya la cabeza en mi hombro.

- Necesito hablar con Neal –dice, y hago un gesto a todos los demás para que salgan del lugar.

Me quedo sentado al lado de Angela, y unos minutos más tarde irrumpe el silencio.

- Creo que hay algo que deberías saber –exclama entre lágrimas.

La miro a sus ojos marrones, que siempre han hecho una bonita combinación con su pelo rojizo, largo y rizado.

- Yo... -comienza a decir-. Estoy embarazada, Neal.

De repente se hace un silencio en la habitación y la miro unos segundos. Está acabada, casi no puede moverse.

- No se lo digas a nadie, por favor –me pide-. Nadie puede saberlo.

Acaricio su pelo y una lágrima comienza a asomar por mis ojos dolidos.

- Angela... ¿Por qué no me lo habías dicho?

- Tenía miedo –dice débilmente-. Por eso me escapé de casa de Will. Cuando se lo dije... Se volvió loco. Me dijo cosas muy feas y me hizo daño. Pensé que había perdido al bebé, pero sé que no-. Continúa hablando como puede-. No puedes dejar que muera aún, Neal. Si de verdad eres mi amigo, no dejes que eso pase. Y si muero, encárgate del bebé, Neal, por favor. No dejes que Will se apodere de él.

Abrazo a Angela con todas mis fuerzas y le prometo que lo haré, aunque sea solo para calmarla, consiguiendo que se duerma.

- Maldito capullo –susurro mientras me dirijo a la puerta de la habitación. Al abrirla me doy cuenta de que todos estaban allí, esperando, pero los ignoro y sigo caminando enfurecido hasta la entrada de la casa. Abro la puerta y me dispongo a salir.

- Neal –me grita Roger mientras me interrumpe-. ¿Adónde vas? ¿¡Te has vuelto loco!?

- Quita de delante, Roger –digo con fuerza-. Ese cabrón merece morir. Lo mataré con mis propias manos.

- No pienso dejar que salgas de aquí –me interrumpe Roger-. No sé qué ha pasado, pero tenemos que seguir el plan.

- ¡A la mierda el plan! –grito, más enfadado de lo que he estado nunca.

Roger vuelve a ponerse delante de mí y hace ademán de cerrar la puerta, pero estoy descontrolado, y sin saber lo que estoy haciendo estallo mi puño en su mejilla y corro hasta la casa de Will. Roger está sangrando.

Delirio azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora