Tormentas

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CAPITULO I

-¡Dios mio! Que resaca… ¿quién mierda esta taladrando a esta hora? – colocó su brazo casi sin vida a su derecha, donde se encontraba un pequeño mueble, en el cual dejaba sus pertenencias, una de ellas su celular. Luego de un largo bostezo y observar aquella pantalla, supo que no era precisamente temprano- las 4 y media de la tarde… creo que no eh ido a la secundaria por hoy, que más da- se cubrió hasta la cabeza con aquella sábana delgada, tratando de no escuchar aquel sonido tan molestoso, aunque con ese dolor de cabeza era casi imposible.

-Jaden... Jaden, cariño – se escuchaba a alguien que subía con dificultad por las escaleras, nombrando dulcemente un nombre siempre en el mismo tono, hasta que llego a una puerta donde tocó dos veces, al no tener éxito entró despacio - Jaden, no has ido a la escuela ¿que sucede? – dijo al destapar un poco la sábana que cubría el rostro de aquella bella muchacha, que dormía plenamente, aunque con los ojos algo fruncidos por aquel sonido de ultratumba.

-Abue, no te escuche… no debiste haber subido con esa enfermedad que te encontraron hace unas pocas semanas. Es solo que tenía demasiado sueño, y bueno el primer día de escuela tampoco es algo que me llame mucho la atención… tú lo sabes. –dijo al instante que se levanto para ayudar a su abuela a bajar aquellas pronunciadas escaleras.

-Okey Jaden, pero mañana irás ¿no?  - preguntó aquella anciana de pelo corto cobrizo, arrugas alrededor de su rostro y una notable avanzada edad, con una cierta incertidumbre en sus palabras.

-Am… si claro abue –contestó Jaden, sujetando a su abuela del brazo mientras bajaban las escaleras – Jay me llevara mañana, asi que no te hagas problemas por el autobús y esas mie… cosas – improvisó aquella muchacha de pelo castaño color avellana, que le llegaba hasta los senos. Antes de decir una grosería frente a su querida abuela, algo que siempre evitaba a toda costa, ella no podía ser como era con la persona que le dio todo su amor, cuando nadie más lo hacía…

Y así es como comenzó aquel ultimo año de secundaria de esta muchacha, que no sabía que sería después de la escuela, donde era una alumna ejemplar y no solamente en lo académico sino también en lo deportivo, donde se destacaba en baloncesto y vóleibol en su escuela. Constantemente tenia campeonatos, siendo la jugadora estrella, ganando decenas de trofeos en los últimos dos años, y logrando que su escuela se posicionara en un alto lugar deportivo dentro de Canadá. Pero… no se dejen llevar por las apariencias. Ella no era una chica perfecta, ni cerca de ello.

Jay, su mejor amigo había ido a buscar a Jaden en su mercedes, esta vez no contaba con la presencia de Andrew en su vehículo. No esque ella tuviera muchos amigos, en verdad eran las únicas dos personas con las cuales podía contar, que no fuera su incondicional abuela. Y si ellos no hubieras llegado en el momento oportuno, todo se hubiera jodido en su vida, recordando cada día el dolor y  sufrimiento causado en su niñez… en “su seno familiar”. Aunque muchas veces tenia pesadillas recordando o pequeños e inconscientes flashbacks de su tortura, ellos le distraían y alegraban aunque fuera un poco los días de la vida que le había tocado. Una dura y tortuosa vida.

-¡Hey Jay! … ¿esque aún tienes resaca? – preguntó divertida la chica, riéndose al instante al ver debajo de las gafas de su amigo, quién se encontraba frente del volante de aquel lujoso auto. No había reido desde la fiesta de la noche del domingo, ya que solo se sentía relajada con ellos y claramente con su abuela Clarisse, todo lo que había hecho ella por Jaden... se sentía claramente en deuda con Clarisse por el resto de su vida, además que fue la primera persona que le dio cariño y… amor.

-Ja, ja ,muy graciosa, vamos. – contestó divertido Jay, para luego cambiar a un rostro serio. No dudó ni un minuto en colocarse nuevamente las gafas.

TormentasWhere stories live. Discover now