V

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Todo el mundo quiere la verdad. Pero nadie quiere ser honesto.
                          Anónimo.

El aire es frío.

Entra en mis pulmones, tan congelado que me duele la nariz al respirar.

También me queman las orejas. Es como estar en la nieve. Nunca he visto nevar en Chicago, pero los eruditos dicen que se sentiría justo así.

El aire sale en forma de vapor por mi boca.

Inspiro por la nariz, espiro por la boca. No suelto una sola palabra, conservo esa energía.
Llevamos una hora corriendo, y eso me mantiene a buen ritmo.

Cruzamos a un grupo de abandonados. Jace aprieta la mandíbula. Por un momento, pienso si entre ellos habrá gente de Abandoned, espiando que todo esté saliendo según lo previsto.

- ¡ Más rápido, apretad el ritmo ! - grita Cuatro. Jace acelera, colocándose al lado del instructor.

Resoplo y avanzo, alcanzándoles. Los tres corremos en línea, a la misma velocidad.

- Me sorprende que sigais aguantando, iniciados - sonríe Cuatro, desviando la mirada por unos segundos hacia nosotros.

Jace sonríe amablemente y contesta con la voz agitada.

- Un abnegado tiene que recorrer muchos kilómetros diarios.

- ¿ Y tú que, iniciada ? ¿ Cómo lo estás llevando ?

- No me quejo - sonrío, con el aliento algo entrecortado.

Cuatro asiente y suelta otra carcajada.

- Ojalá todos los estirados fueran como vosotros - comenta, moviéndose más deprisa, y alzando las cejas en forma de desafío.

Quiere una carrera.
Jace acepta, y los dos aceleran el paso, corriendo al máximo de sus fuerzas hacia la entrada subterránea a Osadía.

Yo decido seguir a mi ritmo. No debo destacar mucho, solo lo suficiente, y además, estoy cansada. Es cierto que Abandoned nos ha entrenado mucho para esto, pero el cuerpo aguanta lo que aguanta.

Una figura llega a mi lado. Me preparo para dejarla atrás, pero mirándola de reojo, me doy cuenta de que no es un transferido.

- ¿ Desde cuando los estirados tienen tan buena resistencia ?

Mantengo la vista al frente, y me encojo de hombros indiferente.

- Vaya, una estirada simpática - comenta burlonamente.

Le lanzo una mirada asesina.

- Cuando no tengo nada importante que aportar a una conversación, prefiero quedarme callada - contesto cortante, aunque mi propósito no es sonar así.

- Una sonrisa sería suficiente - continúa con ese tono insolente que me hace querer pegarle un puñetazo y decirle que se comporte.

Para su satisfacción, sonrío falsamente, y después me pongo seria. Tanta charla me está haciendo perder el aliento.

Eric no vuelve a decir nada más, y secretamente, se lo agradezco.

Llegamos a Osadía, ralentizando la marcha al entrar en el pasillo.

Dentro, esperan Cuatro y Jace, que chocan las manos.

- Quizás para la próxima, iniciado - sonríe el instructor, por lo que asumo que ha sido el vencedor de la carrera, y Jace asiente.

Al llegar a ellos, me apresuro a ponerme junto a él, y le dirijo una sonrisa cansada que es correspondida de la misma manera.

- ¿ Demasiado para aguantar mi ritmo, Eric ? - le pica Cuatro, y él suelta una carcajada.

- En tus sueños, amigo. Alguien tenía que quedarse a esperar a que recogieran a los trasladados. Este año tenemos un grupo flojo.

Solo entonces, me doy cuenta de que Jace y yo somos los únicos que hemos llegado a la sede a pie. Los demás han ido cayendo por el camino.

- Bien hecho, transferidos. Día libre, nos vemos mañana - nos despiden los instructores, y tras asentir, arrastramos los pies hacia la entrada a Osadía.

Una vez estamos fuera de la vista de los dos osados, y sus voces suenan más distantes, Jace se inclina hacia mi para susurrarme :

- Creo que la próxima vez deberíamos dar más el pego.

Asiento firmemente. Podemos permitirnos sobresalir, pero no tanto. O podríamos delatarnos.

- Estoy de acuerdo.

FactionlessWhere stories live. Discover now