CAPÍTULO 6

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Me despierto sobresaltada por culpa de las turbulencias. Miro la pantallita que está en el respaldo del asiento de delante. Indica que faltan diez minutos para aterrizar. Me calzo los zapatos que me había quitado para que no se me hincharan los pies. Examino el golpe que me di en el derecho. Ya no me duele y ya volvió a su tamaño normal. Las azafatas nos mandan abrocharnos los cinturones. Odio los aterrizajes, me mareo y se me revuelve el estómago. Comienza el descenso y cuando las ruedas impactan al fin contra el suelo noto como si todos los órganos se me hubieran subido a la garganta.

Bajamos del avión, entramos en el aeropuerto de Nueva York para coger nuestras maletas y salimos hacia el metro. Este nos llevará atravesando la cuidad hasta el túnel que pasa por debajo del agua que conduce a Long Island.

Llegamos a la estación de metro de la gran isla y pedimos un taxi para que nos lleve a casa. Tengo tantas ganas de llegar y verla después de cuatro años. Nos adentramos por carreteras llenas de árboles desnudos a los laterales. En primavera se ponen muy bonitos, pero en invierno no son más que un esqueleto de madera.

Nuestra casa se encuentra en la Avenida 73, en el condado de Queens. Miro por la ventana del coche. Echaba mucho de menos este lugar. Su ambiente de paz, la naturaleza y sus preciosos parques. Ya llegamos a nuestra calle y yo voy contando las casas que faltan hasta la nuestra. Seis. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno. Y ahí está.

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Desde la carretera sólo se puede apreciar la primera planta y el tejado porque la construcción está rodeada por altos arbustos bien recortados y un gran portalón opaco. El taxista nos deja en la entrada y cogemos nuestras maletas. Mi padre saca las llaves del portal pequeño que está al lado del grande. El juego de llaves debe tener telarañas, no se usan desde hace años. Se escuchan ceder los anclajes de la cerradura al ser abierta. Entramos y caminamos por el sendero de piedras que conduce hasta la puerta principal. También la abre mi padre y entro la primera. Me inunda una sensación de completa felicidad. Está todo tal cual lo dejamos. Habíamos contratado a alguien para que cuidara de la casa mientras nosotros no estábamos. El recibidor es amplio y a cada lado hay un acceso a una parte de la casa, a la derecha el salón y a la izquierda, la cocina. En frente está la escalera que conduce a las habitaciones, y a su lado, unos de los baños. Subo tan rápido como me permite la maleta a mi habitación.

 Subo tan rápido como me permite la maleta a mi habitación

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Lo primero que hago es lanzarme a la cama y estirarme tanto como puedo. Cierro los ojos y sonrío. Después de un rato me levanto y paseo la mirada por la gigantesca estantería admirando mi colección de libros. Luego, me dispongo a vaciar la maleta y acomodar mi ropa en el armario, esta vez la dejo ordenada.

Mi madre nos llama a mi hermano y a mí anunciando que la comida ya está lista. Bajamos y nos sentamos a la mesa. Filete de pollo empanado con arroz blanco y guisantes. Empezamos a devorarlo.


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- Melissa, el próximo lunes comienzas las clases en Queens High School - dice mi madre. Asiento con la cabeza. Nuevo instituto, nueva vida. - La matrícula ya está cubierta, así que cuando vayas se la darás al director, el Sr. Crowell. he hablado con él por teléfono y me dijo que cualquier cosa que necesites se la comuniques a él primero.

- John, tú irás a Nueva York University, en la cuidad de Nueva York. tendrás que coger todas las mañanas el metro de las 7:00 am, te dejará a doscientos metros de la universidad - prosigue mi padre.

Seguimos hablando sobre este tema durante toda la comida. Cuando termino, me levanto para ir a lavarme los dientes. Más tarde, bajo al salón a verme una maratón de películas de Harry Potter.

 Más tarde, bajo al salón a verme una maratón de películas de Harry Potter

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Zona de guerra (Nick Robinson)Where stories live. Discover now