OFTEN.

CAPÍTULO 28.

Salí por la ventana, al dar las 4:30.
Me encontré con él en el lugar donde quedamos.
Estuvimos andando horas y horas. Hablando de nuestras vidas abiertamente.
Me sentía muy cómoda con él.
-Quiero enseñarte algo- le dije.
Fuimos a la pequeña casa del lago.
Nos sentamos en la escalera del porche. Mirando a las estrellas.
-Me siento bien contigo, ¿sabes? Me haces ser yo mismo- me dijo sonriendo-.
Al pensar lo mismo también se lo dije.
-Cuando viniste a mi casa...- dijo con una risa avergonzada- no sabía que decir ni que hacer, la verdad-.
Hizo que mis mejillas se enrojecieran.
-Lo siento por lo de antes. No era mi intención asustarte- me dijo- ya que sé toda la historia de tu vida, no iba a dejar que tú no supieses nada de mí. Sería una injusticia ¿no crees?- me dijo guiñandome un ojo.
-No nos conocemos casi ¿Y si se lo cuento a todo el mundo?- le dije de broma.
Blake rió y añadió:
-Puedo ver todos tus pensamientos reflejados en tus ojos. Sé que no harás eso-.
Tuvo una pausa.
Luego, añadió:
-Que por cierto, son preciosos-.
Cada vez mis nervios aumentaban, sabía que sus intenciones no iban a sobrepasar la amistad, lo cual me aliviaba.
-Tengo la sensación de que, tú y yo ya nos conociamos- me dijo- nunca antes había sentido esto por alguien. Es decir, nunca había visto la vida de alguien reflejada en sus ojos, la misma medalla que yo, las cuales no las lleva nadie más; los mismos problemas que sufrimos a solas...- dijo.
-¿A que te refieres con esos problemas?- le pregunté.
-Que tú ves a gente que, en un pasado, fueron malas personas y ahora, pueden tener el gusto de seguir siendolo. Van a ti porque tienes algo que ver con ellos-.
Dio una pausa.
-Me enteré hace poco de lo que poseía. De lo que puedo llegar a ser con esto.
De lo que puedo llegar a hacer con esto...- dijo pensativo- me persiguen. A mi tío y a mí. Por eso nos hemos mudado tan pronto. Corro peligro, igual que tú-.
Después de un rato volvimos a casa.
Y desde su ventana y yo desde la mía, nos mirabamos, sin decir nada.
No hacían falta palabras