KyungSoo entregaba su corazón en cada toque mientras que JongIn lo recibía amablemente, dispuesto a hacer lo mismo, a entregarle su corazón en cada paso de baile.

Su momento pasó y JongIn finalmente pudo erguirse un poco, soltando un sonoro suspiro y limpiándose la frente con el dorso de la mano.

—Es hermoso... lo que haces. — JongIn señaló el piano con cierta alegría en sus pupilas. — Vamos por un helado.

JongIn demandó y KyungSoo sabía que era una orden implícita, llena de súplica, aún si eso resultase tan contradictorio.

El de lentes asintió con lentitud y levantó el rostro solemne, mientras lo observaba de reojo. — Bien, ahora regresa a tu lugar.

El moreno asintió rápidamente, al tanto que se impulsaba hacia adelante, lo suficiente para dejar que sus labios tocaran la mejilla de su hyung de manera efímera, y se retirara con el corazón saltándole de alegría.

KyungSoo lo observó escabullirse, con el corazón acelerado. Se llevó la mano al pecho inconscientemente y tragó saliva. JongIn le había besado la mejilla.

Se le coloreó el rostro con un bonito tono rojizo, hasta la punta de sus orejas. Se sentía extraño, pero no por ello se sentía menos bien. JongIn era... un mundo aparte, lo incitaba a sentir cosas que jamás creyó algún día poder sentir.

Únicamente con un beso en la mejilla.

—En verdad, tienes magia en los dedos hyung.

La voz de JongIn inundó sus oídos una vez más y sus mejillas se sonrojaron ante el cumplido. El muchacho siempre estaba sonriéndole de aquella manera que lo hacía sentir extraño.

Había pasado casi un mes desde que lo conocía, desde que el chico se las ingeniaba día a día para poder acercarse y cruzar con él un par de palabras. KyungSoo admitía que había sido muy valiente al aproximarse, ya que todo el mundo decía que tenía una pésima actitud, incluido su padre.

—No es verdad — KyungSoo habló mientras negaba en un gesto, esbozando una diminuta sonrisa en sus labios de corazón. — Además, ni siquiera participo lo suficiente como para que puedas hacer una observación de ese tipo.

—Hyung... — JongIn recargó el codo sobre la superficie de la mesa y soltó un sonoro suspiro, dejando caer su rostro en la palma de su mano — Eres demasiado duro contigo mismo. Lo que haces es fenomenal.

—Lo que haces tú es... — Las mejillas de KyungSoo se arrebolaron con la simple línea, amenazando con atar su lengua para no dejarlo terminar — sublime.

El corazón de JongIn falló y lo observó detenidamente mientras sentía su pecho vibrar bajo su camiseta, era todo de KyungSoo, cada latido, cada respiro y suspiro eran para él, desde hacía ya un mes.

—Gracias por aceptar tener una cita conmigo. — JongIn suspiró y se irguió sobre su asiento, llevando la diestra hacia la copa de helado de chocolate que tenía enfrente, tomando la pequeña cuchara para llenarla y dirigirla hacia la boca.

—E-esto no es... una cita — La voz de KyungSoo flaqueó y su mirada cayó a su copa de nieve que amenazaba con comenzar a derretirse.

JongIn se hundió de hombros y asintió para darle la razón al más bajito. — Tienes razón hyung... de serlo, ya te habría besado.

La sonrisa de JongIn era maravillosa, lo hacía sentir un revoloteo constante en su estómago que amenazaba con propagarse hacia su pecho. Los latidos de su corazón iban en aumento y estaba completamente seguro de que tenía el rostro completamente sonrojado.

Volviendo a ti ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora