Capítulo 3

6.1K 261 0
                                    


-Hola señora Anais un gusto verla de nuevo- Habló la líder mientras se acercaba a nosotros, una niñata de unos 22 años muy blanca, alta, sus cabellos rubios daban un poco más abajo de sus hombros y tenía el porte de una bruja, exactamente de lo que era.

-Hola Rubí, cada año te ves más bonita- Claro, más malvada, pensé, mi madre era adorable con cualquier persona que se le pasara al frente, a diferencia de su hija que vivía cabreada por todo y con todos, y más cuando me traían a lugares tan horripilantes como estos.

-Creo que ya sé a quién me voy a coger antes de finalizar el año- El aliento del mocoso me hizo asquearme por un momento, me voltee y lo aparte.

-Mantente alejado de mi Tommy- Lo fulmine con la mirada mientras el soltaba una carcajada sonora, está bien mi hermano no era tan bueno como les había dicho, es un don juan que se ha llevado a la cama a la mitad de Portland, cosa que mi madre ni mi padre saben, siempre lo había amenazado con contarles pero digamos que su querida hermana no era una santa, así que preferíamos mantener nuestros secretos a raya -Deja de mirarla así mocoso, no seas cochino, con Rubí es caer lo más bajo- Le dije empujándole, él me miro con el ceño fruncido.

-Deja de decirme mocoso, soy mayor que tú, y cállate que tú te metiste con el cerdo de Andrew y yo no te juzgue- Lo empuje de nuevo esta vez haciéndolo golpear con la puerta del auto -¡SUFICIENTE DIHI!- Corrí lo más rápido alejándome del auto cuando vi la furia en sus ojos, odiaba que su hermana pequeña le golpeara, sabía que no iba a correr, no delante de esas personas, así que se me hizo muy fácil escapar, aproveche que estaba lejos de esa puta gente refinada y saque uno de los cigarros de mi bolso.

-Debí haber traído más- Susurre cuando vi las tres cajas, carajo esto no me duraría ni una semana, saque el cigarro y lo puse en mis labios recordándome que debía solucionar ese problema después, lo prendí y le di unas cuantas caladas dejándome llevar por ese maldito vicio, no entendía como lograba despejarme la cabeza.

Cuando me lo acabe me acerque al campamento, ya habían armado más de la mitad de las carpas y mi madre ya se había marchado.

-¿Ya armaste la de nosotros?- Me acerque precavida hacía Tommy que miraba a Rubí riéndose -¿Qué es tan chistoso?- Le pregunté ya a su lado.

-Estaba esperando que tú la armaras, yo solo estoy aquí para inspeccionarte- Levanto una ceja mirándome de reojo -Rubí es demasiado estúpida, mira no es capaz de parar la carpa- Deje de mirar a mi hermano que me pasaba casi dos cabezas para fijar mi mirada en Rubí, la niñata estaba enredadísima con la carpa, no pude contener la risa.

-Deberías ayudarla- Le solté a mi hermano, mientras él me miraba cauteloso -Solo digo- Alce las manos como si me estuviera rindiendo.

-Mejor te ayudo con la tuya, no quiero que mi hermanita me haga pasar una vergüenza- Dijo empujándome hasta un lugar vacío donde se veía perfectamente el lago -Aquí- tiró su bolso en medio de dos carpas, una demasiado rosa para mis gustos y la otra era de un azul oscuro que se veía perfectamente armada.

-Quiero que la mía quede así- Le dije a Thomas que fijo la mirada en la carpa y luego se rio -¿Qué te parece tan chistoso?

-Que dudo que seas capaz de hacer algo tan perfecto- Alzó los ojos sobre mi cabeza -Deberías pedirle ayuda- Me dijo dándome una seña para que mirara detrás de mí.

Un chico que parecía de mi edad apareció frente a la perfecta carpa azul, no estaba mal, era alto, su piel tenía un lindo bronceado, su cabello era castaño y muy bien peinado, vestía con ropa deportiva que parecía impecable, sus cejas eran gruesas al igual que sus labios, se veía demasiado cerebrito como mi hermano y algo en su cara no me gustaba pero quería mi carpa perfecta y esta no se iba armar sola.

-Deberías cogértelo, así siempre consigues todo hermanita- Dijo mi hermano poniendo su quijada sobre mi hombro.

-Que te den Tommy- Hice un movimiento ocasionando que mi estúpido hermano se golpeara la quijada -¿Por qué mejor no te vas a meter en las bragas de Rubí y me dejas de fastidiar?- Mi hermano sonrió de una manera extraña, como si le diera mucha gracia lo que había acabado de decir -He dicho un chiste o que mier...

-Hola, lo siento, quería saber si tenían una mantita de sobra- Mierda, ¿acaso había escuchado todo? Esto ya empezó mal.

DAHIANAWhere stories live. Discover now