CAPÍTULO 29.

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Después de un largo día de Instituto, me dirijo a casa.
Ha pasado más de una semana desde que quedé con Blake.
Desde entonces, hablamos todos los días.
Sin darme cuenta, me encuentro en el bosque. En frente de la pequeña barca del lago.
¿Que hago aquí?
Hace un minuto estaba en el pueblo.
¿Como he podido llegar al bosque sin darme cuenta?
Intento salir de aquí lo más rápido posible.
De pronto escucho un zumbido ensordecedor.
Me tapo los oidos.
Ese ruido no cesaba.
Cerré los ojos.
Me estaba haciendo daño.
Mis oidos comenzaron a sangrar.
Grité de dolor, cayendome al suelo, quedandome inconsciente.
Luchaba por no volver a desmayarme.
Mi vista comenzó a nublarse.
No podía moverme, no encontraba la fuerza suficiente para ello.
-¡Alice!- escuché a lo lejos- ¡Alice, ayuda!- era la desesperada voz de una niña.
-¿Cora?- dije casi sin aliento.
Poco a poco fui levantándome.
Una vez en pie, luche por andar.
Me tambaleaba, apoyandome en cada árbol.
-¡Cora, aguanta!- dije casi sin voz- Cora...-.
Mi equilibrio se esfumaba y mis ojos se cerraban cada vez más rápido.
Lloraba, lloraba sin parar.
-¡Alice!- escuché.
Era la voz de Blake.
-¡Alice!- escuché de nuevo pero, esta vez era mi padre.
Escuchaba voces de todo el mundo.
Me llamaban, pidiéndome ayuda.
De pronto vi a una chica, arrodillada delante de la barca.
Sus manos escondían su faz.
-¿Cora?- dije aproximándose a ella.
Aquella chica lloraba. Pude ver que no se trataba de Cora.
-¿Kate?- dije mientras podía apreciarla mejor.
-Alejate, por favor- dijo llorando.
Me arrodillé, mientras la quitaba sus manos de la cara.
-Oh no, Kate...- dije espantada.
Sus ojos estaban hinundados en sangre.
-¿Quién te hizo esto?- la pregunté preocupada.
-No lo sé- dijo desesperada- estaba en la habitación dormida y cuando desperté me encontré aquí con una mujer, delante mía. Estaba cabreada.
Ni siquiera me tocó. Ella gritó y gritó y mis ojos sangraban cada vez que lo hacía-.
-¿Una mujer?- dije asustada, sabiendo cuál sería la respuesta.
-De pelo negro y largo. Piel de color gris, ojos naranjas y vestía un camisón blanco pero, estaba lleno de barro, sangre y agua-.
Me levanté aterrada, era la mujer que yo veía.
-Tenemos que ir a mi casa- dije mientras la levantaba.

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