Ética y moral

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El origen de la ética no es Dios, sino los simios'

En el Laboratorio Yerkes de Primates, dirigido por Frans de Waal, vive Peony, una vieja chimpancé que padece artritis. En sus peores días, los dolores que sufre la simia anciana son tan fuertes que apenas puede caminar por las instalaciones de este centro pionero de investigación primatológica en Atlanta (EEUU). Pero Peony siempre encuentra una mano amiga dispuesta a ayudarla. Otras hembras más jóvenes, incluso aunque no sean parientes suyas, le ayudan a trepar para conseguir comida, o le llevan agua de una fuente en una impresionante muestra de solidaridad hacia los más débiles en la sociedad chimpancé. Éste es sólo uno de los muchos ejemplos que presenta De Waal en su nuevo libro, El bonobo y los diez mandamientos (ed. Tusquets), para demostrar que la ética humana hunde sus raíces en nuestro pasado primate.

Frente a la imagen clásica de la «ley de la jungla» como una lucha brutal por la supervivencia dominada por una violencia salvaje sin piedad, De Waal demuestra que la empatía y la cooperación están muy presentes no sólo en las manadas de grandes simios, sino incluso en los elefantes, los delfines y muchas otras especies. Tras décadas observando de cerca a nuestros parientes más cercanos, el primatólogo holandés está convencido de que el origen de la ética no hay que buscarlo ni en las sagradas escrituras, ni tampoco en la razón pura de la filosofía kantiana, sino en los antepasados comunes que compartimos con los chimpancés y los bonobos. Ayer, De Waal presentó su libro en el Zoo de Barcelona y mantuvo este diálogo en exclusiva con EL MUNDO.

Pregunta.- ¿Hasta qué punto existe una ética simia? ¿Tienen los bonobos y los chimpancés sus propios «mandamientos»?

Respuesta.- Bueno, tampoco debemos exagerar. Yo no diría que entre los simios existe la ética, porque cuando hablamos de un comportamiento moral o ético en humanos, nos referimos a ciertas capacidades de razonamiento abstracto que no poseen los chimpancés o los bonobos. Pero lo que sí observamos en los simios son tendencias afectivas que yo considero los cimientos fundamentales de la ética humana.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- En primer lugar, la empatía, el sentimiento clave que nos hace interesarnos por los demás, ponernos en su piel y comportarnos de manera altruista. Si nos importara un bledo el bienestar de otras personas, ¿para qué tendríamos la ética? Lo mismo podemos decir de la reciprocidad y el rechazo frente a un reparto injusto de recursos, que también podemos observar en los simios. Aunque ellos no son capaces de articular un sistema coherente de principios morales, su comportamiento refleja todas las emociones fundamentales en las que se basa la ética humana.

P.- ¿Lo que nos diferencia, entonces, es sólo la capacidad para el pensamiento abstracto?

R.- Sí, la diferencia fundamental es que nosotros debatimos sobre nuestras decisiones morales y nuestras normas éticas, para justificarlas e intentar alcanzar un consenso sobre cómo debemos comportarnos en nuestra sociedad. Además, a los simios fundamentalmente les interesan sus relaciones personales con otros individuos, pero apenas tienen conciencia del bienestar de toda la comunidad, algo muy importante en la ética humana.

De Waal, en el recinto de chimpancés del Zoo de Barcelona. De Waal, en el recinto de chimpancés del Zoo de Barcelona. ANTONIO MORENO
P.- Los filósofos de la ética generalmente no saben absolutamente nada de primatología. ¿Cree que deberían empezar a tomarse en serio los estudios sobre simios?

R.- La mayoría de los filósofos de la ética son kantianos, y consideran que los principios morales vienen dictados por la «razón pura». Pero lo que nos sugieren las investigaciones con primates es lo contrario: en realidad, poseemos ciertas tendencias afectivas compartidas con los simios que nos impulsan hacia la empatía y la cooperación, y posteriormente racionalizamos estas intuiciones con normas éticas o religiosas.

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