Capítulo 23

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—Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

—Gracias, señor ministro.

—Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

—Muchísimas gracias, señor ministro.

—Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

—En realidad fueron los Potter; Weasley y Granger, señor ministro.

—¡No!

—Black los había encantado. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían. Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que los Potter gocen de una libertad excesiva.

—Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a los Potter.

—Ya. Pero ¿es bueno para ellos que se le conceda un trato tan especial? Personalmente, intento tratarlos como a cualquier otro. Y cualquier otro sería expulsado, al menos temporalmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante. Fíjese, señor ministro: contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerlos... Fuera de los límites permitidos, en plena noche, en compañía de un licántropo y un asesino... y tengo indicios de que también han visitado Hogsmeade, pese a la prohibición.

—Bien, bien..., ya veremos, Snape. Los muchachos han sido traviesos, sin duda.

Ambos hermanos escuchaban acostados, con los ojos cerrados. Estaban completamente aturdidos. Las palabras que oían parecían viajar muy despacio hasta sus cerebro, de forma que les costaba un gran esfuerzo entenderlas. Sentían los miembros como si fueran de plomo. Sus párpados eran demasiado pesados para levantarlos. Querían quedarse allí acostados, en aquella cómoda cama, para siempre...

—Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores...

¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder; Snape?

—No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

—Extraordinario. Y sin embargo, Black, Harry, Allison y la chica...

—Todos estaban inconscientes cuando llegué allí. Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.

Hubo una pausa. El cerebro de los hermanos parecía funcionar un poco más aprisa, y al hacerlo, una sensación punzante se acentuaba en sus estómagos. Ambos abrieron los ojos al mismo tiempo.

Se hallaban en la oscura enfermería. Al final de la sala podían vislumbrar a la señora Pomfrey

Inclinada sobre una cama y dándoles la espalda. Bajo el brazo de la señora Pomfrey, distinguió el pelo rojo de Ron.

Harry volvió la cabeza hacia el otro lado. En la cama de la derecha se

Hallaba Hermione y a su izquierda estaba su hermana. La luz de la luna caía sobre su cama. También tenían los ojos abiertos. Hermione parecía petrificada, y al ver que los hermanos estaban despiertos, se llevó un dedo a los labios. Luego señaló la puerta de la enfermería. Estaba entreabierta y las voces de Cornelius Fudge y de Snape entraban por ella desde el corredor. La señora Pomfrey llegó entonces caminando enérgicamente por la oscura sala hasta la cama de Allison se volvió para mirarla. Llevaba el trozo de chocolate más grande que había visto en su vida.

La hermana de Harry Potter (libro: el prisionero de Azkaban)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora