52

2.4K 410 244
                                    

Simon llegó corriendo a Emergencias. Obviamente, no lo dejaron pasar, pero encontró a Dev y Penny esperando afuera en unas sillas unidas a la pared.

Estar en la clínica le traía malos recuerdos. Simon se sentía como la vez que vino a este mismo lugar un sábado en la madrugada, meses atrás. Esos minutos de espera en los que no sabía qué había pasado con Baz después del incendio habían sido de pura tortura.

Ahora se encontraba en una situación distinta. Baz no estaba en un peligro serio, sólo le había caído un pelotazo en la nariz. Aunque, según Dev, estaba sangrando mucho. Aun así, Simon no podía evitar preocuparse.

En eso, llegó Fiona, la tía de Baz. Parecía haber venido a la clínica de frente desde el trabajo, y se veía cansada. Penny la saludó, explicándole que no había podido contactar a Malcolm, y que era por eso que la había llamado a ella. Fiona hizo un ademán, quitándole importancia al asunto. Le agradeció por llamarla.

A ella sí la dejaron entrar con Baz, y Simon sólo se sentó a esperar.

***

Un rato después, salieron Baz y su tía de Emergencias. Simon se paró rápidamente. Baz se sujetaba del brazo de Fiona con una mano, mientras que, con la otra, se tocaba la punta de la nariz. Tenía una cosa que parecía un yeso encima de ella, y su piel encima de la nariz se veía morada.

—Baz —dijo Simon preocupado. Se acercó a su amigo como siempre lo hacía, y estuvo a punto de abrazarlo, pero se detuvo a último momento. Por un segundo había olvidado que estaban peleados. Simon retrocedió un paso, incómodo por lo que acababa de hacer.

Su amigo no le habló. Parecía estar de pésimo humor, y si las miradas mataran, Simon estaría muerto desde el momento en el que Baz posó sus ojos en él.

Fiona entrecerró los ojos mientras pasaba su mirada de un chico al otro, intentando descifrar qué había pasado entre ellos dos.

Baz estaba a punto de hablarle a su tía, quizá para pedirle que se vayan de una vez a casa, pero Fiona habló primero.

—Bueno, Basil —suspiró—, voy a ir sacando el carro. Te dejo con Simon.

Fiona le sonrió, y había cierta astucia en su mirada. Presentía que había pasado algo entre su sobrino y Simon, y ella no iba a permitir que siguieran peleados. Sin decir más, se fue del lugar, evitando que Baz pudiese protestar.

—¿E-estás bien? —preguntó Simon, aún nervioso.

Baz parpadeó sin responderle, así que Simon siguió hablando.

—Penny me contó lo que pasó. No sabía que habías vuelto a jugar fútbol. Me parece bien.

Baz frunció el ceño, y habló por fin.

—No me importa si te parece bien o no —le recriminó con brusquedad. Pero no salió tan bien como pensó.

Porque Crowley, su voz era graciosa con esa cosa sobre la nariz. Simon dejó escapar una risa, e inmediatamente se cubrió la boca con una mano, intentando no sonreír.

—Perdón —dijo Simon, pero se volvió a reír.

Baz estaba rojo, pero su amigo no pudo distinguir si era por enojo o por vergüenza. Una vez que se calmó, Simon habló con seriedad.

—Perdón —susurró—. Ahora sí, hablo en serio. Perdón por todo.

—¿Perdón por qué? —dijo Baz, haciendo una mueca de disgusto.

—Por lo de hace unas semanas.

Simon se rascó detrás del cuello y desvió la mirada. Siguió hablando.

—Mira, no debí gritarte. Baz, ni siquiera te di tiempo para que me dijeras que no te gusta Agatha.

—Porque salí corriendo —repuso el chico.

—Sí —dudó Simon—, saliste corriendo. Pero fue porque te acusé de algo de lo que ni siquiera estaba seguro.

—No me gusta Agatha —le dijo Baz, mientras se tocaba el yeso que tenía en la nariz—. Es sólo que... hablabas tanto de ella, que me tenías harto. Era como si me estuvieses reemplazando. Extrañaba el Simon que eras antes.

El chico de ojos azules bajó la mirada.

—Perdóname por eso. No me di cuenta de que te sentías así —dijo preocupado—. Debí haberte dado tiempo para explicarme eso.

—Sí, debiste —Baz se encogió de hombros.

—Pero, sabes que siempre te voy a querer, ¿no? —siguió Simon, ahora mirándolo fijamente a los ojos—. Agatha es mi novia, pero eso no quiere decir que te vaya a dejar de lado. Tú y mi madre son las personas más importantes en mi vida.

Baz levantó una ceja con diversión.

—No se lo digas a Ags —rio Simon, a lo que Baz no pudo dejar escapar una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, no se lo diré.

—Me alegra saberlo —sonrió Simon, y luego se puso serio—. Por favor, perdóname.

Baz rodó los ojos.

—No hay problema, Simon. De verdad.

—Te extrañé. Mucho.

Eso hizo sonreír levemente a Baz, y al instante se puso nervioso. No sabía cómo habían terminado tan cerca del otro. Quizá eran ilusiones suyas, pero por un momento, Baz llegó a sentir que en los ojos de Simon existía el mismo amor con el que él lo miraba.

—Yo también —murmuró, y sus caras estaban a centímetros de distancia. Baz incluso pudo jurar que Simon miró sus labios por un instante. Él estaba haciendo lo mismo.

Por un momento consideró besarlo, pero no se atrevió.

—Entonces... —soltó Simon sin previo aviso, sobresaltando a Baz. Con torpeza, guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Se inclinó de nuevo hacia atrás, rompiendo el momento—. ¿Estamos bien de nuevo?

Baz asintió, y no sabía cómo expresar lo que sentía en ese momento.

—Así es.

Simon le dedicó una de esas sonrisas perfectas que Baz amaba, y entonces lo supo. Quizá habían regresado al principio. Quizá habían vuelto a ser solo amigos. Pero tal vez, Baz tenía una oportunidad.

La parte racional de él se negó a creerlo, pero muy profundamente, en su corazón, una vocecita le susurraba que Simon Snow podría estar enamorado de él también. 

Lo Que No Planeaba Decirte - SnowbazWhere stories live. Discover now