⭐Capítulo VII: La reunión⭐

589 79 33
                                    

Cuando me desperté aún no había amanecido. Las luces de la celda se habían vuelto siniestras ahora que el candil de Erik se había apagado. Mientras me restregaba los ojos, respirando aquel aire frío y congestionado que se adhería a los huesos, oí un ruido. Fue bajo y ronco, una respuesta inconsciente a mi movimiento. Me revolví y observé la figura que descansaba a mi lado, aún sumida en lo que parecía la paz de un sueño.

Erik parecía tan relajado, ajeno y feliz, desparramado como si aquel suelo duro fuese una mullida cama. Me fijé en que era tan alto que ahora sus botas sobresalían de una forma cómica por debajo de la manta raída con la que se tapaba. Cubría su rostro con un brazo y respiraba con la boca entreabierta. Su otro brazo descansaba en el lugar donde yo había estado apoyando la cabeza.

Instintivamente, alargué la mano para tocarle. Suavemente, tanto como las cadenas me lo permitieron, acaricié el brazo de Erik, sacudiéndolo a ratos en el hombro. Me apenaba tener que despertarlo. Él rodó sobre sí mismo y me dio la espalda. No pude evitar reír ante los gruñidos adormilados que se le escaparon.

—Vamos, lord perezoso, es hora de despertar.

—Nui —murmuró en su idioma. Adiviné que eso era una negativa.

—Erik, hoy es el gran día, ¿recuerdas? —le susurré al oído—. Ya está amaneciendo.

Vi como sus ojos se abrían inmediatamente. Erik se sentó para poder mirarme a la cara. La severidad y entereza que acostumbraba a mostrar habían desaparecido. Intenté darle su espacio, sin embargo, no me dio la oportunidad. Me agarró del brazo, tiró de mí y me envolvió en un tierno abrazo. Cerré los ojos, tragándome el nudo que irremediablemente se atascó en mi garganta cuando le devolví el gesto con fuerza.

—Nui aums swregim, Cassandra —susurró él en mi oído—. Todo va a salir bien, nui aums swregim.

Repitió aquellas tres palabras una y otra vez hasta convertirlas en el arrullo de una nana. Su voz, tan tosca en aquella lengua, siempre tan silbante como el sonido sinuoso de una serpiente, era ahora calidez y afecto. Aquella cantinela parecía lo que una madre búrgala le diría a su hijo si estaba asustado, o si, cómo Erik me había contado, se disponía a aventurarse solo en las montañas, dispuesto a honrar a su familia. No te preocupes, todo saldrá bien.

—No sufras por mí —respondí, apartándole con sumo cuidado y sosteniendo su mirada clara como la luz de un nuevo día—. Estoy segura de que mi Gran Dios y tu Gran Diosa están de nuestro lado.

Erik se levantó y, como si de un cuadro pintado se tratase, su rostro se cubrió con la máscara de la serenidad. Aun así, la arruga entre sus cejas delataba que no podía dejar de preocuparse por mí.

—Iré arriba a comprobar todos nuestros preparativos. Pronto vendrán a buscarte los soldados de Thorir.

Dudosa, asentí, pues fui incapaz de encontrar las palabras necesarias para tranquilizar sus miedos. Acto seguido, Erik volvió a encerrarme en la celda y se marchó. Le observé mientras me abrazaba a mí misma, repentinamente desolada. ¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Qué era este sentimiento que Erik despertaba en lo más profundo de mí? Negué con la cabeza de forma imperceptible.

Sabía que no debía pensar en Erik, no se sentía correcto, sobre todo después de mi extraño sueño. No, definitivamente, no debía pensar en eso.

Para distraerme mientras paseaba por la celda, impaciente, pensé en Turmalina, mi precioso caballo negro y brillante. Fue un regalo del pueblo de Ostitsia del Estado de Silvae, situado al oeste del Estado de Èclair, donde estaba el castillo. Es el lugar donde se crían los mejores caballos de toda la nación. Llegó a mí cuando solo era un potro recién nacido. Mi madre le puso el nombre. Ella solía contar con cariño cómo, de niña, me escapaba por las noches y me metía en el establo para dormir agarrada a las crines de Turmalina. Al principio no podía montarlo, pero corría junto a él por el jardín, gritando que yo también era una potrilla, una potrilla salvaje del oeste.

Crónicas de Ascenia ©Where stories live. Discover now