2

939 65 1
                                    

El Allianz Arena se alza imponente frente a ella, realzando su grandeza el color rojo del equipo local lo ilumina. 

Antes, cuando recién llegaba a Alemania, no podía pasar un día sin llevar mínimo tres capaz de ropa encima y con frío era peor; pero ahora es diferente, ya se ha acostumbrado a la temperatura normal del país y puede andar libre usando solo una camiseta sin una chaqueta ni nada, mientras el verdadero frío no inicia. 

Elsa no suelta su mano mientras busca con la mirada a Daniel, una tarea difícil por la cantidad de personas que van llegando. Mira a todos los fanáticos, viendo que en pequeño grupos aislados hay varios que apoyan al equipo rival.

Para cuando logran divisar a Daniel, la gran mayoría ya ha comenzado a entrar al estadio. Y ella ya quiere irse de ahí, fue mala idea aceptar. 

—¡Hola!

Daniel encaja bien con el prototipo de chico ideal de Elsa; no solo por sus ojos verde oscuros o su desordenado cabello castaño oscuro, sino por las radiantes sonrisas y el buen humor constante que posee, más la amabilidad innata del chico. Suficiente para dejar enamorada a su amiga. Por eso, no le sorprendió cuando le confesó que le gusta. 

—¿Llevan rato aquí?

Esta a punto de contestar, pero Elsa se adelanta.

—No, acabamos de llegar.

Suspira, su dolor de pies por llevar ahí media hora esperando no es importante. Peor aun, que sea por esperar a alguien en un partido que no le interesa no puede tenerla menos emocionada. 

—Perfecto. Al finalizar iremos a los vestidores, ¿no les molesta, verdad?—dice sonriendo, suficiente para que Elsa niega mostrando una sonrisa que dice a gritos "te amo".

Quizás el chico no lo nota o ella conoce demasiado bien a la chica. Sea cual sea, Daniel ni se inmuta ante esas sonrisas o actitudes de ella. 

—¿No te costaron mucho las entradas?—Hace la pregunta para saciar su curiosidad, sabe que las entradas son caras. Lo sabe porque se ha quedado sin ahorros para comprar las entradas para el partido del Borussia; cosas que pasan cuando no ganas tanto dinero y los libros cuestan casi un ojo de la cara. Que si por ser Alemania los libros son gratis, no, todo depende de lo accesibles que sean. 

—Me las regalaron, en realidad.

Frunce el ceño, ¿quién regala entradas a un partido? Normalmente quien las compra es para ir a verlo, no para regalar, a menos que sea por alguna razón en específico. Duda mucho que ese sea el caso.

Daniel ríe bajo al ver su expresión, a lo que ella responde viendo hacia otro lado. No entiende la gracia.

—¿No te había contado?—Lo dicho por Elsa capta su atención, es claro que lo que sea que vaya a decir no se lo ha dicho ni por asomo—. Daniel es primo de Mats Hummels. 

—Jamás lo mencionaste—Mira fijamente a Daniel, buscando algún parecido mínimo con el defensa, pero no lo encuentra. Quizás sean primos segundos, no puede asegurarlo.

—Me parezco a mamá—Ríe de nuevo; parece que es muy obvia con sus expresiones y aun así, no puede serlo más que su amiga.

Después de esa conversación se dirigen en silencio al interior del estadio. Aunque sigue sin sentir ni un ápice de emoción.


Si hay algo que no va a negar es que el Bayern München es un equipo fuerte y viéndolo jugar en esos momentos puede constatarlo más. Sobre todo al estar tan cerca de la cancha, poco falta para estar en primera fila, incluso un balón salió volando en su dirección y casi la golpea. Tremendos pelotazos los que dan.

En el lugar en el que están también están un par de novias de los jugadores, así que considera normal que varios pares de ojos se dirijan en su dirección. En realidad solo sabe que son novias porque eso le dijo Elsa, pero de reconocerlas y saber de quienes son, para nada.

—Lástima que no vino Cathy, quería hablar con ella—Daniel hace una mueca con su boca, que consigue derretir a Elsa. 

Le dan ganas de reír las expresiones de enamorada que hace, solo le falta decir en voz alta que lo ama para agregar más discreción. 

—¿No le puedes llamar?—cuestiona, seguro tiene su número.

—No es lo mismo a hablar en persona.

Le da la razón en eso, siempre es mejor ver a la otra persona mientras se habla. A punto de darle la razón está cuando el estadio casi explota por los gritos; es el segundo gol del equipo.

Dirige su vista hacia la portería contraria y ve a todos abrazando al número 32. Según los comentarios, está en una racha golpeadora. Goles con el equipo nacional y con su club. 

Joshua Kimmich es una joven promesa, con solo veintiún años. 

Y con eso, el Bayern München se declara ganador del encuentro. Falta solo un minuto para que termine. Lo único malo es que irán a los vestidores. 




¿Y qué les parece la historia?

Gracias por leer.

Me Muero por Conocerte || Joshua KimmichWhere stories live. Discover now