Negan's Property {Daryl Dixon}

Capítulo 18

Muy pocas veces había estado aquí, un par como mucho.

Tengo entendido que se hace llamar "casa segura" pero de "casa", tiene muy poco.

Nunca me había gustado estar en el matadero, que era su uso real antes de que todo se descontrolara.

Aunque las vacas y los cerdos muertos habían desaparecido, el olor seguía inundando cada esquina de este asqueroso lugar.

Recuerdo, cando era niña, venir a un sitio como este con mi padre. Salí corriendo en cuanto vi que no todo era darles biberones a las ovejas pequeñas.

Puede que por eso odie tanto éste lugar.
A demás , huele a muerte.

Borro de mi cabeza los recuerdos de un mundo pasado, un mundo que se desvanece por momentos.

Tengo que centrarme.

He de asegurarme de que no puedan comunicarse con Negan porque si lo logran, estoy muerta. Y conmigo, Carol y Maggie.

-Dadme uno de vuestros walkys- ordeno- he perdido el mío mientras escapaba de esos hombres-digo haciendo referencia a Rick.

Paula se frena en seco y sé que hay algo que no le cuadra.

-Lo último que supe de ti es que estabas con esos hombres en un sitio llamado Alexandria...

Sus ojos se clavan de lleno en los míos y sé que intenta pillarme desprevenida.

-Así era... vine con ellos pero cuando vi como masacraban a nuestra gente tuve que hacer algo- digo desafiándola con la mirada.

-Ya me he comunicado con Negan-añado- Ahora, ¿me das el walky o tengo que quitártelo yo misma?

*Wow Dakota, vivir tanto tiempo con el sádico de tu ex profesor tiene sus ventajas*

-Es el único que tenemos- dice dejándolo, bruscamente, en la mano que le había tendido.

Sonrío triunfal y con cuidado, pongo el interruptor en modo off, impidiendo cualquier comunicación el exterior con nosotras y viceversa.

-He dicho que me traigas a Maggie y Carol-digo levantando la voz- Estoy segura de que le encantará verme.

Realmente, estoy acojonada. No sé que estoy haciendo y por tanto, puedo liarla en cualquier momento.

Me tiembla hasta la columna vertebral.

No se como lo consigue Negan; parecer malo durante tanto tiempo. Dar miedo, provocar temor, amedrentar cada segundo de cada hora de cada día.

Eso acabó con él; con el hombre que yo conocía.

-Por aquí- me indica una de las mujeres que va con Paula.

Nunca la había visto, o si lo hice, nunca le presté demasiada atención.

Era una mujer mayor, tal vez de 50 años, desgastada por los años de vida a sus espaldas pero sobretodo por vivir en un mundo que ya no reconocemos como nuestro.

Lleva una cajetilla de tabaco en la mano y un humeante pitillo en la boca.

Yo la sigo sin decir nada y entro por la puerta que ella mantiene abierta para mí.

La sala es grande y bastante luminosa.

Primero veo a Carol , atada de pies y manos, en  medio de un ataque de ansiedad.

Maggie, grita en busca de ayuda para su amiga y yo me lanzo a los pies de la que fue mi cocinera particular en Alexandria.

Quito la cinta de su boca y dejo que el aire vuelva a recorrer su garganta.