I

12.4K 613 46
                                    

El valor es el resultado de un grandísimo miedo.
                 Ferdinand Galiani.

Sé que todos esperan que falle.

Las palmas de mis manos están sudorosas, las gotas caen hacia mis brazos.

Mi mandíbula está apretada en una mueca de dolor y concentración. Quiero que todos vean mi esfuerzo.

Las piernas me tiemblan. No podemos aguantar mucho más, advierten. Las ignoro. Es mi mente la que tiene el poder de decidir eso.

Mens sana in corpore sano.
(Mente sana en cuerpo sano). Una cosa no tiene sentido y utilidad sin la otra. Esa es la combinación perfecta, y yo la tengo. La tendré.

Esta es la última de mis Pruebas. Si me aceptan entre los dos primeros, al fin podré irme. Si no, me esperan otros tres años de sufrimiento.

Tengo que ganar. Tengo que pasar. Es la única opción que me queda.

Escucho risitas, burlas, susurros de preocupación.

Mi cara se ha debido de poner roja por la falta de aire, por el gasto del oxígeno. O blanca, porque creo que estoy a punto de desmayarme.

Aguanta, me ordeno. Aguanta o tendrás que quedarte en esta prisión.

Porque sí, eso es lo que es Abandoned. No, no te confundas con los abandonados, con los sin facciones. Solo una parte de ellos, de nosotros, forma parte de la organización.

Desde que nacimos, seleccionaron a varios elegidos, que fueron transportados a las afueras de Chicago, a la Sede. Allí nos criaron, hasta los seis años, sin distinción. Aprendíamos todas las materias, de todas las Facciones. Teníamos profesores de Erudición, Abnegación, Verdad, Osadía, y Cordialidad.
A los siete, se produjo El Cambio. La personalidad de cada uno ya comenzaba a salir a la luz, y nos separaron en función de nuestras aptitudes más sobresalientes ; Honradez, amabilidad, altruismo, astucia, y valor. Igual que el resto de la sociedad, entrenamos todos los días para formar parte de la Facción elegida. Mi fuerte es la valentía, las ganas de seguir adelante, la adrenalina, la tozudez... la locura. Una vez nos separan, el entrenamiento es más intenso. Nos exprimen, las 24 horas del día, para ser los mejores. Algunos lo consiguen, otros no. Pero todos sufren por el camino. Sé que nadie habla de ello, pero todos desean escapar de aquí. Aunque solo sea ir a parar a otro sitio similar, casi idéntico, no puede ser peor.

Es por eso que tengo que irme. No creo poder aguantar seguir aquí ni una semana más.

Lo que más me duele, es que mis padres accedieran a esto. No sé quienes son, no sé sus nombres, ni recuerdo sus rostros. Pero ellos aceptaron que Abandoned me escogiera.
Aunque por otro lado, de no estar aquí, me encontraría mendigando comida por alguna mugrienta calle de la ciudad. Así que en cierto modo entiendo su decisión ; al menos en la organización tengo algo que llevarme a la boca y un techo bajo el que dormir.

Los demas del grupo miran expectantes al entrenador, que me observa con el ceño fruncido. Yo sólo le sonrío, desafiante. Nunca le he caído bien ; sé que quiere verme fallar. Pero no le daré ese placer.

Aguanta. Solo unos minutos más.

La visión comienza a emborronárseme, un agudo dolor que empieza en el fondo de mi cabeza me atormenta.

Las piernas tiemblan más aún. Los brazos les imitan.

El pesado madero se desliza peligrosamente entre mis manos. Recupero el equilibrio justo antes de que la carga se caiga.

Finalmente, Klaus grita :

- ¡ Tiempo !

Mi cuerpo se derrumba, se colapsa cayendo a la tierra húmeda y mojada. Llueve. Es verano y llueve.

El barro empapa mi ropa, y me llena de suciedad. Aunque es asqueroso, lo único en lo que puedo pensar es que el fango está fresquito.

Veo las botas del entrenador acercándose a mi, rápidas, amenazantes.

- Parece que sí servías para algo, después de todo - sonríe sarcásticamente, arrodillándose frente a mi, y observando mi cara cansada - Buena suerte, novata. Dile adiós a Abandoned.

FactionlessWhere stories live. Discover now