CAPÍTULO 19

349 32 3
                                    

Entro en casa y mi hermano me recibe con el ceño fruncido y fulminándome con la mirada.

- ¿Dónde has estado? - me pregunta.

- En el instituto - no sé porqué intento mentirle si John sabe de sobra que no es así, sino no estaría tan enfadado y no me preguntaría siquiera.

- Entonces explícame la llamada a casa que ha hecho tu tutora preguntando por tu ausencia a clase. ¿Que has estado toda la mañana encerrada en el baño?

- Está bien. Fui a dar una vuelta por el parque para despejarme. Me agobiaba el hecho de pasar encerrada entre cuatro paredes seis horas seguidas.

- ¿Sola?

- Sí, ¿algún problema? - es injusto que la tome con él cuando es el que menos culpa tiene de todo.

John relaja las facciones y suspira. Su cara refleja agotamiento y parece haber envejecido diez años en dos segundos.

- Escucha, Melissa. Se me cae la casa encima. He tenido que buscar un trabajo de tarde como camarero para traer dinero a esta casa, ya que a mamá la he enviado a casa de la tía hasta que se recupere y papá se encuentra en paradero desconocido. Además de hacer las tareas del hogar y compaginarlo todo con la universidad y exámenes. Dejándome un máximo de cuatro horas para dormir. Y lo último que necesito es tratar con una adolescente rebelde que decide por sí misma cuando ir al colegio. Lo entiendes, ¿verdad?

Dejo caer la mochila al suelo y corro a darle un abrazo. Él me levanta como cuando era pequeña y hunde su rostro en mi pelo.

- Lo siento. Tienes razón. A partir de ahora no voy a volver a faltar a clase y te ayudaré en todo lo que pueda, - deshago el abrazo y le desato el delantal - empezando por hacer la comida. Tú vete al sofá y descansa un poco. Te aviso cuando esté lista.

- Gracias, pequeña.

Me da un beso en la frente y hace lo que le digo. La lista de cosas que sé cocinar es bastante reducida, por lo que opto hacer espaguetis con salsa carbonara. 

Media hora más tarde, estamos sentados el uno frente al otro disfrutando de la comida sin decir palabra entre bocado y bocado. Terminados los espaguetis, John se va a trabajar y yo me quedo a fregar los platos. Le prometí que adecentaría la casa, pero antes me apetece reposar y hacer la digestión tirada en el sofá. Enciendo la tele y me pongo un documental de animales. Siento que estoy engañando a John no contándole que nuestro padre está en Alaska, pero tendría que darle muchas explicaciones.

Estoy viendo una secuencia en la que el guepardo por fin atrapa a su presa cuando me llega un mensaje al móvil. Hago acrobacias para llegar hasta la mesa y cogerlo sin levantar el culo del sofá. La pantalla encendida me muestra el texto enviado por Chloe. Tengo mucha curiosidad, ya que no sé de ella desde hace un tiempo. Dice así: "Hey! La he liado parda y estoy castigada una temporada sin móvil. Mi madre sólo me lo ha dejado para avisarte de esto. Te mandaré otro mensaje cuando me lo devuelvan. Pd: siento mucho lo de tu padre. Buena suerte"

No me sorprende el que esté castigada, pero lo último me desconcierta. Yo no le he contado en ningún momento lo del secuestro y me extraña que la noticia haya llegado hasta el pueblo de sus abuelos. Aún así, no le doy más vueltas y dejo el teléfono dónde estaba.

Termina el documental y hago esfuerzos titánicos para combatir la pereza y ponerme en marcha. Apago la tele y subo a mi habitación a vestirme con ropa cómoda para pasar la aspiradora. Ya con unos pantalones cortos de algodón y una camiseta blanca de tiras, me recojo el pelo y me aferro al mango del aspirador para dejar el suelo y los muebles libres de polvo y ácaros. 

Después de pasarla a los dos pisos de la casa y sudando como una cerda, me dispongo a fregar las ventanas y los baños. Para ello, enciendo el hilo musical con el disco de Ariana Grande reproduciéndose y llenando cada rincón de la vivienda con su impresionante voz.

Concluidas las tareas, voy a darme una ducha de agua fría para refrescarme y luego me pongo el pijama. Programo una lavadora y justo después suena mi móvil. Corro al salón para cogerlo a tiempo.

- ¿Diga?

- ¡Melissa! Soy yo, Jennifer. Llamaba para preguntar si estás ocupada.

- No, no lo estoy. Acabo de...

 - ¡Perfecto! Estoy ahí en diez minutos - me interrumpe y cuelga.

Dicho y hecho, se presenta en mi casa a las 18:37 portando dos termos y una sonrisa.

- Buenas tardes. Me han dicho que te gusta el chocolate caliente.

- Pues te han dicho bien.

- ¿Puedo pasar?

- Por supuesto.

Me hago a un lado para que pueda entrar.

- Me gusta tu casa - añade mientras va hacia la cocina.

- Gracias.

Nos sentamos en la  mesa del comedor y me da el chocolate.

- ¿Sabes lo que también me gusta?

- ¿El qué?

- La pareja que hacéis tú y mi hermano.

Le doy un sorbo a mi bebida y por poco se la escupo en la cara. Más que nada por que eso no es chocolate, sino café. Jennifer debe notar mi cara de asco porque intercambia los vasos.

- Perdón, este es mío - se disculpa.

- Da igual. ¿Por qué lo dices? Lo de Nick y yo.

- Vamos, no te hagas la tonta conmigo. Se os nota a los dos en la cara. A mí no me engañáis.

- No sabía que era tan evidente.

- No te agobies. Está bien. Nick necesitaba encontrar a alguien para olvidarse de Bella.

- Me dijo que ya lo tenía superado.

- Es porque se quiere hacer el duro contigo. Lo ha pasado realmente mal. Pero tú, inconscientemente, le estás ayudando mucho. Se le ve más feliz.

Una sonrisa tonta se instala en mi rostro.

- Me alegra saberlo.

- ¿Lo habéis hecho ya? - suelta después de una breve pausa.

- ¿Qué? ¡No! Por supuesto que no.

- Por lo menos os habréis besado.

- Sí, dos veces.

- Pensé que ya estabais más avanzados.

- Apenas nos estamos conociendo. Yo no soy de las de aquí te pillo aquí te mato. Quiero que salga bien.

- Me gusta oír eso.

- ¿Tú eres virgen? 

- Hace cuatro meses que no.

- ¿Conozco al afortunado?

- No lo sé. Se llama Mike.

Trago saliva.

- ¿Es rubio? - pregunto para confirmar mis sospechas.

- Sí, ¿le conoces? - pone cara extrañada.

- Somos compañeros de clase.

- Me acabo de enterar.

Continuamos hablando de otros amores que tuvo y de los escasos míos en comparación el resto de la tarde. Entre nosotras se está forjando una buena amistad.

Zona de guerra (Nick Robinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora