Capítulo 8

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Capítulo ocho

Haber permitido que un chico humano al que apenas conozco y sin fuerza suficiente para dar vuelta un camión industrial me cargara hubiera sido algo bastante humillante para mí. Prefería millones de veces dejar que lo hiciera mi mejor amigo, quien podía levantarme sin problemas gracias a ser un hombre lobo.

Alexander llegó diez minutos después de que cortara el teléfono. Un poco antes le había dado a Leo la libertad de marcharse ya que sabía que mi amigo pronto estaría aquí, y él tomó la oportunidad y se fue. No podía culparlo, a mí tampoco me hubiera gustado quedar estancado con un desconocido con un tobillo doblado hasta que comenzara a ocultarse el sol. Hubiera sido lindo que decidiera esperar conmigo, y si lo hubiera hecho mi interés probablemente hubiera reaparecido de inmediato ante una muestra tan sorprendente de buena disposición, lo que muy extraño, y cuando finalmente Alex llegó al rescate, no pudo evitar hacer más que unos pocos comentarios una vez le conté lo que sucedió.

--Menudo caballero – Había dicho -- ¿Son los chicos como él los que te interesan?

-- No es como si él me interesara demasiado ahora – Contesté. Pero siendo sincera, nunca lo hizo. Pero no tenía por qué admitir esto frente a mi amigo, especialmente porque probablemente tendría que tocar el tema que había sentido la necesidad de alejar mi mente de él.

-- ¿Quieres que te lleve con un médico para que te revisen? – Él preguntó. Me hubiera encantado negarme, pero como no podía siquiera apoyar el pie sin que un fuerte dolor se apodera de mi cuerpo, no tuve más opción que acceder.

-- Los hospitales a esta hora están llenos – Me quejé. Pensando que lo más conveniente sería ir a casa y si mañana no mejoraba ir a ver un médico, y no en la hora que hay más personas en sala de espera – Pero si llego a casa así mamá se preocupará y terminará llevándome ella a médico, haciendo de paso escándalo.

-- ¿Y qué opinas de ver un médico de la manada? Ellos tienen estudios de universidades humanas, van a saber qué hacer, y no tendrás que esperar por horas atención – Sugirió suavemente. Antes de que pudiera desechar su idea, agregó – No digas que no solo porque te da miedo acercarte a la manada. Piensa que es mucho más conveniente.

-- En primer lugar, yo no soy un miembro por lo que no tendrían por qué atenderme. Y no me da miedo. Solo no me siento cómoda – Contesté. Aunque uno de mis hermanos hubiera nacido humano hubieran podido ser miembros de la manada ya que su padre es un hombre lobo, pero David no es mi padre. Y aunque estuviera en casa conmigo desde hace mucho y no demuestra diferencias entre sus hijos biológicos y yo, sé que existe. Yo no tengo el derecho de participar en la manda, aunque nadie quiera admitirlo.

-- Así no vamos a preocupar a tu familia. Si le dices que estás conmigo, sabes que puedes llegar a cualquier hora y no te regañarán – Lo sabía – Además necesitamos hablar, y el tiempo que demoremos en transportarnos será suficiente. Y como tienes el tobillo malo, no hay forma que me dejes hablando solo.

-- Pero tu si me puedes dejar sola y sin posibilidades de regresar a casa.

-- Tienes razón, y porque podría quitarte tu móvil y dejarte tirada aquí toda la noche es otra razón por la que deberías ir conmigo a ver un médico, para hacerme feliz, y no querer abandonarte – Se puso serio -- Sabes que es la mejor opción.

-- Al parecer no tengo otra.

Extendí mis brazos hacia él para que me levantara. Me sentí como un bebé. Para tener un poco más de estabilidad pasé mis brazos por su cuello. Él me sujetaba desde mi espalda un poco sobre la rodilla. Al comienzo me sentí un poco incómoda, pero lo oculté hablando tanto como es de costumbre. No tenía idea de cuánto tiempo pasaría después del incidente para que las cosas entre nosotros volvieran a ser como antes, probablemente que él encontrara a su compañera haría todo mucho más fácil para mí, ya que sacaría de mi mente todas las ilusiones que sé que no se podrán hacer reales.

Behind the glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora