Corremos hacia las vías, porque nadie quiere llegar tarde a la reunión con el líder, por experiencia propia.

La noche cae mientras viajamos en el tren.

Los iniciados se reunen en grupitos de dos o tres, y cotillean en susurros sobre lo que Eric nos tendrá preparado.

Extrañamente, Jace no está a mi lado. Se encuentra hablando con una nacida en Osadía, Emma. No puedo evitar soltar una risilla.

Yo, por mi parte, no tengo nada mejor que hacer que observar a Eric.

Las puertas del vagón están abiertas, y él, agarrado con una mano al asidero, saca su cuerpo del tren para mostrar su rostro al viento. Tiene los ojos cerrados, una expresión relajada. Me da envidia. Parece tan libre...

Eric reacciona abriendo los ojos, y tras observar su entorno, vuelve a meterse en el tren.

Su mirada se cruza con la mía ; sabe que he estado mirándole. Para mi sorpresa, sonríe levemente.

- ¡ Iniciados ! - exclama con la voz tan característica que tiene- Abajo.

Dicho lo cual, Eric salta sin más y aterriza sobre el suelo de pie.

El terreno se convierte testigo de una competición de saltos de longitud, y uno a uno todos acabamos corriendo en tierra firme.

Nadie ha caído.

Eric abre la marcha hacia un edificio, y toma las escaleras hasta arriba. La subida es larga, pero nada fatigosa. Creo que todos nos hemos acostumbrado ya a esto.

- Iniciados - llama, y todos nosotros nos reunimos en torno a él - Esto es el la Caída Sin Fin.

- ¿ Y eso que significa ? - pregunta Finn, asomándose por el edificio de veinte pisos de altura y escrutando el cielo desde lo alto.

Eric solo sonríe como si la pregunta no hubiese podido hacerle más feliz.

Y entonces, le empuja.

- ¡ Dios mío ! - los gritos se hacen mientras que el cuerpo de Finn supera la barandilla - ¡ Cogedle !

Pero para entonces, ya es demasiado tarde.

Los siguientes segundos son difíciles de describir. Nadie se mueve, nadie dice una sola palabra. Solo hay un estado de shock general y lágrimas acumulándose en los ojos.

Imaginad cual sería nuestra sorpresa cuando, de la nada, la cabeza de Finn se asoma por la barandilla y dice :

- Lo admito, me he cagado.

Un suspiro de alivio recorre el grupo, incluso suena alguna risa desquiciada, a parte de Eric, que se ríe de nosotros a carcajada limpia. Después, siguen los murmullos de confusión.

- Es un cristal, chicos - explica Finn, paseándose "por el aire" - es una habitación entera de cristal transparente. Es seguro.

Y aunque no lo fuera, allá que iban ya algunos osados. Sin pensar en quedarme la última, suelto una risa y paso los pies por encima de la barandilla. Entonces salto. Y aterrizo en el suelo de cristal.

Miro hacia abajo. Pareciera como si estuviera flotando en el aire.

- Es increíble - sonrío, llamando a Jace para que venga.

- Esto asusta - confiesa riéndose, mirando los quien sabe cuantos metros que nos separan del suelo - pero mola.

- Y que lo digas.

Eric nos deja vagar durante unos minutos, tras los que se hace oír.

- Durante la iniciación de Osadía habeis aprendido muchas cosas. Habeis sufrido, querido, llorado, reído... Habeis puesto todo vuestro esfuerzo y empeño en ser los mejores, en dar lo mejor de vosotros. Mañana tan solo os queda una última prueba. Un último desafío para convertiros en auténticos osados. No os rindais ahora.

Por primera vez, las palabras del líder son bienvenidas de buen agrado, con sonrisas, asentimientos de cabeza, e incluso algunas lagrimillas traiccioneras. Por primera vez, me parece vislumbrar un pequeño pedazo del auténtico Eric. Y cuando noto que durante todo su discurso, me miraba a mi y solo a mi, cuando me he dado cuenta de que todo esto lo ha hecho por mi, no puedo evitar sonreír. Una sonrisa real, como las que no hacía desde hace mucho tiempo.

Dejo atrás a los demás, y vuelvo hacia la terraza.

Me siento en la barandilla al otro lado del edificio, con los pies colgando hacia afuera.

El aire golpea mi rostro con fuerza, revolviendo mi pelo. Ahora, y solo ahora, tengo por fin una verdadera sensación de libertad.

Escucho unos fuertes pasos detrás de mi, pero no me vuelvo. Estoy demasiado en paz conmigo misma como para molestarme.

- ¿ Sabías que eso es peligroso ?

No me hace falta girarme para reconocer la voz.

- Lo sé. No me importa.

Eric se sienta a mi lado, dejando también sus pies colgando en el vacío.

Lo miro fijamente durante unos instantes. Él sabe que le miro, pero no me devuelve la mirada.

- Gracias - susurro escuetamente.

Eric asiente a modo de respuesta. Verdaderamente se lo agradezco. Y ha sido muy bueno... para bueno, ser él.

Me pregunto si en realidad alguien conocerá al verdadero Eric. Me pregunto si llegaré a conocerlo yo.

Aparto la mirada de su rostro sereno, que mira el horizonte, y la bajo hacia nuestras manos.

Están tan juntas que con solo moverme un poco podrían tocarse. Y siento unas increíbles ganas de hacerlo.

Para mi sorpresa, es él el que se mueve, y su mano se entrelaza con la mía.

Busco su mirada, pero él la evita, y mira al frente como si no hubiera pasado nada.

Sonrío tontamente.

No sé lo que este gesto significa, pero no voy a cuestionarle nada.

FactionlessWhere stories live. Discover now