°Capítulo 22: Mi alma se quebró.°

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DIMITRY

Han pasado 8 horas desde que recibí la llamada de Julián, y dos horas desde que llegamos a Ohotsk a buscarlas.

Parece que el destino me castiga, parece que todo está en mi contra y que mi destino ya está trazado, ya todo está dicho.

Y yo me niego a ello.

Miro la flor que tengo a mis pies, con sus pétalos blancos y su centro de polen amarillo, una abeja se acerca a ella y chupa su polen. Que simple es la vida, menos la mía, o eso creo yo.

-Dimitry la encontrarás. -y eso es lo que más quiero, Mijaíl pone su mano sobre mi hombro.

-Estoy harta de él, ¡por Dios! Controlen a su padre, ha golpeado a dos bomberos y un policía y es mejor que lo calmen. -Vera pone sus manos en jarra, me recuerda a ella.

Me paro y Mijaíl me detiene.

-Yo lo haré, tú ya has sufrido bastante sus golpes. -dice señalando mi labio con el corte que me hizo ayer por quitarle la botella de Vodka.

-¿Tienes alguna idea de donde pudieron haber ido? -ojalá lo supiera. Ella es una buena mujer y fue una amiga más de Nina.

A lo lejos veo a Dina hablar con un policía, me disculpo con Vera y camino para llegar a ella. Ella ha sido fuerte, después de todo. El policía me saluda y después se va, dejándome sólo con ella.

-El cuerpo es de Polina, está casi irreconocible, murió quemada por la explosión. -sus ojos están cansados y reflejan tristeza. -No encontraron nada más, nada de ellas ni de él.

Aunque lo disimule bastante, le sigue doliendo, un noviazgo que duro 2 años se fue al caño en tan sólo un día, cuando desapareció y nos hizo saber que él era el autor principal del secuestro de Nina y mi Madre y mi hijo. No ha nacido y ya es víctima de algo que no tiene que ver con él.

-Las encontraremos. Martina me ha informado que todavía no hay registros sobre Nina en Moscú, Dinamarca o Alemania. -ella me abraza, es mucho más alta que Nina y más delgada que ella. -Todo va a estar buen.




(...)

Parece que todos los esfuerzos que hago nunca son los suficientes, siempre estoy cerca pero nunca lo suficiente.

-... Dimitry Nóvikov, ¡¿me estás escuchando?! -un enfadado Fernando Freeman habla al teléfono, al tener 14 años actúa como todo un hombre maduro, incluso su voz lo dice.

-Sí, sólo miraba por la ventana, está nevando y estoy preocupado. -le doy un vistazo a mi padre que duerme sobre el colchón con una camisa blanca y un jeans azul, costo demasiado trabajo bañarlo, hacer que comiera un poco y que tomara bastante café.

-Como sea, -respira pesadamente. -mi tía a dicho que cualquier noticia nos la informen, un amigo de mi padre... Nos ha ofrecido su ayuda y espero que con él sea suficiente. -oigo voces que vienen.

-No lo dudes, les informare cualquier cosa. -él gruñe.

-Eso espero Dimitry Nóvikov. -miro a mi hermana entran con Mijaíl y Vera detrás.

-No lo dudes Fernando Freeman. -y doy por terminada la llamada.

Pongo mi celular en la mesa y salgo a la mini-sala de la habitación.

-¡No lo vas a creer pero las encontraron! -Dina limpia una lágrima de su ojo.

Veo como una sombra pasa a mi lado y reacciono, es mi padre que se dirige a la puerta y la atraviesa, todos le seguimos y nos montamos en el carro al llegar al parqueadero del hotel. Mi padre se monta en el puesto del piloto y espera que todos estuviéramos, Mijaíl, Vera, Dina y yo. Lo miramos.

-¿A dónde vamos? -su voz sonó ronca y calmada. Primera vez que habla después del secuestro.

-El hospital central. -y, al terminar Mijaíl la oración, el carro arranca.




(...)

El hospital es bastante grande y todos caminamos rápido, en especial, mi Padre y yo.

Habitación 738E.

Al llegar a la puerta noto que sólo estamos mi padre y yo. El alza el puño pero no toca, está nervioso y preocupado, tiene miedo de encontrarse algo desagradable detrás de la puerta. Yo siento lo mismo.

Después de unos segundos toca la puerta y la abre. Mis ojos recorren la habitación y entonces la veo.

Veo a mi madre.

Pero no a Nina.

No la veo.

Y siento como mi alma se quiebra.

Mi padre corre al lado de mi madre y se arrodilla, un leve sollozo sale de la boca de mi padre; coge la mano de mi madre como si de cristal se tratara, y la besa, en ese momento sólo existen ellos y eso me alegra. Ha vuelto el hombre de siempre.

Tengo miedo de no encontrarla, y salgo de la habitación. Quisiera llorar, gritar, quitar toda la desesperación que tengo encima. Pongo mis manos en mi cuello y respiro pesadamente, cierro mis ojos y sigo respirando.

Me paro para buscar la salida, camino por los pasillos tan confusos que tiene este hospital. Veo a enfermos, médicos, enfermeras. Camino ya angustiado y entonces la veo.

Camino a ella. Está tratando de leer algo en una pared.

-¡¡Nina!! -mi voz sale ahogada.

Ella me mira y frunce el ceño. Al ver su cara corro a ella y tropiezo con un enfermero y sigo.

-¡¡Nina!! -repito y ella ahora me mira asustada.

Freno mi trote y la miro.

-¡¿Estás bien?! -ella frunce el ceño y gira su cabeza levemente a su derecha. Está con una bata de hospital blanca, una venda en su brazo izquierdo y cintas en su labio y ceja. Tiene morados en la otra mano y uno en su pómulo.

La rabia vuelve a mi, le ha hecho daño y cumpliré la promesa que le hice. Lo pagará con su vida.

-Lo siento, pero no hablo ruso. -me dice en un alemán prefecto.

Le estiro mi brazo y ella da un paso atrás. Mira a los lados y lleva una mano a su cabeza y después se desmaya. La cojo de los hombros y la alzo para llevarla a la habitación.












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Gracias por los votos. n.n


Amor Por ContratoWhere stories live. Discover now