- Que mal -dije, frunciendo los labios.

- ¿Quieres ir con nosotras? -recordé la última vez que fui a "ayudarla" con sus problemas de soledad. No fue agradable. Regresé a casa con su contagiosa depresión y me puse a llorar por las cosas que pude haber hecho, diciendo lo cruel que era la vida. No iba a arriesgarme a pasar por eso de nuevo.

- No, gracias -contesté, rápidamente. Asintió suavemente y me entregó las llaves de la casa.

- Necesito que cierres las puertas exteriores, no sé si lleguemos a dormir, todo depende de cómo se va sintiendo Helen.

- ¿Me dejarás sola con Luke? -tomaría provecho de nuestra soledad.

- Sam, no te hará daño -simplemente no lo podía creer, ahora resultaba que mi propia madre confiaba en el intruso-. Cierra tu habitación si no te sientes cómoda.

Minutos después de que se fueran, me entretuve escuchando música. Las llamadas de Calum entraban constantemente pero las rechacé. Me lavé los dientes luego de cenar solitariamente, y cerré la puerta principal. Mamá había dicho que la cerrara antes de ir a dormir. Salí al jardín trasero y cerré la puerta, el viento comenzaba a cesar y los relámpagos se asomaban en el cielo oscuro.

Mi cabello comenzó a volar por los aires y lo alejé de mi cara, mientras regresaba a la casa. Tomé la perilla de la puerta corrediza y la intenté abrir pero ésta no cedía. Mantuve la calma y traté nuevamente. Me desespere y comencé a forcejar como desquiciada, ¡la maldita puerta estaba cerrada por dentro! La golpeé ruidosamente y esperé a que Luke abriera. La tormenta estaba a punto de caer y no iba a echar a perder mi blusa favorita. Después del séptimo golpe, las cortinas de la ventana que se encontraba a un lado de la puerta, se recorrieron y vi a Luke.

- Ábreme la puerta, por favor -frunció el ceño y coloco la mano en la oreja, dándome a entender que no me había escuchado. Estaba probando mi paciencia-. ¡Ábreme la puerta! -grité, a pesar del ruido que generaba el viento en las ramas de los árboles vecinos.

Levantó la vista, asomándose al cielo y luego me miró con una sonrisa. Levantó la mano y se negó, moviendo el dedo índice de un lado a otro.

- ¡Luke, abre la puerta! -volví a gritar, al mismo tiempo que un trueno resonó entre las nubes. Y como si todo estuviera en mi contra, una enorme gota de agua cayó en mi mejilla. Miré hacia arriba y cuando menos pensé, una infinidad de gotas comenzaron a caer con fuerza, haciendo que me empapara en segundos. Insistí golpeando la puerta a patadas, mientras la lluvia me comía viva-. ¡Abre la maldita puerta!

Luego de unos eternos minutos, la tormenta bajó de intensidad y logré escuchar el clic de la puerta. Era demasiado tarde, ya estaba remojada. Tranquila, Sam. Entra, ignóralo y sube a tu habitación a cambiarte de ropa lo antes posible. Guiandome por mis pensamientos, entré y sin mirarlo, me dirigí hacia las escaleras. Sentí sus pasos detrás de mi, pero seguí caminando. Al momento en que llegué a los escalones, me tomó del brazo y me giró hacia él.

- ¡Suéltame! -me zafe de su agarre, pero luego sentí uno de sus brazos rodeando mi cintura y me llevó contra la pared-. Quítate, necesito ir a cambiarme.

- Yo te puedo ayudar -rodee los ojos e intenté subir las escaleras, pero bloqueó mi intento.

- ¿Qué quieres?

- Quiero muchas cosas en éste momento, todo depende de ti -contestó, mirándome con deseo. ¡Diablos! Odiaba sentirme indefensa cada vez que me miraba de esa manera.

- Eres un pervertido, ¿lo sabías? -se alejó un poco y bajó la mirada a mi pecho, mordiéndose el labio.

- Como no ser pervertido cuando te ves de esa manera -me miré a mí misma y noté que la blusa mojada estaba pegada a mi cuerpo como segunda piel, pero lo peor de todo, es que en la parte del escote, se traspasaba el sujetador negro-. Bonitas nenas.

- ¿Por qué no te vas y fastidias a otra chica? -pregunté, cruzándome de brazos.

- Me gusta fastidiarte -respondió, cínicamente.

- Te odio -dije, entre dientes.

- No, no lo haces. Apuesto a que sueñas conmigo todas las noches -sonrió, mostrando su perfecta dentadura.

Sí, soñaba a veces con él pero ¿y qué? No era un delito o algo parecido.

- Eres tú el que sueña conmigo -repliqué, intentando desviar su acertación.

- No lo estoy negando.

- Eres un idiota -dije, fulminándolo con la mirada.

- Dilo de nuevo y atente a las consecuencias -advirtió, mirando mis labios.

- Eres un idiota, estúpido, creído, mal educado, egocén.... -sus labios callaron mis palabras y dejé de respirar por un momento.

¿Esto realmente estaba pasando?

Abrí los ojos con sorpresa y los cerré, correspondiendo el beso. Mi mente me decía a gritos que lo detuviera, pero mi cuerpo no obedecía. Me estremeci al sentir sus labios moverse lentamente, pidiendo la entrada de su lengua. Lo dejé pasar y nuestros labios se movieron sincrónizadamente. La textura de sus labios era suave y el sabor de su boca era exquisito.

Una de sus manos se posicionó en mi cintura, mientras que la otra se colocaba en mi mejilla. Mis brazos rodearon su cuello, y sin dudarlo, pasé mis dedos por su tersa cabellera. Cuando lo hice, me atrajo hacia él con fuerza, sin importarle que estuviera empapada de pies a cabeza. El beso se profundizó, y seguí el ritmo de su lengua. Gruñó, ajustando su cuerpo con el mío y solté un pequeño gemido al sentir su dureza.

El único ruido que nos acompañaba, eran los sonidos que nuestros labios provocaban al unirse y las ligeras gotas de lluvia que se escuchaban desde el exterior. Estaba quedándome sin aliento y nuestros labios rozaron por última vez. Me separé de él y lo miré, respirando con dificultad.

- Luke... -éste era el momento adecuado para hablar sobre mis sentimientos.

- Lo siento, no debí haber hecho eso -me interrumpió, ásperamente. Sus manos cayeron a los costados y comenzó a alejarse, subiendo por las escaleras.

Me quedé recargada en la pared con la boca entreabierta. Estaba a punto de decirle lo que sentía y me dejó aquí, diciendo literalmente que se sentía culpable por lo sucedido. Mis ojos se cristalizaron a la vez que sentía un nudo formándose en mi garganta. Una lágrima cayó por mi mejilla y la limpie, dejando salir un suspiro. Respiré hondo, calmando la humillación. Subí las escaleras y cuando llegué al segundo piso, vi a Luke sentado en el suelo, recargado contra la puerta de su habitación.

- Sam...yo... -negué con la cabeza y aparté la vista.

Entré a mi cuarto y cerré la puerta de golpe. Me duche, de mala manera y me coloqué ropa seca al terminar. Me recosté sobre la cama y me cubrí con las sábanas, sintiendo un frío en mi cuerpo. Cerré los ojos, pensando en la sensación de sus labios que seguían haciendo cosquillas en los míos.





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Editado: 1O.1O.2O2O

Créditos a Wendy ✔

The Guest || Luke Hemmings.Where stories live. Discover now