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Conejito en Problemas

"Aún no puedo creer que ese chico haya subido a ese escenario a cantar anoche", se quejó un pelirrojo, caminando junto a su compañero, saliendo del casino del internado, "Se supone que tiene Pánico Escénico y por eso creamos la banda... Para que no cantara sólo..."

"Eso es muy tierno, Rojo", se burló el rubio, antes de fruncir el ceño, "...Pero, es eso tienes razón... Lo poco que conozco de Freddy no es nada parecido a lo que visto últimamente en él..."

"Parece que es un Dos Caras", gruñó el pelirrojo, "Y no hay nada que me desagrade más que un hipócrita"

"No creo que sea así...", dijo SpringTrap, "Creo saber lo que hay dentro del corazón de cada persona, y sé que Freddy no es así... Pero no logro descifrar el porqué actúa de tal forma"

De pronto, los dos chicos se detuvieron en seco al escuchar ciertos gritos provenientes de detrás del casino.

"¿¡Otra vez sin la paga!?"

"Todos los días es lo mismo con él..."

"¡Yo pensé que los nerds eran más inteligentes!"

"No me quedaré con las ganas de darte una lección"

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Una semana aquí, y aún no me aprendo los salones...

Se decía a sí mismo el ojiazul cuando buscaba en los solitarios pasillos donde estaban las aulas, el salón de música. Por supuesto que pediría indicaciones, pero en un Domingo no había ningún estudiante en los pasillos como para preguntar.

¿Y por qué Freddy quería ir a la sala de música?

Fácil, quería estar solo para poder cantar...

Con Fred dormido como lirón, y todos los demás disfrutando de su Domingo libre de quehaceres, Freddy quería aprovechar de tener un momento para él solo.
Él nunca estaba solo, aunque lo quisiera, ya que Fred siempre estaba acosando sus pensamientos, pero ahora, el azabache estaba tan cansado que mantenerse despierto para molestar a su torpe favorito, se le era imposible.

No parecía llegar a ninguna parte, parecía todo un laberinto de salones... Hasta que de pronto, escuchó ciertas voces provenientes de un salón no muy lejos de donde él estaba.
¿¡Que rayos!? Él pensaba que estaba solo...

"¡Vamos, Mai! ¡Abre la puerta!", escuchaba el castaño, una voz femenina pero bastante grave para una chica.

"¡Eso intento! Parece que la puerta está trabada... ¡Alguien debió embrujarla!", respondió otra voz, mucho más aguda que la anterior.

"Genial... Vamos, hay que ir a pedir las llaves para sacar nuestros trajes del salón de costura", habló un tanto decepcionada la voz del principio. Freddy, al escuchar los pasos acercarse a él, entró en pánico y se escondió rápidamente en el primer salón que encontró.]
Pensó que la había hecho de oro, mas la puerta provocó un fuerte sonido retumbante en todo el pasillo al cerrarse apresuradamente detrás del castaño.

"¿Hay alguien allí?", se escucharon ambas voces, claramente por el temeroso castaño que se escondía detrás de la puerta, que cada cinco segundos se daba un bofetada mental por haber sido tan torpe.

El ojiazul prefirió guardar silencio, esperando que las chicas detrás de la puerta ignoraran el sonido y se fueran, mas eso no fue lo que pasó cuando sintió un leve empujón en su espalda, botándolo al suelo.
La puerta se había abierto, empujando al chico castaño, quien al caer al suelo, se apoyó en sus manos congelando una parte del suelo.