CAPÍTULO 17

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Los rayos de sol matutinos inundan mi habitación colándose por entre las rendijas de la persiana que cubre el enorme ventanal. La cantidad de luz me indica que ya es bien entrada la mañana. Abro los ojos. El reloj marca las 10:07 am. Me levanto de la cama como un resorte. O bien no me ha sonado el despertador o bien no me he enterado. Con suerte llego a la segunda hora de clase. Esta va a ser la primera vez que llegue tarde al instituto. Maldigo por lo bajo tanto a mi madre como a mi hermano por no haberme despertado. Voy corriendo al baño a darme una ducha rápida. Ya seca, me dirijo a mi habitación a vestirme. Escojo unos vaqueros pitillo, un jersey color mostaza de cuello en pico y Adidas blancas. Me desenredo el pelo y me lo dejo suelto. Con la mochila al hombro, bajo de dos en dos las escaleras y voy a la cocina. Mientras como un plátano - ya que no tengo tiempo a hacerme un desayuno en condiciones - llamo a un taxi para que me acerque. Diez minutos más tarde, ya estoy sentada en la parte de atrás del coche amarillo de camino al instituto. Al llegar, pago lo que le debo y me bajo. A unos metros de la entrada, escucho a alguien que me llama. Giro la cabeza en la dirección de la que proviene la voz. Allí se encuentra Nick apoyado en la puerta del copiloto de su coche y haciéndome gestos con la mano para que vaya. Le dedico una mirada a la puerta del instituto y luego otra a él, decidiendo qué hacer. Pienso cuál de las dos opciones me apetece más e inconscientemente mis pies me están llevando hacia el chico. Me paro a medio metro de él.

- ¿Qué haces aquí? - pregunto.

- Tienes que venir conmigo. Es importante - su tono es serio.

- Perdona, pero ya voy tarde y no quiero que me llegue a casa una carta de falta de asistencia completa.

- Te he dicho que es importante - insiste.

- ¿Más importante que mi educación?

- Tú me dirás si tener información sobre dónde puede estar tu padre es más importante que eso.

Sin pensármelo dos veces, aparto de un empujón a Nick y me subo al coche. Él da la vuelta y se pone al volante. Pisa el acelerador y nos ponemos en marcha.

- ¿Dónde crees que está? - pregunto impaciente.

- Te lo diré cuando lleguemos.

Silencio.

- ¿Estabas dispuesto a esperar a que saliera de clase?

- No. Ya sabía que llegabas tarde. Estuve esperando delante de tu casa a que salieras, pero no lo hiciste. Una hora después, vi que un taxi se paraba justo en frente y que tú te montabas en él, así que lo seguí.

- Impresionante.

Más silencio.

- Oye, siento lo de ayer. Yo...

- ¿El qué sientes? - me interrumpe.

- Haberme ido así y dejarte con el calentón - lo suelto de golpe a pesar de la vergüenza que siento ahora mismo y me muerdo el labio. Veo que él abre mucho los ojos y carraspea.

- No tienes que disculparte por nada. Me gusta, Mel, y no me importa esperar. Si de alguien es la culpa es mía por haberme acelerado.

Su confesión me pilla desprevenida y es la primera vez que me llama así.

- Tú también me gustas.

- Lo sé, si no, no me habrías besado.

- Cierto - me siento estúpida.

Empieza a aminorar la marcha y apara delante del gimnasio. Nick saca las llaves y va abriendo todas las puertas hasta que quedamos en frente de la de la sala de ordenadores. Cuando termina de teclear el código y la puerta se abre, nos reciben cinco pares de ojos. 

- Te presento a mi equipo. Ellos son los que han estado dejándose la piel para encontrar a tu padre.

Nick me diciendo el nombre de cada uno de los presentes: Ann, una chica pelirroja y con la cara llena de pecas; Víctor, es albino; Judit, tiene el pelo corto y una cicatriz en la frente; Andrew, lleva su pelo rubio recogido en una pequeña coleta en la nuca y tiene barba de tres días; George, tiene la cabeza rapada estilo militar y una mandíbula prominente; y por último, Jessica, tiene el pelo teñido de blanco y lleva unas gafas cuadradas que agrandan sus ojos azules. Todos visten un uniforme especial con sus nombres bordados en el lado izquierdo.

- ¿Y cómo habéis dado con mi padre? - el interrogante lleva atormentándome desde que subí al coche.

- Hemos relacionado pistas que ha ido dejando el secuestrador en diferentes casos que hemos investigado hasta dar con su paradero - me responde Judit.

- A dos kilómetros del volcán Augustine - termina Andrew.

- ¿Eso dónde está? - me estoy impacientando.

- En Alaska - concluye Nick.

- ¡¿Alaska?! No me lo puedo creer.

-Pues créetelo, preciosa. Se refugian en una fortaleza bajo tierra. Es el lugar perfecto para esconderse. A nadie se le ocurre ir a buscar cerca de un volcán - dice esta vez George.

- También me gustaría saber quién es el maldito hijo de puta culpable de todo esto, ya que nadie me lo ha dicho aún.

- Se llama Dorian Walker. Ha cometido múltiples asesinatos, trafica con armas y drogas y es responsable de varios atracos a grande escala. Llevamos detrás de él dos años - se hace oír Ann.

- Ne-necesito sentarme - alcanzo con la mano una silla y reposo mi culo en ella. Quiero convencerme de que mi padre sigue vivo.

- ¿Estás bien? - se preocupa Nick. Yo ya tengo lágrimas en los ojos.

- ¿Cómo voy a estar bien sabiendo que mi padre está en manos de un degenerado de tal calibre? Sólo quiero despertarme de esta horrible pesadilla y ver que en realidad mi padre está en casa sano y salvo.

- Pues siento decirte, cariño, que es real. Muy real - me "reconforta" Jessica, que todavía no había dicho nada.

Zona de guerra (Nick Robinson)Where stories live. Discover now