Capítulo 33

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Donde están las fechas de vencimiento de las promesas? Porque al fin y al cabo, todas caducan en algún momento.

Siento un cosquilleo en el centro de mi vientre, que va subiendo como burbujas calientes de agua hervida. 

Sentir su respiración tan cerca, sentir el contacto de sus manos en mi rostro y ver esa espléndida sonrisa en su rostro hace que todo valga la pena. Toda la espera, todo el dolor y la confusión no importan en este momento.

Sus intensos ojos verdes siguen clavados en los míos, supongo que a la espera de una respuesta. Yo lo miro embobada y sin poder decir nada, me abalanzo hacia él, enredando mis brazos tras su cuello. Al principio parece sorprendido pero reacciona rápido rodeándome por la cintura y atrayendo mi cuerpo hacia el suyo. 

Es increíble sentir el afecto de alguien. No recuerdo la última vez que lo sentí.

Nos tomamos nuestro tiempo saboreando el abrazo, y no pienso soltarlo, hasta que es él quien se aparta.

-Tenemos que salir de aquí -espeta.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta que sigo estando en la horrorosa habitación fría en la que me tuvieron cautiva durando días.

-Cómo? -pregunto.

-Tengo un mapa de todo el lugar. Será muy sencillo mientras no nos vean.

Me obligo a mantener la calma tras esta situación y para mi sorpresa lo logro; no a la perfección, pero algo es algo.

-Qué debo hacer? -pregunto mirándolo con valentía.

Él se limita a sacar un enorme pedazo de papel de la mochila negra que trae puesta. No me había fijado en su atuendo, Tiene una camiseta negra junto con una chaqueta del mismo color y jeans oscuros. Su cabello está algo alborotado, lo cual lo deja extremadamente sexy.

Extiende el mapa en el frío piso, lo cual hace que me siente en la esquina de la cama para poder observar sin impedimentos.

-Aquí estamos -dice señalando una pequeña habitación -Y... aquí está la salida. 

Señala lo que es prácticamente el fin del mapa.

 -Es muy sencillo. Solo están a unas siete habitaciones de aquí hasta aquí -espeta -Sin embargo, hay enfermeros que hacen guardia por las noches.

Se me cae el alma a los pies. Tenemos que salir de aquí!

-Y qué piensas hacer? -pregunto.

-Noquearlos. -me asegura.

Ahogo un pequeño grito al oír su advertencia, pero me tranquilizo rápidamente.

El trayecto por recorrer realmente no es tan largo, y supongo que podremos evitar a los enfermeros. Dios quiera que no nos crucemos con ninguno.

-Está bien -espeto.

-Pues vamos a darnos prisa.

Jaden me extiende una mano para ayudar a que me levante de la fría cama. El lugar está muy fresco, demasiado para el pedazo de tela que llevo puesto.

Él me escanea desde la punta de los pies hasta el más fino cabello de mi cabeza.

-Toma mi chaqueta -dice casi en un susurro.

Su mirada es tan dulce y se nota el miedo que tiene de no decir o no hacer las cosas de forma correcta.

Acepto su chaqueta y me la pongo. Está tibio por dentro, y su olor está impregnado en él. Tiene un aroma cálido y reconfortante.

Será que alguna vez dormí en sus brazos? O alguna vez sentí sus labios? O... alguna vez hicimos el amor?

-Gracias -balbuceo.

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