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Baz estaba muriendo de ansiedad. Estaba sentado en su cama, hecho una bolita, mirando el reloj de la pared cada cinco segundos. 

Dieron las ocho de la noche, y Baz supo que Simon ya había llegado a casa. Probablemente, en este momento ya estaría poniendo a cargar el celular que contenía sus secretos más preciados.

Dieron las diez de la noche, y Baz estaba hecho un desastre. No se había movido en toda la tarde, y no sabía en qué momento se le habían aguado los ojos.

Simon lo iba a odiar. Baz estaba seguro de eso. Aunque no sabía exactamente por qué. Lo iba a rechazar, como tantas veces se lo había imaginado. Jamás iban a ser amigos de nuevo, y Baz no iba a poder soportarlo. Quizá nunca debió haberle escrito nada. Debió haber sido más cuidadoso.

Ahora Simon sabría toda la verdad.

Baz miró su celular. Tenía cinco llamadas perdidas de Simon. Pero eso había sido a eso de las cinco de la tarde. Aún no tenía posibilidad de ver los mensajes en ese momento.

Baz dejó su celular a un costado, y se volvió a recostar. Entonces, un sonido lo sobresaltó.

—¿Baz? ¿Estás bien? —alguien tocó la puerta.

—Vete, Mordelia —exclamó Baz, y no pudo evitar dejar escapar un sollozo.

Su hermana abrió la puerta sin permiso.

—Baz... —murmuró ella, mientras veía el estado en el que se encontraba su hermano.

La chica se sentó al lado suyo, y peinó con su mano el cabello de Baz mientras este lloraba de verdad por primera vez en la tarde. Pronto, Baz se encontraba abrazado a Mordelia, quien no le preguntó nada de momento.

Baz tenía miedo. No quería ver la reacción de Simon a sus mensajes.

—¿Qué pasó? —inquirió la chica, una vez que Baz se calmó un poco.

El chico sólo se encogió de hombros. Ambos estaban sentados al borde de la cama, sus rodillas chocando.

—¿Te peleaste con Simon? —preguntó, recordando aquella vez hace un tiempo en la que Baz le había contado sobre sus problemas con su mejor amigo.

Mordelia no parecía de mal humor, como siempre. En aquel momento, Baz podría jurar que era la persona más amable del planeta.

—Algo así —respondió Baz finalmente.

—¿Fue algo que dijiste?

—Sí.

—¿Qué le dijiste?

Baz se quedó en silencio. ¿Debería revelar su secreto?

—¿Baz? —insistió ella.

El chico se dio cuenta de que no tenía nada que perder. Sus amigos lo sabían, y el mismo Simon estaba a punto de enterarse de su secreto. ¿De verdad importaba si se lo decía a Mordelia?

—Le dije —empezó Baz— que estoy enamorado de él.

Mordelia lo observó petrificada por unos segundos.

¿Qué he hecho? Pensó Baz, pero luego su hermana empezó a hablar a gritos. Parecía indignada.

—¿Qué? ¿Por eso? Si ese idiota de Simon Snow se molesta contigo porque estás enamorado de él, o porque te gustan los chicos, entonces no te merece —la chica movía sus manos con enojo—. ¡Mañana mismo me presento en su casa y lo...!

—¡Mordelia! —la interrumpió Baz. La más pequeña de las sonrisas se asomaba por su rostro.

—¿Qué?

—No está molesto, exactamente.

Baz respiró hondo, y le explicó toda la historia a su hermana. De cómo Simon había perdido su celular, y de cómo él había comenzado a mandarle mensajes, confesándole cosas que jamás le diría en persona.

Y ahora, Simon iba a saber todo eso, y Baz estaba completamente aterrado.

Mordelia escuchó con atención, y Baz le contó lo último. Sobre cómo Penny, Dev y Niall le habían asegurado que Simon estaba enamorado de él también, pero no estaba seguro. Siempre negativo, sólo podía imaginar lo que pasaría en el peor de los casos.

Mordelia escuchó con atención, y asintió cuando su hermano terminó de hablar.

—Ah —fue todo lo que dijo.

Y luego:

—Simon aún no te responde. Todavía no tienes que preocuparte. Ni siquiera sabes si ya ha visto los mensajes.

—Pero en algún momento los va a ver, Mor. Y será mi fin.

—Eres tan dramático —se rio Mordelia—. Se nota que eres un Pitch.

Baz la miró serio.

—¿Te digo algo, hermanito? —Baz gruñó ante esa palabra. Él era el hermano mayor—. Por lo que yo sé, Simon es un buen chico. Ya vas a ver que todo va a salir bien.

—¿Eso crees? —preguntó Baz.

—Sí —contestó Mordelia con toda seguridad—. Estoy segura de que no te va a odiar—le aseguró—. Además, ¿no me acabas de contar que te han dicho que quizá a Simon le gustas de vuelta?

Baz asintió.

—Pero...

—Nada de peros —lo interrumpió Mordelia—. Si te lo han dicho es por algo. A lo mejor es verdad.

Baz la miró, aun sin estar convencido.

—De todas formas —siguió la chica—, quizá deberías hablar con él ahora. Aunque algo me dice que esperarás a que él te diga algo primero.

—Me conoces bien —suspiró Baz con tristeza.

Ella se quedó callada, y por un momento, el chico de ojos grises pensó que Mordelia estaba tramando algo.

Lo Que No Planeaba Decirte - SnowbazWhere stories live. Discover now