Los sentimientos del águila y el murciélago

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  El día del cumpleaños de la profesora de Historia de la Magia ya se acercaba, todo Hogwarts, a excepción de ella misma y cierto profesor de Pociones, se hallaba sumido en una gran emoción y expectativas. Por orden del profesor Dumbledore, todos los asistentes al baile debían ir acompañados de una pareja y además, asistir con atuendos y máscaras alusivos a la época barroca (esto era lo que llenaba más de emoción a los chicos)

Las únicas dos cosas que entusiasmaban a Cordelia de la fiesta de cumpleaños en su honor, eran el hecho de que Aberforth y Albus estuviesen juntos ese día y también que Remus Lupin hubiese aceptado su propuesta de acompañarla como su pareja oficial.

Cuando el licántropo recibió la propuesta de su amiga, al principio se quedó callado, no quería herir sus sentimientos rechazándola de nuevo, pero tampoco quería alimentar sus esperanzas si es que estas existían todavía, además estaba el hecho de que, siendo honesto consigo mismo, no contaba con uno de esos trajes que requería el evento. Sin embargo, al regresar de la excursión a Hogsmeade, Cordelia lo sorprendió obsequiándole un hermoso atuendo de aquellos años. Lo había mandado a confeccionar el mismo día en que mandó a confeccionar el suyo y el de su ahijado.

Ante la insistencia de la profesora, Remus no encontró cómo negarse, de modo que terminó por aceptar el atuendo y la propuesta de acompañarla, de todos modos, la idea le agradaba y el único detalle que había quedado por fuera, ella también se encargó de resolverlo. Remus no sabía cómo bailar en cuadrilla que era la forma en que se bailaba en aquellos años, y a ciencia cierta, nadie en Hogwarts sabía cómo hacerlo. Por esta razón y también por petición de Dumbledore, Cordelia se ofreció a dar unas cuantas clases de danza barroca en el gran comedor por las tardes, al término de las actividades académicas.

—Esto es una locura, Albus —dijo Cordelia cuando él le hizo la petición—. Ya me comprometiste con esa fiesta, no lo hagas de nuevo para enseñar danza. Hace muchos años que no bailo —añadió luego con un deje de tristeza.

—Querida, ¡Anímate! ¿Acaso olvidas cuando nos enseñaste a Aberforth y a mí cuando éramos niños? Nos divertíamos tanto en esa época.

Cordelia se permitió entonces sonreír a sus anchas, como solo lo hacía frente a su ahijado y Albus.

—Ustedes, par de traviesos. Siempre supieron cómo sacarme una sonrisa, ustedes y ella. Cómo me gustaría que volvieran aquellos años —respondió después de un suspiro lleno de nostalgia.

—También a mí —contestó Dumbledore con los ojos humedecidos mientras observaba a la madrina de su hermano—. Me gustaría tanto volver a verla.

—Al menos tú guardas esa esperanza, en cambio yo...

—Encontrarás esa piedra, Cordelia, la piedra que te hace falta para elaborar la poción.

—Una vez que la encuentre tendré que esperar otros cien años para poder usarla —respondió Cordelia con dejadez—, para volver a ser lo que una vez fuí, aunque eso lo dudo... Solo espero tener esa piedra Dork para poder morir en paz.

—Ya no hablemos de eso, Cordelia, déjame hacerte feliz mientras pueda. Disfruta de la fiesta cuando llegue el momento y mientras, enséñanos cómo se ejecutaban esos grandes bailes en las cortes.

—Solo si me prometes que Abi y tú van a aprovechar la oportunidad para conversar...

—Eso no depende de mí, Cordelia, ya sabes que lo he intentado todo. Es un testarudo, simplemente no me quiere cerca.

—Pues ya veremos ese día —contestó la pelirroja acariciando la mejilla del anciano.

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El Misterio del ÁguilaWhere stories live. Discover now