{36} Como Te Quería

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Su voz me pide que salga del ascensor

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Su voz me pide que salga del ascensor. Hemos llegado a lo más alto de su torre, sin embargo, preparada no me siento aun siquiera para dar el más mínimo movimiento.

Respiro con lentitud, aun así, profundamente, deseando por nada más que serenidad. Mis manos ayudan a que mi bolso se quede firme sobre mi hombro, para después arreglar ciertas zonas de mi cabello que sentía estaban en desorden, sin embargo, no todo esta tan fuera de control como me había parecido.

Más pronto de lo esperado, mi respiración vuelve a su andar habitual y los latidos de mi moribundo corazón segundos atrás, vuelven a resonar con fuerza dentro de mi pecho y en cuanto alzo la mirada, doy el primer paso hacia él.

El lugar era más que conocido para mí, y estúpidamente, es solo hasta ese momento en donde veo las lindas figuras que ex compañeras de trabajo son, que recuerdo que estarían ahí recibiéndonos tan perfectas.

Mis pasos se detienen con una brusquedad que no puedo evitar, sintiendo enseguida como su brazo rodea mi cintura y no solo me incita a caminar, si no también me acerca a él con medida firmeza.

—¿Deseas algo de beber?— pregunta él con una tranquilidad que hace que mis nervios me devoren con más fuerza.

Observo frente a nosotros, los rostros tan bellos de Chloe y Hannah ahora concentraos absolutamente en sus computadoras.

—Amm...un vaso de agua, estaría bien...— mi voz se escucha tan bajo que pienso solo él ha escuchado, sin embargo, al segundo es Chloe quien deja su lugar y va, seguramente, por lo que he pedido.

Sebastián ordena que lleven lo pedido a su oficina, ordenándome después a mí con un gesto delicado de su rostro y mirada que siga el camino, también ya conocido y sin vacilar, lo hago rápidamente.

En nuestro camino a su oficina, no puedo evitar observar lo que más puedo a cada paso y era extraño como sentía que todo a mi alrededor había cambiado, cuando en realidad, nada lo había hecho en lo absoluto. El pulcro y reluciente orden y armonía seguían intactos tal cual los recordaba.

Como nunca la había visto antes, la puerta de su oficina se mantiene abierta dejando un vistazo del maravilloso lugar desde el minuto en que se dobla por la esquina y cuando ya nos encontramos lo suficientemente cerca, sin detenerme o quisiera preguntar, entro en ella siendo invadida por aquel aroma mucho más acentuado del cual Sebastián es dueño.

Como nunca la había visto antes, la puerta de su oficina se mantiene abierta dejando un vistazo del maravilloso lugar desde el minuto en que se dobla por la esquina y cuando ya nos encontramos lo suficientemente cerca, sin detenerme o quisiera pre...

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{ I } SUEÑOS INOCENTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora