Prólogo

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Baz y Simon se conocían desde preescolar. Se habían hablado el primer día de clases, y desde ese momento, se habían vuelto inseparables.

Como mejores amigos, hacían todo juntos. Baz prácticamente vivía en la casa de Simon, y Simon vivía en la de Baz. Lucy Salisbury trataba a Baz como a su propio hijo, y Natasha Pitch hacía lo mismo con Simon. Su amistad parecía ser irrompible, hasta que llegó Agatha.

No era culpa de la chica, claro. Pero Baz no dudaría ni un segundo en decir que Agatha Wellbelove era la causa de todos sus problemas, y con todos sus problemas, se refería a que estaba enamorado de su mejor amigo.

No sabía cuándo, pero Baz se había dado cuenta de que le gustaba Simon. El problema era que nunca se había atrevido a decírselo, y Agatha le ganó al final.

Simon y Agatha comenzaron a salir a mediados del año en el que cursaban noveno grado. Eso había dejado a Baz con Penny, quienes se habían vuelto amigos desde que Simon se había distanciado un poco de ellos, ya que en ese entonces pasaba más tiempo con Agatha.

No era su culpa, y Penny lo entendía. Simon aún pasaba tiempo con ellos dos, pero los primeros meses todo era Agatha, Agatha, y solamente Agatha. A Baz lo sacaba de quicio, pero nunca se había atrevido a reclamarle a Simon. Jamás le había dicho nada, por temor a que su amigo descubriese sus verdaderos sentimientos hacia él.

Eventualmente, las cosas volvieron a la normalidad, y Simon comenzó a pasar más tiempo con Baz otra vez. Ahora estaban empezando el décimo grado, y Simon le prestaba más atención a Baz que hace unos meses. Aun así, su prioridad siempre era Agatha, y ella era la principal razón por la que Baz sufría en silencio todos los días, repitiéndose una y otra vez que Simon nunca sería suyo, y que aquella chica de cabello rubio era el destino de quien siempre sería su mejor amigo.

***

Baz siempre había sido bueno con las palabras, pero necesitaba plasmarlas en algún lugar.

No tenía nadie con quien hablar. Sus padres no sabían que él era gay, y prefería guardarlo en secreto. Hablar con Penelope estaba descartado: la chica no lo dejaría en paz hasta saber todo sobre el asunto. Escribir en papel tampoco era una opción, ya que siempre corría el riesgo de ser descubierto.

Baz estaba tirado en su cama, mirando al techo. Se imaginó a sí mismo caminando del colegio a casa al lado de Simon, como habían hecho siempre desde pequeños. Sólo que esta vez le contaba la verdad mientras andaban. Le decía que estaba enamorado de él.

Sus fantasías no llegaban a completarse jamás. Baz era incapaz de imaginar un punto más allá del momento en el que se declaraba, así que nunca había visto en su mente la reacción de Simon. Pero sí llegaba a escuchar su voz.

Baz escuchaba en su mente a Simon, rechazándolo con desprecio, recordándole que Agatha era la chica de la que estaba enamorado, y que nunca podría gustarle un chico.

Sin ponerse el pijama, Baz se quedó dormido sobre la cama aún hecha, con los ojos llorosos y un corazón desesperado.

***

Al día siguiente en la escuela, Simon supo que algo andaba mal con Baz. Simon había llegado corriendo hacia su amigo con la intención de decirle algo que parecía importante, pero cuando vio las ojeras en los ojos de Baz, frunció el ceño y pasó un brazo por sus hombros, llevándose a su amigo hacía el patio detrás del pabellón.

Se sentaron en el pasto, y Simon esperó pacientemente a que Baz le dijera algo, pero cuando no lo hizo, Simon solamente abrazó a su amigo. Baz lloró en sus brazos, odiándose a sí mismo por ser tan débil y masoquista. Debería alejarse de él. Debería olvidarlo, y nunca más recordar que jamás sería suyo. Pero no lo hizo.

***

Simon no se había separado de Baz en todo el día, excepto en las clases que no compartían. Incluso le había dicho a Agatha que no almorzaría con ella hoy. Eso alegró momentáneamente a Baz.

A la hora de recreo, Simon volvió a guiar a Baz a su lugar, en el pasto detrás del pabellón, y esta vez le preguntó qué sucedía.

Baz se encogió de hombros y Simon ladeó la cabeza, sin creerse la respuesta de su mejor amigo. Lo conocía muy bien, y sabía que Baz siempre tenía algo que decir.

—Por favor, Baz. Dime algo —suplicó. Pero Baz no contestó, así que Simon le comenzó a hablar.

—¿Sabías que ayer salí con mi padre? Creo que no te lo conté. Estaba tan nervioso al salir del colegio que creo que se me cayó el celular. Lo perdí en la calle, supongo. Mamá me va a comprar uno nuevo. Te lo digo para que no te asustes si te llega un mensaje de un número desconocido, diciendo cosas sin sentido. Ese obviamente sería yo —Simon le dio un golpe amistoso con el codo, tratando de alegrar a su amigo mientras lo distraía con su historia.

Baz no se rio. Pero se puso a pensar en cómo Simon podía estar siempre tan feliz, teniendo en cuenta que sus padres estaban divorciados y que estaban pasando por fuertes problemas familiares. Simon salía con su padre por obligación, porque Davy era insoportable. Baz seguía triste.

—Hey —Simon puso su mano sobre el hombro de Baz—. ¿Qué tal si después del colegio pasamos por el restaurante de Ebb? Te invito un batido de chocolate. Es tu favorito, ¿verdad?

Ahora sí, Baz sonrió, y Simon suspiró aliviado.

Lo que Simon no sabía, es que, si Baz estaba feliz, era porque salir a tomar un batido era lo más cercano a una cita que alguna vez podría obtener con Simon. Quizá tendría que conformarse con eso.

***

Aquella noche, Baz se volvió a echar en su cama, pensando en Simon. Tenía que hacer algo al respecto ya, o volvería a romperse como lo había hecho aquella mañana.

Entonces se acordó.

Simon había perdido su celular. Nunca vería cualquier mensaje que le enviaran a ese número. Jamás.

Baz se levantó, dubitativo, y cogió su celular. Su dedo tembló mientras pulsaba el icono de Mensajes, y luego Simon, una vez que entró a sus contactos.

Parado en medio de su habitación, con la luz de la luna entrando por su ventana, Baz hizo la prueba.

¿Simon? Escribió nervioso, y pulsó Enviar.

Pasó una semana, y no recibió respuesta. Baz sonrió genuinamente por primera vez en mucho tiempo.

Enviarle mensajes de texto a Simon, sabiendo que nunca los vería, se convertiría en su más grande obsesión. Y esa sería la única manera que Baz tendría alguna vez de poder expresarle sus sentimientos.

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¡Hola! Esta es una nueva historia snowbaz por capítulos que voy a estar escribiendo. Díganme en los comentarios qué les parece. 

Nota importante: Los capítulos que estén escritos en cursiva, son los mensajes que Baz envía al antiguo celular de Simon (osea, los que Simon no puede ver). Los demás capítulos son mensajes que Simon sí ve (osea los que Baz le enviaría a su nuevo celular), y los chats entre otros personajes.

Voy a intentar actualizar seguido porque ya tengo la historia avanzada :)

Lo Que No Planeaba Decirte - SnowbazWhere stories live. Discover now