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De regreso de la Universidad decide pasar a un café cualquiera, solo para darse el gusto y relajar sus ansias. Todavía debe esperar a que las clases de Elsa terminen para poder irse hacia Dortmund. Estarán llegando tarde, pero no lo suficiente como para quedarse dormidas y no ir al partido de mañana.

Se adentra en el recinto, pensando en sí acompañar el café con algún postre. Lleva semanas sin comer algo dulce. 

Se sienta en una mesa a esperar que la atiendan. Mientras, saca el libro que está leyendo. No es una experta en idiomas, pero el portugués se le hace fácil y puede leerlo sin contratiempos; la versión portuguesa de La Divina Comedia se disfruta más con un café al lado. 

El ambiente del café le gusta, es tranquilo y tiene ese característico olor a café recién preparado que le gusta tanto. Antes de siquiera abrir el libro una chica se le acerca a dejar el menú y avisando que volvería en un par de minutos a tomar la orden. 

Sabe cómo quiere el café, solo falta saber sí escogerá postre o no. Se queda viendo la diversidad que hay y se siente atraída a pedirlos todos, aunque sean para llevar, pero no puede hacerlo. Su bolsillo se resentiría si lo hace. 

—El pastel de chocolate es delicioso—La voz se le hace conocida, pero lejana como si solo la hubiese escuchado una vez. Se vuele hacia el dueño de la voz y ve al joven jugador, autor del gol de la victoria—. ¿Me puedo sentar?

—Claro—Le permite sentarse, después de todo no espera a nadie y tuvo suerte de que, al entrar, los que estaban en esa mesa estuviesen pagando listos para irse—. Una cafetería es el último lugar en el que esperaría encontrarme con un futbolista—dice sincera mirando al chico quien, con poco disimulo, hala el menú para escoger algo él. 

—En mis días libres a veces vengo por un café—responde con una sonrisa mientras escoge algún postre. No suele hacerlo, pero por comerse un trozo de pastel no va a pasarle algo. 

—Oh—No sabe que decir a eso, así que se limita a solo asentir y emitir un simple sonido. No va a decir lo primero que se le viene a la cabeza, como que creía que los futbolistas usaban sus ratos libres para otras cosas. Aunque, en realidad, no sabe mucho sobre lo que hacen los jugadores. Solo sigue a Reus y ese, cuando está lesionado, suele irse a la playa; pero no cree que sea un ejemplo de lo que hacen todos. 

—¿Qué lees?—La vista del chico está posada en el libro, desde su posición no lee bien el título. Además de estar en otro idioma. 

Ella ve su libro, se había olvidado de que lo había sacado. Sonríe y decide guardarlo; con Joshua Kimmich ahí duda poder leerlo sin sentirse incomoda. 

—La Divina Comedia en su traducción portuguesa.

—Ese libro lo leí en secundaria. ¿Te gusta mucho?—Cuestiona. Le llama la atención que lo esté leyendo en ese idioma y es que según lo que comentaba Hummels ayer, la mejor amiga de la futura novia de su primo es de América, de los países de habla hispana. 

—Sí, aunque no es mi favorito—admite guardando al fin el libro. Quizás sea más provechoso hablar con alguien; algo que no hace a menos que se trate de Elsa, siempre ha sido algo apartada y más concentrada en sus propios asuntos.

La chica de antes se acerca para pedir la orden. En cuanto ve a Joshua se queda quieta como dudando en su capacidad del habla, por la forma en cómo mueve la boca. Mientras él no parece darse cuenta por estar concentrado en el menú, parece decidir en serio lo que pedirá.

—Quiero un café negro y...—Se lo piensa, ve como la chica asiente nerviosa y comienza a anotar con la mano temblorosa—, un trozo de pastel de chocolate.

Me Muero por Conocerte || Joshua KimmichHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin